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martes, 22 de octubre de 2013

El agua no es recurso hídrico

A un grupo de organizaciones ciudadanas chilenas por las aguas, nos llega un documento del Banco Mundial con el título “Estudio para elmejoramiento del marco institucional para la gestión del agua”.
Saltándonos los prejuicios (o fundados juicios) que se merece una sugerencia de política proveniente de tan mundial banco -sin entrar a los contenidos concretos del documento-, vale mucho la pena notar la lengua, o sea, las palabras con las cuales habla (y hablamos) del agua.
¿Por qué poner atención a las palabras y no (al menos todavía) a los “contenidos”? Porque la lengua predispone la actitud y limita lo que podemos decir y pensar acerca de lo real. Veamos si es cierto.
Al menos el título del documento dice “agua”. Ya dentro de sus páginas, el agua se transforma en “recurso hídrico”, y desaparece el agua.
Alguien me dirá: ¿y qué? ¿Y qué con la diferencia entre “agua” y “recurso hídrico”? Esto es, si ya de entrada sabríamos que hablamos, pensamos y sentimos de lo mismo. ¿Qué dice agua? Pues en el modo de una palabra del cotidiano, dice algo que está con nosotros de un modo parecido a como está el aire. Respiramos todo el tiempo, toda la vida -incluso pensamos la vida como algo respirando; la muerte como alguien que ya no está con el aire.
Agua es palabra de una lengua del trato humano de todos los días con aquello que nos hace vivos, y con un nombre y un rostro. Agua es mundo y aquello verde de una hoja, el color de una flor, la yerba fresca brotando en una pampa (que en las ciudades llamamos “maleza”, relativo a mal).
¿Qué dice hídrico? Nadie dice: “Tengo mucha sed. Me tomaría un vaso grande de hídrico”. ¿Qué le sucede aquí a la palabra?, porque si uno se pusiera muy estricto el agua y lo hídrico dicen lo mismo –su genealogía es bastante parecida-. Pero nadie dice que toma hídrico cuando tiene sed, y resultaría muy exótico (y algo siútico) si insistiera en decirlo.
¿Qué connota “hídrico”? Pues basta atender a cómo se usa la palabra. Se usa en contextos científicos. O sea racionalizadores. Refleja el paradigma de un tipo de ciencia, y con ello la hegemonía político-cultural de la objetividad. La de un lenguaje que quisiera aparentar ningún compromiso o disposición afectiva. Varias filosofías han mostrado hace rato que el distanciamiento o frialdad científica corresponde a una disposición por asegurar las condiciones de vida. Un sentimiento hacia la necesidad y una búsqueda de seguridad, acompañado por un goce en el control de las cosas (goce del mundo como un montón de cosas a controlar). Lo hídrico lo encontramos en contextos de control: agua (tantos litros por segundo), metida en cañerías de 2 a 4 a 10 pulgadas de diámetro, a 3 atmósferas de presión, con tal porcentaje de contenido de cloro, etcétera.
Hace ya cierto tiempo nos rodea un habitar la tierra donde queda poco de mundo y todo paisaje de lo real se va transformando en “recurso”. ¿No le pasa a usted a cada paso? El recurso loco –¡ah!, no son los loquitos del Psiquiátrico; son los locos en el océano, entre las rocas, exquisitos (y en veda tan legal como “formal”; objetos arrasados por un deseo social). El recurso forestal: no son bosques salvajes o silvestres o nativos, múltiples, enredados; donde uno se puede perder fácilmente si no conoce la huella del sendero. El recurso forestal son millones de hectáreas plantadas que se miden por el dinero de su precio como madera –ante todo, como celulosa. El recurso forestal es dinero, no bosque, no belleza.
¿Y el recurso humano? Usted y yo, aquí, leyendo. ¿Le hemos dado una vueltecita al economista exitista que nos señala con el dedo y sin que se le arrugue un pelo nos dice: “recurso humano” (o “capital humano”)? ¿En qué nos ha convertido esta civilización del humanismo?
Pues, en esa lengua, nos ha convertido en insumos del proceso de la producción industrial tecnificada. No personas, almas, singularidades; sí competencias para producir algo que al final vale, otra vez, cantidad y dinero. Somos allí un recurso medible apto o no para multiplicar en nosotros –pero sobre todo en esos otros-, el panorama del dinero sobre la faz de esta tierra. Lo demás humano se vuelve secundario. Viene o no por añadidura. Si acaso. Usted puede transformarse en recurso mío; usted me puede convertir en recurso suyo. Ni usted ni yo importamos. Es en el convertirnos en cosas (productivas) uno al otro donde reside este perverso y disminuido goce. Por eso, no acepte la próxima vez que lo traten de “recurso humano”; por eso rechace a quien trata a los demás con el título: “capital humano” (ese mismo que una vez lejos de su escritorio de economista o ingeniero, es una persona tan cotidiana como todos, y dice: agua).
El “recurso hídrico”, pues, no es agua. La expresión “recurso hídrico” ha operado en la realidad -en nosotros y en el agua- una transformación, haciendo desaparecer los vínculos de comunidad en la vida y el habitar este mundo. Esa operación nos instala en el lugar donde el agua queda convertida en cosa a disposición, apta a la administración, y presta al goce del control, según las razones (más bien sin razones) sociales humanas.
La tradición humanista del Occidente ha venido a quedar reducida a una imagen de lo humano como propietario de lo real y constructor del mundo como asignador de precios. La cultura occidental entró desde hace unos 3 siglos en esta operación de control generalizado de la naturaleza.
Por estos tiempos hay indicios fuertes que ella, natura, ha comenzado a rechazar esta bestia controladora: una catástrofe ecológica no acabara, sin duda, con la vida. Solo con nosotros, con las condiciones de vida que nosotros necesitamos, unas que no son exactamente las mismas que hemos creído debemos controlar. De pronto, por aquí, por allá, algo pasa aquí y allá con las aguas. ¿Qué pasa? Y no hay modalidad de “recurso hídrico” que pueda responder.
Habremos de salir a buscar dónde queda simplemente agua.

martes, 14 de agosto de 2012

CÁMARA CREA COMISIÓN PERMANENTE DE RECURSOS HÍDRICOS, DESERTIFICACIÓN Y SEQUÍA

La nueva instancia se encargará de estudiar las iniciativas legales que se formulen relativas a los recursos hídricos.
Por 70 votos a favor, 9 en contra y 8 abstenciones, la Sala aprobó una modificación al Reglamento de la Cámara de Diputados, que incorpora una nueva comisión permanente de Recursos Hídricos, Desertificación y Sequía.
La propuesta se originó en una moción presentada por los diputados Adriana Muñoz (PPD),Cristina Girardi (PPD), Denise Pascal (PS), Alejandra Sepúlveda (PRI), Pedro Pablo Álvarez-Salamanca (UDI), Ramón Barros (UDI), Rosauro Martínez (RN), Leopoldo Pérez (RN), Matías Walker (DC) y Felipe Ward (UDI).
El texto plantea que la creación de esta nueva instancia obedece a la necesidad de abocarse a considerar el problema que está afectando al clima del planeta y con ello a la escasez de los recursos hídricos y el avance de la desertificación en una parte importante del territorio nacional, sumado a una prolongada sequía que afecta al país desde hace varios años.
En ese plano, los recursos hídricos constituyen una preocupación nacional de primera línea, expresan los autores de la moción, por su relevancia para el consumo humano, producción de alimentos, para la agricultura y otras actividades productivas y de la protección de la vida silvestre y supervivencia de diversas comunidades.
Por ello, la nueva comisión se encargará de conocer todas las iniciativas legales y acuerdos internacionales que se refieran directamente a estas temáticas.
La moción agrega que el 49% del territorio nacional está considerado geográficamente como desértico o semidesértico, donde los acuíferos y otras fuentes de agua han sido sobre explotados.
Por otro lado, Chile integra la Convención de las Naciones Unidas sobre Desertificación y Sequía, que obliga al país a enfrentar junto a la comunidad internacional una situación que ya aflige a casi la mitad del país. La instancia creada podrá realizar un monitoreo del estado de avance de esta Convención y otros acuerdos internacionales como la Convención Ramsar sobre Humedales.
Reacciones
Tras aprobar la iniciativa, la diputada Adriana Muñoz expresó que “es una enorme alegría poder contar con esta comisión que será permanente y donde estudiaremos todos los temas que tengan que ver con los problemas de desertificación, sequía y escasez hídrica que ya está afectado a casi todo nuestro país. Es muy importante que en esta comisión tramitemos proyectos de ley relativos a temas sobre escasez de agua, como también hacernos cargo de convenios y tratados internacionales que ha firmado Chile”.
Asimismo, la diputada Cristina Girardi indicó que “lo primero es tener una comisión permanente y no especial porque el agua es un problema permanente y que cada vez adquiere una mayor gravedad. Es importante darle prioridades de uso al agua, primero destinarlo al consumo humano, agrícola y después a los aspectos productivos que sólo enriquecen a algunos, como es el caso del uso que hacen del agua las mineras y las hidroeléctricas”, afirmó.
Por su parte, el diputado Enrique Accorsi indicó que "Son más de 150 comunas las que hoy día están con una sequía severa, tenemos el problema de la concentración de agua. Hoy, una amplia mayoría de los diputados ha demostrado su voluntad de legislar acerca de este tema”, indicó.