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jueves, 10 de diciembre de 2015

COP 21: los DDHH en las discusiones sobre cambio climático

No es fácil entender la importancia que tiene un evento como la COP21, que se celebra por estos días en París. No es fácil, en primer lugar porque el conocimiento sobre el cambio climático, sus causas, consecuencias y maneras de enfrentarlo es a la vez inasible y escaso. Inasible por la gran la cantidad de estudios, expertos, opiniones, posiciones políticas y éticas que se discuten a nivel global. Escaso por la poca penetración que estas discusiones tienen en el público en general y en los medios tradicionales a pesar de la relevancia que los efectos del cambio climático tiene sobre la vida cotidiana de las personas. Cosas que van desde el precio de los alimentos hasta la frecuencia de los grandes desastres ambientales, se vinculan con el clima y, en ese sentido, con la ciencia, la política y la economía.
De este evento, donde más de 11.000 personas de todo el mundo se reúnen en torno al desafío de colaboración más urgente que ha enfrentado la humanidad, saldrá el texto que “gobernará” el cambio climático desde el año 2020 en adelante. El objetivo es mantener este fenómeno en niveles “menos peligrosos” para la humanidad, lo que hoy se espera, sea fijado en 1,5º de aumento de la temperatura de la tierra, en comparación al período pre-industrial.

Los desafíos, tanto dentro del texto mismo como una vez que éste haya sido acordado, son múltiples y complejos. Uno de los más relevantes, es el reconocimiento de los derechos humanos como uno de los principios básicos del Acuerdo de París, sobre los cuales construir las acciones de mitigación y adaptación al cambio climático. Esto tiene una relevancia fundamental para evitar que el peso de la mitigación, y especialmente el de la adaptación, no sea puesto nuevamente en los grupos más vulnerables, que son los que menos han hecho para llegar a esta situación y sin embargo son quienes se encuentran en mayor riesgo y por lo tanto, sufren mayormente con los impactos del cambio climático.

Por dar un ejemplo concreto, las personas que viven en tomas de distinto tipo en diversas ciudades del mundo, normalmente lo hacen porque no tienen recursos para solventar otro tipo de viviendas. Ellos han hecho muy poco para contribuir a la emisión de gases de efecto invernadero y sin embargo son los más golpeados por sus efectos. Poco tienen para defenderse frente a tormentas inusuales (como el norte de Chile), sequías prolongadas (como el centro de Chile), incendios forestales abonados por altas temperaturas y sequía (como hemos visto en Valparaíso y en el centro-sur de nuestro país) y otros fenómenos similares. La pregunta entonces es ¿cómo contribuir con políticas públicas que disminuyan el riesgo para estas poblaciones? A esa pregunta se le puede dar muchas respuesta, una de ellas podría ser erradicar violenta o forzadamente a los pobladores de los sectores de mayor riesgo; pero claramente esa alternativa no respetaría a esas personas en sus derechos más fundamentales y por lo tanto no parece aceptable.
Incluir los derechos humanos de manera expresa en el texto del acuerdo de París, permitiría entonces poner una barrera de defensa a las personas en situaciones más vulnerables, evitando situaciones como la descrita y “soluciones” que sólo acrecienten el problema para algunos.
Las negociaciones en este sentido han sido complejas. Una serie de países de todos los continentes han apoyado tanto de manera pública como privada que se haga este reconocimiento expreso, agregándose incluso menciones a los derechos indígenas y la consideración de cuestiones de género, a pesar de que estos dos temas en el último borrador sólo forman parte del preámbulo y ya no del articulado. El papel de Chile en esta área es aplaudible, pues ha sido uno de los países que se ha comprometido con la incorporación de los derechos humanos en el texto del acuerdo, siendo un activo impulsor de ello en las negociaciones.
¿Cuáles han sido las trabas a esta inclusión? Aparentemente hay dos grupos de países que son los que mayores problemas han puesto en este esfuerzo. Lo curioso es que ambos han seguido estrategias muy similares, que si bien aparecen como progresistas, claramente son lo contrario. La maniobra consiste en pedir que se haga un reconocimiento adicional a una categoría de derechos sobre los cuales hay menos consenso internacional y poner esa categoría como condicionante. La retórica es clara: “nosotros no sólo reconocemos los derechos humanos, sino que además queremos que se reconozcan derechos que van más allá”. Pero la consecuencia de esto es evidente: como la regla de aprobación del texto es el consenso, poner categorías aparentemente más inclusivas, pero que no son apoyadas por la mayoría, se vuelve autodestructivo, impidiendo que se reconozcan los derechos humanos en el tratado.
Los dos grupos de países que supuestamente han intentado esta estrategia, habrían sido los países árabes del golfo y los países latinoamericanos agrupados en ALBA (Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Cuba, entre otros). El primer grupo, intentando incorporar los “derechos de los pueblos ocupados” y el segundo intentando incorporar “los derechos de la madre tierra”, ambas cuestiones que si bien pueden ser adecuadas no tienen un reconocimiento internacional suficiente y por lo tanto, impuestas como condiciones, solo traban la incorporación de los derechos humanos en el acuerdo.
Una flexibilización de sus posturas es clave. El respeto por los derechos fundamentales, individuales y colectivos de las personas debe estar al centro de la discusión del cambio climático, pues son finalmente la razón de ser del esfuerzo de coordinación que las naciones están haciendo. Por lo mismo, es de esperar que los países en cuestión, especialmente los latinoamericanos, con quienes compartimos las raíces y los valores que sostienen los derechos humanos, cambien su postura y den finalmente el apoyo necesario para proteger a sus poblaciones.
Un mínimo ético de respeto con el prójimo, pone a los países en la necesidad de asegurar que ahora que se intenta salvar la situación, ello no se hará nuevamente a costa de las personas más vulnerables.

martes, 2 de junio de 2015

Chile trabaja en alianzas regionales para reducir efectos del cambio climático

Fuente: http://radio.uchile.cl/2015/05/31/chile-trabaja-en-alianzas-regionales-para-reducir-efectos-del-cambio-climatico
El calentamiento global producido por los gases de efecto invernadero parece no tener una línea de retorno, más todavía al conocerse un informe científico que reveló que dichos contaminantes alcanzaron un record histórico de 400 partes por millón en marzo. Distintos investigadores sobre cambio climático señalaron que la mega sequía que vive el país se vincula con este problema, y afirmaron que la pobreza es un factor determinante de mayor riesgo de las personas ante los cambios del clima.
El tema del cambio climático ha venido cobrando una importancia creciente desde que las naciones más desarrolladas del planeta iniciaron un trabajo coordinado con la ONU para mitigar e ir reduciendo las emisiones de los gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono (CO2), por la incidencia que tiene en el calentamiento global que afecta hoy al mundo.
Según un informe reciente elaborado por un grupo de científicos, las concentraciones de CO2 alcanzaron un promedio récord a nivel mundial de 400 partes por millón en marzo de este año.
En este contexto, Chile se ha involucrado con la ratificación de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en 1994 y el Protocolo de Kioto en 2002, que significa adquirir el compromiso ante la comunidad internacional de hacer frente al problema.
El Jefe de la Oficina de Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente, Fernando Farías, indicó que nuestro país pasó a formar parte de la Asociación Independiente de Países de Latinoamérica y el Caribe (AILAC) que componen Perú, Colombia, Panamá, Costa Rica y Guatemala.
El grupo busca establecer estrategias comunes para reducir la emisión de gases contaminantes e implementar acciones que permitan incorporar el concepto de adaptación frente a los impactos que genera este problema medio ambiental que ya se vive en distintas partes del mundo, y que se caracteriza por el alza de la temperatura.
En este sentido, el también doctor en Ciencias Ambientales de la Universidad de Londres dijo que “las alianzas que se están haciendo con países de la región también son un referente importante. Chile es parte del grupo de países denominado AILAC, donde participa en conjunto ante  los procesos de negociación, para tener una visión de bloque latinoamericano constructivo hacia un acuerdo internacional sobre el calentamiento global”.
El ingeniero químico explicó que Chile también juega un rol activo en el capítulo sobre cambio climático que contempla la Alianza del Pacífico de la cual forma parte junto Perú, Colombia y México.
En este marco, el especialista sostuvo que Chile tiene la potencialidad de crecer energéticamente a través de energías renovables, donde un ejemplo claro es la energía solar, situándose como líder a nivel latinoamericano en proyectos de energías renovables no convencionales (ERNC), señalando que la tendencia del país debería ser la de importar cada vez menos combustibles fósiles (petróleo) y aumentar la producción de energía propia a través de energía limpia.
Respecto de este crucial tema para la humanidad están trabajando connotados científicos nacionales, entre quienes se encuentran las investigadoras de nuestra universidad: Pilar Moraga del Centro de Derecho Ambiental de la Facultad de Derecho y Paulina Aldunce, profesora del Departamento de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales.
La profesora dirige la línea de investigación Dimensiones Humanas del centro de excelencia que reúne a diferentes disciplinas, tales como: derecho, economía y sociología, para trabajar en conjunto sobre los problemas sociales ligados con el cambio del clima.
La docente indicó que una de las preguntas transversales que se hizo el Centro tuvo que ver con el tema de la sequía y de cómo el Estado chileno ha ido respondiendo a los problemas asociados con la mega sequía, cuyos resultados se van a entregar en septiembre. “Sin perjuicio de esto existen otras iniciativas, como por ejemplo la línea legal, que está trabajando en un proyecto sobre legislación climática y sobre la necesidad y viabilidad para Chile de tener una Ley de Cambio Climático”, indicó.
La profesora de la Universidad de Chile destacó la importancia de poder formular esta pregunta de investigación, teniendo en cuenta de que hay otros países que ya han iniciado este camino y señaló que no se trata de tener ley por tener ley, sino de plantearse cuál es la necesidad real de que Chile tenga una ley y examinar si una normativa de este tipo podría contribuir a una mejor respuesta por parte de la comunidad y del Estado hacia el problema del cambio climático.
Pilar Moraga recordó que la Convención de Cambio Climático de 1994 puso énfasis en la estabilización y reducción de los gases de efecto invernadero y dijo que en esa línea Chile ha puesto su mayor esfuerzo en la mitigación, aunque reconoció las críticas por parte de amplios sectores a dicho énfasis en base a que el país solo aporte el 0,3 por ciento de los contaminantes que se vierten a la atmósfera, en comparación con el 44 por ciento que aporta Estados Unidos y China juntos.
La profesora puntualizó que el país ha firmado todos los tratados internacionales sobre esta materia, ha participado activamente en las negociaciones internacionales, se ha dotado de una política pública respecto del cambio climático de manera importante e indicó que el paso que viene ahora es un mayor conocimiento sobre la vulnerabilidad y tomar el fenómeno climático como una prioridad por delante de otros temas, y afirmó que debería ubicarse en los primeros lugares de la lista de prioridades “porque muchas de las otras prioridades depende de que se enfrenten bien los efectos que están por venir”.
La docente Paulina Aldunce dijo que sobre el cambio climático existe una relación directa de la población y los riesgos a los que se exponen, señalando que se asocia  con tres factores principales. La amenaza del cambio del clima, la vulnerabilidad y la exposición, lo cual se refiere a que las poblaciones están situadas en aquellos lugares donde puede producirse un impacto específico por el clima, por ejemplo, los habitantes emplazados cerca de una zona de inundación y afirmó que si no hay población viviendo en esos lugares geográficos, se evitan las catástrofes que afectan a las personas.
Dentro de las amenazas mencionó la lluvia extrema o las olas de calor. Además, explicó que la vulnerabilidad de la población está asociada con las diferentes características de las mismas.
Paulina Aldunde explicó que dentro de los factores de vulnerabilidad, uno de los más determinantes es la pobreza de la población. En este sentido, la investigadora de la Universidad de Chile indicó que “aquellos sectores de la población con menos acceso a recursos económicos, son aquellos que van a ocupar ciertos territorios de mayor riesgo. Las familias que tienen mayores recursos económicos pueden acceder a lugares más seguros, pero quienes no tienen la capacidad de comprar un terreno para poder vivir hacen apropiación ilegal de ciertos terrenos y la mayoría de las veces esos terrenos son vulnerables”.
La profesora señaló que otro factor que hace muy vulnerable a Chile en esta materia es el bajo acceso a la información que se tiene sobre cambio climático, y dijo que a pesar de que hay información disponible sobre el tema no siempre está en los medios de comunicación, señalando que cuando es posible tener acceso, muchas veces la información se presenta de manera tan complicada que tiende a confundir a los lectores.
Paulina Aldunce afirmó que la participación de la población es muy relevante respecto de la adaptación al cambio climático, porque es en el nivel local donde se sufren los impactos de este fenómeno. Por ejemplo, el agricultor situado en cierta zona geográfica, la persona que vive cerca del cauce de un río, señalando que ellos son los primeros receptores de los efectos, y quienes tienen el conocimiento local más detallado de los cambios de su espacio vital, por lo cual dijo que las personas son las llamadas a definir cómo adaptarse mejor al cambio climático mediante la participación temprana en la elaboración de los planes de adaptación.
La profesora puntualizó que el año pasado se aprobó el Plan de Adaptación Nacional (PAN) en conjunto con la futura entrada en marcha de nueve planes sectoriales, indicando que ya fueron aprobados el plan Silvoagropecuario y el de Biodiversidad, además, dijo que el plan de Acuicultura y Pesca se encuentra en la etapa de consulta pública.
La especialista indicó que ante la realización de la COP 21 de diciembre próximo, se espera que Chile se comprometa con una reducción del 20 por ciento de la emisión de contaminantes desde aquí hasta el 2020 y con el reforzamiento de todo lo relacionado con la adaptación.
Para la geógrafa de Fundación Terram, Javiera Espinoza, no basta que desde el Gobierno se exija a las empresas que cumplan ciertos estándares ambientales mediante el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), dando casi por cerrado el tema del medio ambiente bajo esas categorías.
La especialista afirmo que el cambio climático es un tema transversal sobre lo que ocurre hoy en nuestro territorio entendido como parte de lo que pasa en el planeta.
La profesional explicó que la ONG inicio una mesa de cambio climático en la que participan quince organizaciones ciudadanas, con el objetivo de examinar qué está haciendo el Gobierno y que es lo que debería hacer en esta materia. Además de observar de cómo el país habla de esto con el resto del mundo.
Javiera Espinoza recalcó que las grandes emisiones de gases de efecto invernadero que tiene Chile provienen de los sectores transportes y energía, en especial desde las plantas termoeléctricas distribuidas a lo largo del territorio, donde el 60 por ciento de la matriz eléctrica es térmica, y señaló que la nueva política del sector no fomenta en grado importante limpiar la matriz, sino más bien un impulso hacia la termoelectricidad, con la migración a gas.
Finalmente, la geógrafa aseveró que se trata de un tema que llegó para quedarse, por lo cual es una condición del planeta, donde la sociedad actual y futura tiene que aprender enfrentar, señalando que es muy importante la educación sobre cambio climático entendida como la relación del hombre con el territorio.
Chile y México son los dos países que ya presentaron sus borradores de propuestas ante la Cumbre de las Partes o COP21, que se realizará en diciembre en Francia y se espera que para fines de junio nuestro país tenga terminado el documento que llevará al foro internacional.