Con más de 6.000 kilómetros de costa, Chile es hogar de aproximadamente el 43% de las especies de ballenas conocidas en el mundo, lo que lo convierte en un hábitat clave para la conservación de estos mamíferos marinos. En este contexto, el tercer domingo de febrero se conmemora el Día de las Ballenas, una fecha destinada a promover la preservación y el respeto por estos cetáceos.
El compromiso de Chile con la protección de las ballenas se remonta a 1986, cuando la Comisión Ballenera Internacional (CBI) prohibió la pesca industrial de cetáceos en respuesta a la extinción de algunas especies debido a la caza indiscriminada. En 2008, el país dio un paso histórico al prohibir permanentemente la captura de todos los cetáceos en su océano jurisdiccional y declararlos monumento natural. Desde entonces, la Ley de Protección a los Cetáceos establece las aguas chilenas como zonas libres de caza y regula la interacción humana con estos animales.
La región de Ñuble, en particular, posee una zona marina-costera de gran riqueza biológica y potencial para el ecoturismo. Esta área es altamente productiva, albergando una diversidad de recursos marinos como merluza común, sardinas y jaibas, esenciales para la pesca artesanal local y regional. Además, Ñuble es un hábitat clave para pequeños cetáceos como el delfín chileno y una ruta migratoria para ballenas sei, jorobadas y franca austral, entre otras.
El seremi de Medio Ambiente, Mario Rivas Peña, explica la importancia de esta efeméride y las acciones que promueven la conservación de estas especies. “Las ballenas son los animales más grandes del planeta, y nuestra costa cuenta con lugares privilegiados para el avistamiento de diversas especies de cetáceos, como el Santuario de la Naturaleza “Islote Lobería y Lobería Iglesia de Piedra”. Por ello, hemos comenzado una serie de talleres de socialización en los que, en colaboración con los servicios públicos, el Municipio y la comunidad de Cobquecura, trabajaremos para crear una nueva área protegida más amplia. Esta área abordará las amenazas actuales mediante una zonificación que compatibilice la pesca artesanal y el desarrollo local, además de incluir un plan de acción enfocado en la conservación, con estrategias y un programa de educación ambiental”.
Los talleres se llevarán a cabo el próximo jueves 27 de marzo en Cobquecura, con el objetivo de socializar los objetivos de conservación y las amenazas, así como recopilar información para el diagnóstico socioeconómico de la pesca artesanal y el análisis biológico-cultural, en el marco de la creación de la nueva área protegida. Las siguientes fechas para los talleres serán el 29 de mayo, 10 de julio, 16 de octubre y 11 de diciembre.
Desde 2008, el Programa de Investigación Marina de Excelencia (PIMEX) de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas de la Universidad de Concepción ha llevado a cabo un catastro de mamíferos marinos, registrando la presencia de ocho especies de cetáceos en el Santuario de la Naturaleza Islote Lobería y Lobería Iglesia de Piedra de Cobquecura. Entre ellas, se han observado de manera recurrente ballenas sei, jorobadas, franca austral y fin, así como orcas y delfines chilenos.
En las costas de Cobquecura, existe la posibilidad de avistar 3 tipos de ballenas: La ballena franca austral mide entre 13 y 16 metros de largo y puede llegar a pesar 40 toneladas. Se caracteriza por su boca curvada y una mandíbula superior equipada con aproximadamente 260 barbas, que pueden alcanzar hasta 2,5 metros de longitud.
La ballena sei, cuyo nombre proviene del noruego y hace referencia al bacalao, uno de sus principales alimentos, habita en mar abierto. Su longitud varía entre 12 y 16 metros, con un peso que puede llegar a las 30 toneladas. Su piel es oscura en la parte dorsal y blanca en la zona ventral. Es una de las ballenas más rápidas, comparable en velocidad con la ballena azul, y prefiere las aguas profundas. Se distribuye en casi todos los océanos del mundo, excepto en el Índico y las regiones polares.
La ballena jorobada es una de las especies de rorcuales más grandes. Puede alcanzar los 16 metros de longitud y pesar hasta 36 toneladas, sin que su imponente tamaño le impida realizar espectaculares saltos fuera del agua. Es común observarla en exhibiciones naturales ante turistas en busca de avistamientos. Su morfología la distingue de otras ballenas por sus largas aletas pectorales, que utiliza con elegancia mientras se eleva en el aire.
El director del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura en la Región de Ñuble, Pablo Lazo, resalta la relevancia de conocer a las ballenas y otros mamíferos marinos que habitan en la zona: “Impulsamos labores en torno a la conservación de fauna marina mediante recomendaciones dirigidas a la comunidad, con énfasis en la importancia de evitar la contaminación de mares y ríos, ya que los residuos pueden afectar gravemente los ecosistemas marinos. Asimismo, se hace un llamado a respetar las distancias de observación para no alterar el comportamiento de los cetáceos y a informar a las autoridades en caso de avistamientos, permitiendo así un monitoreo eficiente y la prevención de incidentes, como posibles colisiones con embarcaciones”.
Según explica Lazo, Sernapesca desempeña un papel clave en la protección y fiscalización de los cetáceos, velando por el cumplimiento de las normativas que regulan su avistamiento. Su labor se centra en garantizar que las embarcaciones respeten las distancias mínimas de observación para reducir al máximo el impacto en la fauna marina. Estas normativas establecen una distancia de 50 metros para cetáceos menores, 100 metros para ballenas y 300 metros para la ballena azul. En el caso de la ballena franca austral, el acercamiento de embarcaciones está totalmente prohibido, permitiendo su avistamiento únicamente desde tierra.
Cabe mencionar que, el ecosistema marino de Ñuble, que incluye la población más importante de lobo marino común de la zona centro-sur de Chile, representa un gran atractivo turístico para Cobquecura. Asimismo, la presencia de una población residente de delfín chileno en la desembocadura del río Itata destaca la relevancia de esta región para la conservación de especies marinas endémicas. Por esta razón, se han desarrollado diversas actividades enfocadas en la educación ambiental, como ferias ecológicas, voluntariados durante la temporada de verano e instalaciones de señaléticas informativas sobre la flora y fauna de la zona.
Las ballenas desempeñan un papel fundamental en el equilibrio del ecosistema marino, ya que actúan como reservorios de carbono y contribuyen a la fertilización de los océanos al liberar nutrientes. Su conservación es clave no solo para preservar la biodiversidad, sino también para regular el clima. Estos hallazgos resaltan la importancia de seguir fortaleciendo las iniciativas de protección y concienciación sobre la biodiversidad marina en la región.