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lunes, 10 de octubre de 2016

El crecimiento no es desarrollo y el “crecimiento verde” es un mito

RODRIGO GARCIA PIZARRO - Ingeniero Civil, Universidad de Chile, Miembro de la CCTP (Comisión Ciudadana Técnico Parlamentaria para la Política y Matriz Eléctrica).
Como el paradigma del crecimiento ilimitado en un planeta limitado está camino a la tumba, el sistema ha ideado un modo de sobrevivencia, equivocado por cierto, que se ha definido como crecimiento o desarrollo verde. 
En primer lugar se hace necesario separar los conceptos "crecimiento" y "desarrollo", que equivocadamente se los considera sinónimos. Pero puesto que crecimiento continuo y desarrollo sustentable son incompatibles en un planeta finito, es necesario concebir un desarrollo sin crecimiento porque en el mundo que conocemos nada crece para siempre.
Los devotos del sistema, que hoy ostentan el poder, dicen que se requiere mantener al menos un 3% de crecimiento anual. Parecen no darse cuenta que eso significa duplicar en 20 años la producción de todo (acero, cemento, plásticos, vehículos de transporte, celulares, construcciones, carne, pescados, productos agrícolas, y numerosos etcétera). No ver la imposibilidad del crecimiento material continuo refleja la ceguera a que nos ha llevado la consumo-adicción.
Por otra parte, la biocapacidad del planeta esta excedida en 65%. Esto quiere decir que hoy se requieren 1,65 planetas para reproducir los recursos que consumimos y para absorber los residuos que el sistema productivo genera. Este factor tiene dos implicancias importantes:
  1. Haber sobrepasado en 1,65 la biocapacidad del planeta se manifiesta de diversas formas: colapso de la pesca, deforestación, agotamiento del agua fresca, hambruna y el aumento de las emisiones de dióxido de carbono originando el cambio climático global que se traduce en violentos temporales y sequías extremas y prolongadas, como las temperaturas record registradas en diversas partes del mundo y las espectaculares inundaciones nunca vistas en Paris y en Londres. Estos eventos extremos han inhibido la hasta hace poco habitual negación del cambio climático. Un escenario moderado sugiere que de continuar con la tendencia de población y consumo, en 2035 se requerirán 2 planetas para soportarnos, lo que implica que los efectos descritos y otros por venir se convertirán en catástrofes devastadoras e irremediables.
  2. La biocapacidad del planeta está excedida en un factor 1,65 y el PIB per cápita global es aproximadamente US$ 10.000, significa que para no sobrepasar la biocapacidad, el PIB per cápita global no debería sobrepasar, en números redondos, US$ 6.000 (10.000/1,65). Así, hoy los países que tienen un PIB per cápita mayor, deberán pensar que han sobrepasado un límite, y entrar a una etapa planificada de post-crecimiento o decrecimiento que, para soportarse socialmente requiere redistribuir con mayor equidad el ingreso de sus habitantes.
Pero antes de abandonar el paradigma del crecimiento por los estragos que inflige al medioambiente, el sistema ha buscado una tabla de salvación denominada crecimiento o desarrollo verde, que se basa sobre tres ideas fuente:
a. Aumentar la eficiencia en el uso de recursos,
b. Promover el reciclaje de materiales y la economía circular,
c. Aumentar el uso de energías renovables.
Sin embargo, a pesar de las innovaciones tecnológicas en eficiencia energética y protección climática, los resultados se muestran insuficientes, pues los daños ecológicos que ocasiona el sistema productivo han aumentado y siguen creciendo aceleradamente.
La Física nos dice que en cualquier transformación de materia energía, parte se aprovecha en el objetivo perseguido y parte se transforma en residuos inutilizables. Así, el reciclaje o el ciclo cerrado de los sistemas económicos no será suficiente, porque no hay ningún ciclo, por cerrado que sea, que pueda escapar al segundo principio de la termodinámica y todo proceso físico, en menor o mayor magnitud, seguirá aumentando el stock de residuos o contaminación.
El uso masivo de las energías renovables, tampoco soluciona el problema. En efecto, si imaginamos que se logra reemplazar el uso de toda la energía fósil por energías limpias, sería un gran paso para limpiar la atmósfera que respiramos; pero insuficiente para evitar la catástrofe climática pues los combustibles fósiles representan solo el 70% de las emisiones de gases efecto invernadero. El otro 30% proviene de la deforestación que disminuye la captura de CO2 , la agricultura industrial que degrada los suelos, la ganadería industrial que produce enormes cantidades de metano y óxido nitroso que son mucho más potentes causantes del calentamiento global. Por otra parte, la industria del plástico, cemento y acero también contribuyen enormemente (16% del total mundial) a las emisiones de metano a la atmósfera.
El punto entonces, no es el tipo de energía que usamos, sino para qué actividad la utilizamos. Si la energía limpia la empleamos en las mismas actividades para las que usamos los combustibles fósiles: arrasar los bosques, hacer más industrias ganaderas, aumentar la agricultura industrial, producir más cemento, acero, plásticos, y otras actividades que emiten enormes cantidades de gases efecto invernadero a la atmósfera, pero que satisfacen la demanda sin límite que promueve el crecimiento económico, el cambio climático y el deterioro de los ecosistemas que sustentan la vida seguirá su camino al colapso, pero en este caso alimentado con energías limpias. Para graficar el concepto, imaginemos que todos los automóviles fueran eléctricos y alimentados con electricidad de fuentes renovables, aun así el problema no se solucionaría porque se fabrican con acero y plásticos; y por último, ya no caben más autos en calles y carreteras que no pueden ampliarse sin consumir más cemento y acero.
El afán del crecimiento nos ha hecho concentrarnos primeramente en reemplazar los contaminantes combustibles fósiles; en lugar de atender prioritariamente el tema de fondo, que es el crecimiento económico perpetuo, que demanda crecientes niveles de extracción, producción y consumo, en un planeta ecológicamente sobrepasado.
El nuevo sistema económico global tendrá que apuntar al bienestar de todas las personas y reducir la huella ecológica que nos ahoga. Estos objetivos no son contradictorios puesto que el bienestar humano depende de la calidad de los ecosistemas. El decrecimiento de la producción material no es incompatible con altos niveles de bienestar.
El problema medioambiental solo se solucionará con un cambio importante en el sistema económico, entendiendo que el ‘desarrollo verde’ solo es posible en la medida que se acompañe del decrecimiento de la producción material.