El año 2011 se fue de manera violenta recibiendo el 2012 entre el crepitar del fuego en distintas regiones de nuestro país. Todos sabemos que el fuego no combustiona por milagro y junto a la tristeza de observar como el país se incendia (más allá de las flamas), se suma la impotencia, la incredibilidad, de saber que personas irresponsables son los que, de manera directa e indirecta, originan este desastre.
El día de ayer debimos acudir a la comuna de Ránquil aledaña al Río Itata donde se ubica el CFI Nueva Aldea que fue seriamente afectado temiendo, incluso, una potencial amenaza química cercana a la dependencias de su planta de celulosa.
Aunque se observó que el Complejo Industrial fue dañado mayormente en su Planta Paneles y que en su interior estaría controlado persistían los focos en los sectores aledaños lo que mantenía en alerta a todos los equipos desplegados en la zona en un escenario surrealista con una temperatura lacerante, colores de apocalípsis y aire denso por el humo. A eso se sumaban los rostros desencajados de muchos vecinos y de un nerviosismo que se sentía en el aire.
Junto con lamentar las más de 37 mil hectáreas arrasadas por el fuego en las regiones de Magallanes, Biobio y Maule es necesario analizar y diferenciar las posibles causas.
En primer lugar en las Torres del Paine el inicio del fuego se presume fue causado por un turista israelí (la nacionalidad no es tema en este caso) y que pudo no haber sido intencional pero que reviste responsabilidad directa de quien lo origino. No obstante, también tienen responsabilidad compartida las autoridades que no han tomado las medidas necesarias teniendo experiencias previas ineludibles por lo que resulta poco inteligente no haber diseñado protocolos de acción, mitigación, sanción y control más rígidos en los parques nacionales, propiedad de todos. No olvidemos al turista Checo que en 2005 quemó varios miles de hectáreas y solo pago una multa menor.
El daño al patrimonio natural es incuantificable dado que junto al bosque nativo impactado existe toda una industria de turismo que se mueve en el lugar que también sufre y se ve afectada. El Turismo debe también hacerse responsable de la sobrecarga de visitas y la debida capacidad de dar contención a esa carga. Si no puede, no es sustentable y es, en consecuencia, inviable. Pasarán una buena cantidad de años para que la zona pueda recuperarse de forma natural, característica por cierto, que la noble vegetación nativa posee y que la diferencia de otras en el país.
Los incendios de Biobio y Maule tienen otro prisma que es importante también poder analizar. La vegetación nativa es menor o, prácticamente, no existe en comparación con Magallanes. Las plantaciones o monocultivos, principalmente eucaliptus y pino (especies introducidas), en estas regiones se ha masificado en los últimos años (entre 1975 y 2000 un 67% de bosque nativo disminuyó entre ríos maule y biobio) y se nos acostumbra a vender el concepto de Bosques y sustentabilidad asociados a ellos que podríamos cuestionar por diferentes razones: su alta combustibilidad (trementina y colofonia, resina, en estado líquido y solido respectivamente, altamente inflamable), grandes extensiones de plantaciones forestales e incapacidad de las empresas forestales de poder dar control cuando este tipo de desastres ocurren ya sea en los predios donde se plantan como de los accidentes al interior de sus centrales o complejos industriales. Por otra parte se ha comprobado que estas plantaciones erosionan de forma sistemática los suelos al sustituir los bosques nativos (gran cosumo de agua de las especies exóticas). En síntesis, las plantaciones forestales no son bosques sino productos forestales en serie que no ofrecen ningún beneficio más que su procesamiento y réditos por venta de sus productos elaborados a sus accionistas.
Después de estos días tensos, de calor tortuoso y de presumible intencionalidad sobre el origen de los siniestros cabe preguntarse ¿por qué el estado, el gobierno, sus distintos servicios y privados no reúnen las condiciones ni apoyo necesario para prevenir y contrarrestar tan graves impactos? ¿por qué Conaf y Bomberos siempre se ven tan desvalidos, pobres, sin recursos cuando son los primeros en estar dando batalla al fuego? ¿por que el modelo forestal, avalado y subsidiado por el estado, prosigue su expansión sin que la opinión pública pueda hacer nada al respecto?
Días de calor, de rabia, de reflexión, de tensión, donde se extrapola un sentimiento en donde Chile se ve envuelto en llamas, se quema, se hace pedazos por modelos abusivos, por autoridades incapaces de fortalecer los tesoros naturales que tenemos en la Patagonia y en distintas partes del país, donde la experiencia de anteriores desastres no han servido de nada y con pasmosa tranquilidad vemos se repiten una y otra vez los mismos problemas siempre priorizando la inversión, el lucro y quitándole el foco a lo que realmente debiera importar: las comunidades que se ven afectadas y en desigualdad de condiciones por desastres de este tipo y, como es de público conocimiento, por eventos de contaminación industrial reiterados.
Chile, aquel rico país de américa del sur que expone sus recursos al mercado y que se observa incapaz de conservar y proteger los recursos de todos estalla en llamas afectando al mercado, a la economía, a su gente. Ahí comienza el dilema, comienzan las preguntas. ¿Será la naturaleza con su sabiduría infinita que de alguna manera nos quiere decir algo?