Buscar este blog

viernes, 4 de septiembre de 2009

Nuestra Agua: ¿ de quién es ?

Dos muchachos sudaneses beben agua de pantanos con tubos plásticos especialmente concebidos para este fin con un filtro, para filtrar las larvas flotantes que son responsables de la enfermedad del gusano de Guinea. El programa ha distribuido millones de tubos y ha reducido la extensión de esta enfermedad debilitante en un 70%.
Por Rodrigo de la O
Los días 3 y 4 de septiembre participé en un seminario internacional denominado EL DERECHO HUMANO AL AGUA Y LOS CONFLICTOS POR EL AGUA EN CHILE "HACIA UNA NUEVA CULTURA DEL AGUA”. Fue bien impresionante ver como se congregaron en la Universidad de Chile dirigentes y ambientalistas de todo el país como así también destacados invitados de distintas partes del mundo. Por nombrar a algunos estuvieron presentes Maude Barlow, Adrianna Marquiso, Sara Larraín, Fernando Dougnac, Obispo Luis Infanti, Jan Pablo Orrego, Nancy Yañez y Organizaciones, sindicatos y movimientos ciudadanos de todos los rincones de Chile.
Es impactante enterarse de que el agua, elemento fundamental para nuestra vida, escasea y que más encima se encuentra secuestrada en nuestro país por la empresa privada en concomitancia con nuestras leyes y con el estado. En dictadura se prepararon las bases para una ley inconsulta que en democracia ha permanecido inalterada muy a la medida del sector privado. Vivimos la crisis global más importante a nivel económico y humano de nuestro tiempo. La falta de agua para todos es el ejemplo más claro de la inequidad hereditaria del capitalismo sobre los mercados no regulados. La falta de agua el la primera fase del calentamiento global.
De niños comprendemos el agua como un bien inagotable. Este sencillo, y erróneo, aprendizaje provoca consecuencias impensadas. No sabíamos, ni entendíamos que podíamos quedar sin agua. Hasta ahora.
Obviamente, esto pasa por una insensibilidad sobre estos temas desde la educación y la cultura que, sinceramente, espero se revierta con suma urgencia debido a que no podemos seguir esperando, analizando o planificando estrategias. Se debe reaccionar hoy, no mañana.
Se prevé un escenario muy complejo para los próximos años. La falta de agua, el cambio climático, el aumento de la población contribuirá en que los conflictos se incrementen en su búsqueda. Los países desarrollados intentaran cubrir sus demandas de agua y eso, inevitablemente, creará conflictos armados. Como se sabe la guerra es una estrategia política para algunas naciones absolutamente válida.
Latinoamérica debiera tener el mayor acceso per cápita al agua del mundo, sin embargo, tiene el más bajo debido a la contaminación y a la privatización.
El agua como tal, en su simpleza y fastuosidad, es un derecho humano y no existe una lucha clara respecto del modelo económico que permite a las grandes compañías administrarla como un ”recurso”, como un producto debido a las ineficiencias que el estado ha tenido para privilegiar el consumo de la población y su libre acceso. A esto se suma una ley perversa que privilegia el desarrollo de estas grandes empresas mostrando una despreocupación absoluta en desprecio de las minorías étnicas, culturales y territoriales de distintos sectores afectados por estos abusos privados avalados por el estado a lo largo y ancho de nuestro país. Chile adoptó la manera de privatización más estricta del mundo cometiéndose un grave error.
Debemos, por tanto dejar de ver el agua como un "recurso" para nuestro crecimiento económico desafiando el sistema. Debemos ser capaces de ver el agua como un ecosistema viviente. Los gobiernos deben declarar el agua un bien público y un derecho humano.
El gobierno chileno debe apropiarse de los derechos de agua, sino lo hace habrá una crisis insostenible. Se debe restaurar, proteger, preservar de forma sustentable con un acceso equitativo, igualitario para todos los chilenos. El agua es nuestra, es de todos. El agua es vida y es un derecho humano acceder a ella. Según datos de la FAO más de 1200 millones de personas no tienen acceso al agua.
La concesión a las mineras debe terminar. Las compañías no pueden, ni deben, tener el poder de decisión sobre el agua. Nadie tiene el derecho de su apropiación como un producto personal.
El agua es un bien común de la gente, de la personas, de las generaciones futuras. Es obligación del estado protegerla siempre pensando en el futuro y su existencia para el consumo humano. Nada podremos hacer sino tenemos agua para beber, ni aire para respirar, ni tierra que labrar.
Es necesario hablar este tema con fuerza, de manera franca, frontal. No podemos perder más tiempo en debates estériles cuando millones mueren por falta de acceso al agua y otros ganan millones usufrutuando de ella.
Es tiempo de saber un planeta enfermo en el que nosotros somos artífices de que así sea. Al planeta se le exige más de lo que su biocapacidad puede asumir.
A la competencia depredadora existente, dentro de nuestro modelo neoliberal, se observa los renombrados tratados de libre comercio (TLC) como la forma legal de vender nuestro país.
La crisis no es un tema menor, ni lejano. La crisis está sentada en nuestras sociedades de manera transversal: ecología, energía, alimentaria, económico financiera, humanitaria. Solo es ser humano puede contrarrestarla respondiendo a su responsabilidad social, a la ética y con esperanza poder revertirla. Existen las capacidades, existen los recursos, solo resta la solidaridad.
Como desafíos esenciales debemos ser capaces de organizarnos socialmente y hacer un frente que permita determinar cuales son las pautas de acción que debemos caminar. No podemos mirar de forma pasiva algo que nos concierne a todos y que nos afecta de manera tan cruda y directa.
Debemos analizar nuestros estilos de vida y ver si somos parte o no del problema o de la solución. Honestamente sé que es muy difícil para muchos tomar posiciones u opciones. Sé que se debe sobrevivir en una sociedad tiránica que nos obliga a ser engranajes de un sistema despiadado que nos condiciona a ser muchas veces los que no queremos. Como sea el ver si de alguna manera podemos contribuir es una gran tarea y un gran paso.
Es necesario asumir los liderazgos con humildad, paciencia y no hacerles el quite por la sencilla razón de que hay que hacerlo. A emprender el desafío.
Ser actores activos implica asumir acciones creativas que permitan quebrar barreras y modificar conciencias. Para ello el arte, la cultura, las comunicaciones, la espiritualidad, sin ninguna duda, que son herramientas indispensables para salir de la inercia y abrirse a los desafíos existentes. Más aún cuando hoy Chile es el décimo país en inequidad en el mundo.
El agua es un elemento esencial para nuestra existencia y, por lo tanto, un bien común de uso público, un derecho y es una responsabilidad su mantención, preservación y aprovechamiento correcto para todos de forma igualitaria y equitativa.
En conclusión se hace imperioso, urgente, coordinarnos de forma responsable, inteligente y movernos hacia una nueva cultura del agua y luchar por lo que nos corresponde por derecho y dignidad. Terminemos con esa arrogancia mal aprendida de los empresarios, de la industria, de la politica y que sea la comunidad organizada la que tenga algo que decir, la que imponga el debate. No permitamos que nuestra desconexión, nuestra inercia despedace nuestro país, nuestra democracia.
Me pregunto, vivimos en un país realmente libre o seremos capaces de sacarnos la recolonización de encima.
Me respondo, La justicia no se pide se exige (Baltazar Garzón). Es nuestra responsabilidad.
A trabajar, a pensar, a accionar. Que exista una comunión, un compromiso con nuestro medio social y ambiental, un equilibrio en las ganancias e inversión en su más amplio sentido y que se puedan oir todas las voces.

No hay comentarios: