I. Municipalidad de Pelluhue |
Que ganas de empezar escribiendo que “la zona costera goza de una
proyección de desarrollo progresiva y que su buen comando ambiciona un futuro
promisorio en el empleo local y sus posibilidades de desarrollo turistico van
en auge dejando en el recuerdo la estela del terrible terremoto y maremoto de 2010”.
Pero no, no puedo, ya que majaderamente la comuna de Pelluhue en los últimos años
se ha visto administrada por personas incapaces de cumplir el rol al cual se
les llamó (vía elección en urna y por voto de concejales, respectivamente) y
resurge, de tanto en tanto, con noticias muy lamentables (como la caída de un
puente de varios millones hace unos meses y del que aún no hay señas, por
ejemplo).
Resulta tedioso entrar a hacer un análisis pero es
absolutamente necesario para poder enfrentar el escenario “rasca” y “patético” en
el que estamos hoy.
Parto haciendo el propio mea culpa ya que, más allá de que
si yo vote o no por los últimos alcaldes, debo asumir responsabilidad al ser
parte de un electorado que ha escogido, vía voto, lo que ha elegido. Esto lo
señalo porque es importante recalcar que siempre resultó “natural” el que en la
comuna de Pelluhue la alcaldesa anterior (María Luz Reyes Orellana) fuera
elegida por alta mayoría cuando era sentenciada por cohecho y, al mismo tiempo,
destituida, prohibiendo su postulación a cargos públicos por 5 años (los muertos votaban, de película). A esto hay
que sumar la incompetencia del sistema, su burocracia y poca celeridad para
evitar que una persona con un proceso en curso pudiera ser parte de una
candidatura que, como sucedió, dejo a la municipalidad de Pelluhue más de un
año sin alcalde definitivo (asumió interinamente el entonces administrador municipal Alberto Verdugo) producto de una pugna obtusa e infantil del concejo municipal
para poder ejercer el “trono del feudo”.
Como si fuera poco una vez decidido el nuevo remplazo, esta
vez en elección remitida al concejo municipal, con nuevas denuncias por
abandono de deberes de por medio, ausencias sostenidas y rumores de
transacciones por debajo de la mesa para que los distinguidos se dignaran a
votar, cuestión muy bizarra por cierto, ya que el sentido común me dice que el
que debiera haber sido alcalde, por imposibilidad del electo, es el que sacó
segunda mayoría evitando toda esa pestilente situación. Así entiendo la
democracia, pero no, no es así, existe un sistema binominal que lo enrarece y
lo confunde todo generando estas batallas de egos y alcaldías particulares con
cuoteos políticos que, francamente, me tienen hastiado.
Ahora resulta que el alcalde (Carlos Enrique Zúñiga
Villaseñor) que se había elegido entre los concejales, en este eterno y ladino
tira y afloja, de un concejo municipal mezquino y despreocupado de la realidad de su
entorno, es destituido nuevamente por
malversación de fondos, notable abandono de deberes y faltas graves a la
probidad administrativa en primera instancia por la corte de Talca (fallo unánime,
de difícil apelación).
Sinceramente, junto con darme una rabia absoluta, me da
tristeza al ver como personas en las que uno ha creído (desde lo personal como también
en el voto colectivo) desdibujan el camino perdiendo códigos éticos y morales importantes
que pienso van de la mano al asumir un trabajo complejo considerando esa doble
responsabilidad en la vocación del servicio público y la obligación de ser siempre
un trabajador honesto, características ineludibles que implican el ser alcalde
(que junto al cargo de concejal son los primeros eslabones entre ciudadanía y política).
No quiero entrar en el cliché de que nosotros les pagamos el
sueldo y esas cosas. Solo quisiera insistir que es tiempo de que Pelluhue
despierte y dejemos de ser una comuna corrupta que se ha acostumbrado a la asistencia, a la “naturalización
de las cosas”, a tranzar sus valores y vender su dignidad. A dejar de entender
el voto como un canje de favores. Construir una comunidad implica entender que
todos tenemos que ser parte de esa construcción, que el voto es un bien
invaluable en el ejercicio de la democracia y que es la llave que tenemos para
construir un mejor país y que la selección de la política y nuestras autoridades
locales es un deber y nuestra responsabilidad.
Un llamado a los políticos y que también asuman las
responsabilidades que a ellos les compete en los representantes que ellos han
apoyado. La política se hace en las trincheras y en las comunas es donde
comienza, donde nace. Es importante que den señales claras y puedan
reconocer sus propios yerros también en este empantanamiento abrumador. La gente lo nota, lo siente y está cansada.
Es tiempo de entender que, cual mas cual menos, todos somos
responsables de que la situación haya llegado hasta donde ha llegado en la
comuna de Pelluhue. Ojalá que seamos capaces de reaccionar y dejar de perder el
tiempo con “ediles de papel” que solo han pensado en ejercer un cargo para
sentir el poder y la gratificación personal, lo que les ha permitido andar
pisando nubes en lo alto con el riesgo, como resulta obvio, de pisar en falso y
caer estrepitosamente.
De ninguna manera quisiera hacer sorna de lo que ha
acontecido porque de verdad no me hace ni la más mínima gracia. Espero que sea
la oportunidad largamente anhelada de que nuestra comuna comience de una buena
vez a surgir y relucir de la manera que siempre se ha merecido.
A despercudirse, a despertar y, en este año de elecciones, seamos capaces de responsabilizarnos, abrir las alas, dejar de perder un
tiempo precioso, irrecuperable y comenzar a ser la comuna pujante, emergente
que Pelluhue se merece y debe ser. Por el bien de todos.