Columna de Richard Branson - http://www.df.cl/dfs/columnistas/richard_branson.html
La conferencia sobre cambio climático de Naciones Unidas en Cancún a principios de diciembre se topó con negatividad y apatía. Mientras yo tomaba parte en las reuniones, fue evidente que después del fracaso de las conversaciones de Copenhague a fines del año pasado, no habría ningún acuerdo sobre reducir las emisiones y abordar el cambio climático. Pero hay demasiado en juego para que nos demos por vencidos y nos vayamos a casa. Ahora corresponde a la comunidad empresarial tomar la iniciativa; y con un poco de ayuda del gobierno, podemos tener éxito.
Creo en esta causa muy firmemente, y también pienso que a menos que empecemos a conservar la energía y a desarrollar combustibles alternativos, enfrentaremos una crisis mundial causada por los problemas del cambio climático. Esta tendrá impacto en el suministro de alimentos y agua, y pudiera provocar una crisis económica que tendría el potencial de ser mucho más dolorosa que la recesión actual. Así que el año pasado ayudé a lanzar la Sala de Guerra contra el Carbono, una ONG global enfocada en las empresas. Nuestro objetivo es alentar a los emprendedores y empresas para entablar una batalla contra el cambio climático: Pretendemos lograrlo liberando capital para ofrecer soluciones escalables que tengan sentido comercial.
Un sector que necesita desesperadamente modificación y cambio es la industria del transporte marítimo, que es un enorme emisor de gases de invernadero. Si la flota naviera global fuera un país, sería el sexto emisor más grande de gases de invernadero, después de Alemania.
La Sala de Guerra contra el Carbono ha clasificado las eficiencias de todo tipo de embarcación oceánica e iniciado un sistema de eco-etiquetación de los barcos limpios y sucios que esperamos transformará a la industria; es el primer paso para hacer reducciones a escala de gigatones en las emisiones. Una etiqueta de índice universal para cada barco ofrecerá una sencilla calificación de la A a la G, similar a las calificaciones energéticas vistas comúnmente en los refrigeradores, las lavadoras y secadoras, y los televisores. Esto permitirá a los clientes seleccionar a los mejores barcos en cada flota, y ayudará a los dueños más progresistas a mostrar cuán eficientes y efectivos en costos son sus barcos en comparación con la competencia.
A medida que las compañías que dependen de las empresas navieras empiecen a confiar en esas etiquetas, podremos esperar que tomen mejores decisiones para sus empresas y el medio ambiente. Esto debería eliminar las barreras que impiden que el capital fluya hacia las tecnologías navieras más limpias. La eco-etiquetación, esperamos, actuará como catalizador para que la industria marítima se vuelva no sólo sustentable, sino también más rentable con el tiempo, conforme las eficiencias entren en juego.
Sería útil que los gobiernos evitaran gravar nuevas formas de energía y tecnología sustentables, alentaran la inversión y, a medida que la gente se aleje de las fuentes de energía no renovables, empezaran lentamente a elevar los impuestos a la red de energía antigua y a las industrias que dependan de ella. Eso es todo lo que verdaderamente necesitamos que hagan los gobiernos, para que así las compañías individuales puedan hacer el resto, porque la comunidad empresarial siempre ha impulsado el progreso con más rapidez y eficiencia de lo que pueden hacerlo los gobiernos.
Pero los emprendedores no pueden depender de que los gobiernos en todas partes adopten esas políticas, y muchos están siguiendo adelante solos. Consideremos a la industria de las aerolíneas, que actualmente representa 2% de las emisiones de CO2 globales; una cifra que se proyecta crecerá rápidamente. Las compañías en este campo están desarrollando y probando todo, desde biocombustibles sustentables para la aviación hasta sistemas de control de tráfico aéreo más eficientes.
En Cancún, la Sala de Guerra contra el Carbono también celebró la primera entrega anual de Premios Gigaton, que reconocen a las compañías que mostraron liderazgo en reducción de emisiones y prácticas sustentables. Los seis galardonados tuvieron iniciativas de sustentabilidad firmes que incluyeron un conteo amplio de las emisiones.
Celebramos a Nike por su programa de ahorro de energía, que incluye su Herramienta de Diseño de Ropa Ambiental que los diseñadores usan para tomar decisiones en tiempo real que reduzcan los impactos ambientales de su trabajo. En la categoría de energía, reconocimos a Suzlon por sus logros en la gestión de sus emisiones y alcanzar hitos de sustentabilidad. Otros ganadores incluyeron a Reckitt Benckiser Group, 3M, Vodafone Group y GDF Suez. Nuestra esperanza es que al individualizar a los precursores que han cambiado la forma en que hacen negocios, alentemos a otras compañías a actuar.
Expertos predicen que el mundo tendrá que invertir más de US$ 550.000 millones anualmente para hacer de la próxima generación de la industria una realidad de bajas emisiones de carbono; evidentemente, un cambio así debe ser encabezado por las empresas y la comunidad de inversión. Esto no es una decisión entre el sacrificio y la prosperidad, o la contención y el desarrollo. Los negocios son una fuerza a favor del cambio, y estos son cambios en los que podemos mostrar al mundo el camino.