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domingo, 29 de noviembre de 2009

No hay Calma sin Tormenta: Los Robles a la Suprema

@rodrigodelao
La semana recién pasada la Corte de Apelaciones de Talca entregó el fallo relacionado con los 11 recursos de protección presentados en contra de la Termoeléctrica Los Robles de la transnacional AES Corp y su filial nacional Gener en defensa de comunidades, instituciones y organizaciones ciudadanas locales.
Aunque siempre mantuvimos la secreta esperanza de que los ministros pudieran llegar a comprender cuál es el fondo del problema y anularan el Estudio de Impacto Ambiental ante los evidentes vicios en su proceso de aprobación solo se remitieron a los aspectos estrictamente legales, formales. Por lo tanto, no resulta sorprendente el fallo que en un resultado de 2 a 1 (no fue unánime como lo señalan algunos medios) no acoge los recursos debiendo en los próximos 10 días hábiles, a partir del Lunes 30 de noviembre, presentar la apelación en la corte Suprema.
Es amargo, es incomodo, molesto, pero es parte del proceso. Esto es de largo aliento y lo debemos enfrentar más unidos que nunca. Debemos ser protagonistas y no meros espectadores que tomamos palco frente a este tipo de arbitrariedades. Es una batalla que se gana por cansancio y siempre lo hemos sabido resultando aun más agotador cuando nuestro fundamento y fuerza es la razón y no el dinero, es la preservación y no la destrucción. Es validar nuestras prácticas económicas hacia un desarrollo ecoeficiente del tipo sustentable, que pueda ser armónico con nuestro entorno, con nuestra naturaleza y ecosistemas. Es plantear un desafío a nuestra sociedad en conjunto: autoridades, políticos, jueces, privados, trabajadores, ciudadanos y ser capaces de ser actores de nuestro futuro de manera constructiva siendo parte del ciclo natural positivo y no contribuir a su fractura. Hay mucho que hacer, mucho potencial que aprovechar y que no estamos dispuestos a arriesgar. Corremos vertiginosos tiempos en que la reacción es urgente, necesaria, evidente. Movimientos ciudadanos en distintas partes del país convergen, se comunican, dialogan, se organizan y de manera natural plantean temáticas y estrategias conjuntas, transversales, entendiendo que existe un problema modelo-país que lástima y degrada nuestro patrimonio natural de distintas y aberrantes maneras. Debemos aprender que cualquier actividad tiene un impacto en nuestro entorno. Este impacto se ha denominado “huella ecológica” que es la suma de todos los impactos que generamos al movilizarnos, consumir recursos, eliminar desechos, etc. Más aún existen métodos que te permiten medir tu huella ecológica y de esa manera obtener tu línea base de impacto ambiental, pudiendo asumir cambios en tu actuar que disminuyan ese impacto, si estas dispuesto a ello.
De esta forma, tenemos las herramientas para saber que hacemos, que impacto generamos y que medidas podemos tomar para disminuir dicho impacto. Así cualquier persona, sea o no parte de una agrupación ecologista, puede contribuir a un desarrollo sustentable.
En los medios de comunicación nos enteramos que este compromiso se le exige o propone a cada uno de nosotros, incluso a algunas empresas para que inviertan en sistemas menos contaminantes. Diferentes entidades gubernamentales generan textos o realizan foros en torno a estos temas, lo que hace sentir que habría una real intención.
Pero, ¿qué pasa cuando las decisiones a nivel país no consideran estos factores?
Lo primero es una negativa y fuerte señal de la baja preocupación real y concreta hacia nuestro ambiente.
Además, se genera una desconfianza hacia estos eco-compromisos, hacia las propuestas del Ministerio del Medio Ambiente, que pierden toda legitimidad cuando, por ejemplo, se aprueba un proyecto como la Termoeléctrica Los Robles (en la costa de la Región del Maule) y donde las observaciones de la comunidad o el recurso de protección interpuesto por 600 personas de Chanco contra la Corema del Maule fueron rechazados. A esto se suma el ya conocido informe de la Comisión Recursos Naturales y Medio Ambiente con respecto al proyecto que lo desaprueba desde su génesis.
Este proyecto pretende consumir 2.230.000 toneladas al año de carbón, que traerá desde Australia y generará más de 4 millones de toneladas de cenizas entre otros tantos efectos ambientales, que siguen siendo justificados con la “necesidad de generar electricidad”.
No es la idea desconocer la necesidad de energía, pero antes debemos lograr un uso eficiente de ella y, paralelamente, potenciar de manera óptima las ENRC (Energías Renovables No Convencionales) como el viento, las mareas o el sol, dejando de lado opciones altamente contaminantes como es el uso de carbón, que nos aleja de las propuestas de reducción de emisiones de carbono a la atmósfera y nos acerca a un peligroso crecimiento a cualquier costo.
Vemos con desesperación como se cruzan y divergen opiniones respecto de un mismo tema. La Comisión de Recursos Naturales y Medioambiente de la Cámara de Diputados fue categórica en su informe de investigación del proceso de aprobación del proyecto Los Robles al concluir que “En resumen, creemos que aquí ha habido situaciones muy oscuras, muy lamentables y nosotros vamos a ejercer nuestra función fiscalizadora”, prosiguió el diputado Roberto Sepulveda, presidente de la Comisión, manifestando que “vamos a colocar los antecedentes en manos de la Contraloría General de la República, del Ministerio Público y también del Consejo de Defensa del Estado (…) ese Estudio de Impacto Ambiental, a nuestro juicio, debiera ser absolutamente nulo”.
Debemos actuar nuevamente, una vez y mil más si fuese necesario. Asumimos el reto desde un comienzo de forma natural buscamos agruparnos, conmovernos, exigir nuestros derechos y generar posturas que permitan proponer opciones que contribuyan y no rompan con los proyectos locales existentes.
En mis actividades diarias como Vigilante Costero en la Zona Maule Itata debo recoger las inquietudes y preocupaciones de las distintas comunidades existentes. Muchos se sienten desvalidos, desprotegidos y demuestra como nuestro sistema pierde el rumbo y desdibuja lo que realmente importa: el derecho a su gente a decidir sobre su futuro y de vivir en un ambiente limpio como siempre ha sido.
A no tener verguenza y que la espada del voto sea una oportunidad ineludible de seleccionar a aquellos que piensan en todos y no solo en unos pocos.