@rodrigodelao #sinfiltro #opinion
La respuesta natural y lógica es decir que no. Sin embargo, tristemente, me doy cuenta que sí. Ejemplos sobran en el "puro Chile es tu cielo azulado", en esa rara copia en que se ha convertido nuestro feliz edén. Así que si se me escapa alguno me dicen, por favor.
Aquí, cerquita, tenemos la demencial industria de celulosa con sus “serpientes gigantes”, como la Nueva Aldea en Ranquil, que atraviesa el río Itata y varias comunas, descargando su mierda, sin que nadie sepa a ciencia cierta que es y cuál es su impacto en el mar de Boca Itata, internándose en el océano como dos kilómetros por el lado norte del río. Más encima, pretende construir, la misma empresa (Arauco) otro ducto en Mehuín, desde su planta Valdivia. En Mehuín, dan la pelea hace años evitando la construcción del monstruo en que se convierten estos putos ductos. Es un antes y un después, en que la empresa se adueña de la conciencia y los territorios, con su juego sucio y con todo lo duro que es convertirse en una comunidad dividida. No obstante, en Mehuín dan batalla todavía, con un corazón enorme defendiendo lo que creen suyo, su fuente de trabajo de descanso y recreación, de expansión. Lo que es de todos a fin de cuentas.
Entiendo tan bien cuando se pone en riesgo algo que uno ama, es un poco egoísta reconozco, ya que muchas veces mientras no te afecta directamente es un problema de otros, no mío. Pero cuando te afecta, a tí, a tu familia, a tu barrio, a nuestros ríos, nuestra maravilla de mar entiendes que ya no es de otros el problema y entiendes tambien que el planeta es un uno solo y no es tan inmenso como se cree.
Nuestras aguas hoy están muy amenazadas. Junto a la escasez preocupante observamos como se han ensuciado nuestras playas y ríos. Como se le ha faltado el respeto al mundo marino y espero estemos a tiempo de evitar convertirlo en una cloaca, en un océano perdido, en un gran vertedero.
Y que derecho tenemos de hacerlo, por cierto.
Aquí, cerquita, tenemos la demencial industria de celulosa con sus “serpientes gigantes”, como la Nueva Aldea en Ranquil, que atraviesa el río Itata y varias comunas, descargando su mierda, sin que nadie sepa a ciencia cierta que es y cuál es su impacto en el mar de Boca Itata, internándose en el océano como dos kilómetros por el lado norte del río. Más encima, pretende construir, la misma empresa (Arauco) otro ducto en Mehuín, desde su planta Valdivia. En Mehuín, dan la pelea hace años evitando la construcción del monstruo en que se convierten estos putos ductos. Es un antes y un después, en que la empresa se adueña de la conciencia y los territorios, con su juego sucio y con todo lo duro que es convertirse en una comunidad dividida. No obstante, en Mehuín dan batalla todavía, con un corazón enorme defendiendo lo que creen suyo, su fuente de trabajo de descanso y recreación, de expansión. Lo que es de todos a fin de cuentas.
Entiendo tan bien cuando se pone en riesgo algo que uno ama, es un poco egoísta reconozco, ya que muchas veces mientras no te afecta directamente es un problema de otros, no mío. Pero cuando te afecta, a tí, a tu familia, a tu barrio, a nuestros ríos, nuestra maravilla de mar entiendes que ya no es de otros el problema y entiendes tambien que el planeta es un uno solo y no es tan inmenso como se cree.
Nuestras aguas hoy están muy amenazadas. Junto a la escasez preocupante observamos como se han ensuciado nuestras playas y ríos. Como se le ha faltado el respeto al mundo marino y espero estemos a tiempo de evitar convertirlo en una cloaca, en un océano perdido, en un gran vertedero.
Y que derecho tenemos de hacerlo, por cierto.
El Complejo Forestal Industrial Nueva Aldea ya lleva
funcionando años botando su mierda al mar (o al río Itata que para mí es lo mismo) y los vecinos han sido obligados a
vivir con esta mega cañería de más de 50 kilómetros de largo, con sus continuas
fallas, contaminación de predios y fuentes de agua. Por meses han debido ser
suministrados por procesos negligentes de esta planta quienes contaminaron sus punteras o fuentes de toma de agua históricas. Demencial, prepotente, morboso y arbitrario. Todo con el gentil aval del estado y sus servicios que, con chapita corporativa incluida, se encargan de la "intermediación" (plop!) y el clásico “queremos lo mejor para la comunidad”, sometiéndose, subordinándose al poder económico empresarial, relegando y conteniendo a la comunidad con "mesas de diálogo o trabajo" que solo diluyen las responsabilidades de quien ha cometido la falta o perjuicio hacia la comunidad.
En muchos casos, los servicios de gobierno se sientan junto a la empresa en vez de sentarse junto a la comunidad que les eligió, precisamente, para emplazar a los responsables de este tipo de situaciones independiente de su origen. Mundo al revés. Temen, pienso, se les exija a ellos tambien responsabilidades, aunque sea técnicas (o más), en el otorgamiento de los permisos ambientales cuando las consecuencias de dichos permisos puedan haber afectado a la comunidad o nuestro medio ambiente de manera dolosa.
En muchos casos, los servicios de gobierno se sientan junto a la empresa en vez de sentarse junto a la comunidad que les eligió, precisamente, para emplazar a los responsables de este tipo de situaciones independiente de su origen. Mundo al revés. Temen, pienso, se les exija a ellos tambien responsabilidades, aunque sea técnicas (o más), en el otorgamiento de los permisos ambientales cuando las consecuencias de dichos permisos puedan haber afectado a la comunidad o nuestro medio ambiente de manera dolosa.
La autoridad local no da el ancho porque los municipios tienen una visión
muy cortoplacista de la sociedad lo que impide políticas de resguardo a largo
plazo en torno a un desarrollo que valore e involucre a su comunidad y destaque
aspectos ambientales, turísticos, culturales y/o identitarios, de manera
permanente. No existe ese riesgo porque hay que invertir y trabajar más; demorándose, también más, en el desarrollo, cumplimiento y gozo de réditos de esos objetivos, por lo que un periodo no alcanza. Conviene, en el corto plazo, a los municipios destinar objetivos de cumplimiento programático y de asistencia social lo que, políticamente, les permite destinar tiempo y recursos para maniobras de campaña en la búsqueda, casi visceral, de la permanencia en el poder (político-partidista).
Sumemos tambien la responsabilidad social empresarial (RSE), el traje perfecto para que cualquier empresa, bajo esa premisa, otorgue beneficios de algún tipo siempre y cuando no existan acciones legales en su contra y los municipios locales mantengan su línea empresarial aceptando las dádivas de la empresa "benefactora". Un simple y siniestro golpe de vuelta de tortilla donde la empresa reina y los demás aplauden aceptando su juego.
Sumemos tambien la responsabilidad social empresarial (RSE), el traje perfecto para que cualquier empresa, bajo esa premisa, otorgue beneficios de algún tipo siempre y cuando no existan acciones legales en su contra y los municipios locales mantengan su línea empresarial aceptando las dádivas de la empresa "benefactora". Un simple y siniestro golpe de vuelta de tortilla donde la empresa reina y los demás aplauden aceptando su juego.
Proyectos industriales invasivos de gran escala como los asociados
a la industria forestal y celulosa, ó, como los centros acuícolas que otra empresa (Inv. Pelicano S.A.) pretende instalar interviniendo el borde costero de Biobio y Ñuble con concesiones marítimas de decenas de hectáreas imponiendo
un modelo de negocio acuícola experimental de alto impacto y de alcances insospechados en una zona con un evidente potencial turístico y patrimonial.
¿Tendrán algo que decir las personas que viven ahí? ¿El mar es de aquellos que pueden invertir en él o yo también tengo derechos si no quiero hacerlo? ¿El océano, los ríos chilenos de quien son? ¿Cual es mi mar y cuál es el de Chile? ¿Es una obligación permitir los proyectos o puedo decir algo al respecto? ¿Si yo soy buzo; recolector de orilla; deportista náutico; turista; residente, puedo opinar?
Para mí es una obligación despertar y decir como comunidad que sí tenemos algo que decir, que no somos tontos y que algo entendemos o queremos decir. Por ejemplo, que la vocación natural de la zona es otra y que están locos si piensan que algo así pueda prosperar. Que la visión de la comunidad es vital para cualquier enfoque o modelo de expansión. Esa es la clave y esencia de un país en democracia. Es lo que pienso. Debatamos. Con altura de miras, sin egos, pensando en el otro, creciendo, cambiando, de verdad. Como podemos ser tan inteligentes y tan imbeciles al segundo. Es impresionante, pero aún confío.
Es importante saber como se desarrollan los procesos y como actúan empresas o ministerios frente a la comunidad y municipios. Es muy triste cuando grandes capitales terminan por corromper, de alguna manera, municipios y organizaciones sociales. Nuestro llamado siempre ha sido a construir valores de identidad por lo que jamás dejen que compren su conciencia. Lo que debe primar en este tipos de situaciones es el bien común, nuestra libertad de elegir y levantar la voz. Eso no tiene precio, la dignidad no se vende. Las comunidades o ciudades costeras de Chile deben ser capaces de reunirse, jamás dividirse, y debatir respecto de los proyectos de inversión existentes, ya sean de índole publico o privado, y evitar se siga saqueando nuestro país por intereses privados y mezquinos.
Debemos se capaces de defendernos como comunidades de la delincuencia y corrupción, a todo nivel, desatada que existe hoy en Chile.
Empresas invasivas, extractivas, solo corrompen un sistema social equilibrado afectándose de manera grave nuestra naturaleza, nuestro patrimonio e infraestructura social, como así tambien, el modo y calidad de vida que distintas comunidades han desarrollado en torno al mar y nuestros ríos; de forma armónica y natural, mejorando las prácticas orientadas hacia un turismo patrimonial y sustentable en el tiempo. Un desarrollo que crezca y se consolide respetando nuestros atributos, ante todo. Lo contrario es ilógico y poco inteligente. Es imperdonable que nuestras autoridades sean los que permitan tanta tiranía de un modelo que lástima o les pasa factura a comunidades vulnerables de distintos lugares del país. Las externalidades siempre las pagan los que menos se benefician del modelo. Eso es muy injusto y no podemos permitirlo eternamente. Con todo respeto.
¿Tendrán algo que decir las personas que viven ahí? ¿El mar es de aquellos que pueden invertir en él o yo también tengo derechos si no quiero hacerlo? ¿El océano, los ríos chilenos de quien son? ¿Cual es mi mar y cuál es el de Chile? ¿Es una obligación permitir los proyectos o puedo decir algo al respecto? ¿Si yo soy buzo; recolector de orilla; deportista náutico; turista; residente, puedo opinar?
Para mí es una obligación despertar y decir como comunidad que sí tenemos algo que decir, que no somos tontos y que algo entendemos o queremos decir. Por ejemplo, que la vocación natural de la zona es otra y que están locos si piensan que algo así pueda prosperar. Que la visión de la comunidad es vital para cualquier enfoque o modelo de expansión. Esa es la clave y esencia de un país en democracia. Es lo que pienso. Debatamos. Con altura de miras, sin egos, pensando en el otro, creciendo, cambiando, de verdad. Como podemos ser tan inteligentes y tan imbeciles al segundo. Es impresionante, pero aún confío.
Es importante saber como se desarrollan los procesos y como actúan empresas o ministerios frente a la comunidad y municipios. Es muy triste cuando grandes capitales terminan por corromper, de alguna manera, municipios y organizaciones sociales. Nuestro llamado siempre ha sido a construir valores de identidad por lo que jamás dejen que compren su conciencia. Lo que debe primar en este tipos de situaciones es el bien común, nuestra libertad de elegir y levantar la voz. Eso no tiene precio, la dignidad no se vende. Las comunidades o ciudades costeras de Chile deben ser capaces de reunirse, jamás dividirse, y debatir respecto de los proyectos de inversión existentes, ya sean de índole publico o privado, y evitar se siga saqueando nuestro país por intereses privados y mezquinos.
Debemos se capaces de defendernos como comunidades de la delincuencia y corrupción, a todo nivel, desatada que existe hoy en Chile.
Empresas invasivas, extractivas, solo corrompen un sistema social equilibrado afectándose de manera grave nuestra naturaleza, nuestro patrimonio e infraestructura social, como así tambien, el modo y calidad de vida que distintas comunidades han desarrollado en torno al mar y nuestros ríos; de forma armónica y natural, mejorando las prácticas orientadas hacia un turismo patrimonial y sustentable en el tiempo. Un desarrollo que crezca y se consolide respetando nuestros atributos, ante todo. Lo contrario es ilógico y poco inteligente. Es imperdonable que nuestras autoridades sean los que permitan tanta tiranía de un modelo que lástima o les pasa factura a comunidades vulnerables de distintos lugares del país. Las externalidades siempre las pagan los que menos se benefician del modelo. Eso es muy injusto y no podemos permitirlo eternamente. Con todo respeto.
Lo principal, es defender a
nuestras comunidades por el simple hecho de que se debe respetar la decisión
del futuro del territorio, incluyendo primero a los residentes locales, obvio. Curanipe, Pulllay, Cobquecura, Colmuyao, Mela,
Buchu, Taucu, merecen respeto. No puede
llegar el Señor "quien sea", o el "dios MOP" y pretender cambiar la historia con el poder de su dinero o influencias. Es un abuso y no debemos dejar que se pase a llevar a la comunidad. Resulta indigno y extemporáneo.
En Constitución, se han mamado una celulosa en medio de la ciudad hace más de cuarenta años y a todos pareciera darles lo mismo. ¿Eso es normal? ¿Que es lo normal? ¿Quien cresta norma? ¿Para quien se norma?.
Tambien está candente la amenaza en el Río Ñuble y la zona de embalse Punilla y una central (Hidroñuble) hidroeléctrica. Sumemos Caimanes y su drama con Pelambres y El Tranque El Mauro en el norte; el Proyecto Hidroelectrico Alto Maipo en la Región Metropolitana; la cagadita que están dejando en Mina Invierno en Isla Riesco en el sur y que, más encima ahora quieren tronaduras no incluidas en su RCA. También, siguen queriendo represar e inundar más de 13 mil hectáreas en Patagonia, en el Puelo y Cuervo, en una presentación de proyecto que huele mal. De patio!
El Estado, o gobierno de turno, toma palco y se transforma en un ente visador que se subordina y hace reverencia a los grandes flujos que están haciendo pedazos nuestros recursos, aumentando nuestra adicción al extractivismo de materias primas y dando pasos cósmicos de distancia de la creación criolla de tecnología y conocimiento de vanguardia que debiéramos tener como siguiente desafío dando un giro hacia la sustentabilidad.
No se puede dejar de mencionar el escaso aporte de la sociedad en su conjunto respecto de uso de espacios públicos compartidos. Es muy triste y molesto para las comunidades que viven y se desarrollan durante años en nuestra hermosa costa que, en períodos de alto transito de turistas, no exista la infraestructura mínima de contención de la carga que significa ese alto impacto de visitantes, dando origen a problemas insolubles, desde hace años, al no existir un plan de contención previamente diseñado que considere factores e indicadores ambientales. La escasa decisión en ese sentido contribuye al poco criterio de muchos que delegan la propia responsabilidad de hacerse cargo de sus desechos, ya sea por actividades laborales o recreativas, demostrando escaso o nulo grado de pertenencia con "el lugar compartido", con la ironía y displicencia implícita de que "otro" (u "otra") limpiará lo que "he ensuciado".
Surgen de pronto voces jóvenes (y otras no tanto) dispuestas a exigir un cambio y proponen desde la autogestión y su comunidad. Es una buena señal de que la comunidad la construimos todos. Se debe estar dispuesto a querer saber lo que es mejor para la comuna y nuestra zona, con el sentir de todos. No podemos dejar que algunos por dinero, política o pestilentes influencias cambie o extinga las licitas ganas de ser lo que queremos ser, no lo que otros quieren ser para su propio bienestar y beneficio.
Me pregunto: ¿Será tiempo de decir algo. O, solo continuaremos observando? ¿O será demasiado tarde al ver nuestra patética y frágil realidad?
En Constitución, se han mamado una celulosa en medio de la ciudad hace más de cuarenta años y a todos pareciera darles lo mismo. ¿Eso es normal? ¿Que es lo normal? ¿Quien cresta norma? ¿Para quien se norma?.
Tambien está candente la amenaza en el Río Ñuble y la zona de embalse Punilla y una central (Hidroñuble) hidroeléctrica. Sumemos Caimanes y su drama con Pelambres y El Tranque El Mauro en el norte; el Proyecto Hidroelectrico Alto Maipo en la Región Metropolitana; la cagadita que están dejando en Mina Invierno en Isla Riesco en el sur y que, más encima ahora quieren tronaduras no incluidas en su RCA. También, siguen queriendo represar e inundar más de 13 mil hectáreas en Patagonia, en el Puelo y Cuervo, en una presentación de proyecto que huele mal. De patio!
El Estado, o gobierno de turno, toma palco y se transforma en un ente visador que se subordina y hace reverencia a los grandes flujos que están haciendo pedazos nuestros recursos, aumentando nuestra adicción al extractivismo de materias primas y dando pasos cósmicos de distancia de la creación criolla de tecnología y conocimiento de vanguardia que debiéramos tener como siguiente desafío dando un giro hacia la sustentabilidad.
No se puede dejar de mencionar el escaso aporte de la sociedad en su conjunto respecto de uso de espacios públicos compartidos. Es muy triste y molesto para las comunidades que viven y se desarrollan durante años en nuestra hermosa costa que, en períodos de alto transito de turistas, no exista la infraestructura mínima de contención de la carga que significa ese alto impacto de visitantes, dando origen a problemas insolubles, desde hace años, al no existir un plan de contención previamente diseñado que considere factores e indicadores ambientales. La escasa decisión en ese sentido contribuye al poco criterio de muchos que delegan la propia responsabilidad de hacerse cargo de sus desechos, ya sea por actividades laborales o recreativas, demostrando escaso o nulo grado de pertenencia con "el lugar compartido", con la ironía y displicencia implícita de que "otro" (u "otra") limpiará lo que "he ensuciado".
Surgen de pronto voces jóvenes (y otras no tanto) dispuestas a exigir un cambio y proponen desde la autogestión y su comunidad. Es una buena señal de que la comunidad la construimos todos. Se debe estar dispuesto a querer saber lo que es mejor para la comuna y nuestra zona, con el sentir de todos. No podemos dejar que algunos por dinero, política o pestilentes influencias cambie o extinga las licitas ganas de ser lo que queremos ser, no lo que otros quieren ser para su propio bienestar y beneficio.
Me pregunto: ¿Será tiempo de decir algo. O, solo continuaremos observando? ¿O será demasiado tarde al ver nuestra patética y frágil realidad?