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martes, 18 de agosto de 2009

Una energía alternativa que espera bajo el mar

Un 3% de las reservas mundiales de un gas llamado hidrato de metano está en nuestro fondo marino, la zona más propicia de explotación es entre Constitución y Concepción, y podría resolver los problemas energéticos de Chile sin contaminar. Pero se necesitan US$200 mil diarios para hacer las primeras pruebas en terreno, las mismas que ya inició Japón e India para comercializar este recurso desde 2016.
Está congelado y sin embargo, se inflama. En términos simples, un hidrato de metano es hielo con gas encerrado en su interior, un fenómeno que se produce gracias a la combinación de alta presión con baja temperatura, además de la presencia de agua, y puede encontrarse en el permafrost (suelo polar) o en el fondo marino.
El litoral chileno es privilegiado: en él se encuentra el 3% de las reservas a nivel mundial (16 x 1.012 m ), tanto como para olvidarse de cualquier otra alternativa energética. Pero su complicada forma de explotación no ha logrado encantar a los inversionistas nacionales ni al gobierno.
Aún así, el doctor en geofísica Juan Díaz, de la Universidad Católica de Valparaíso (UCV), no pierde las esperanzas. Dirige el único estudio que pretende determinar dónde sería mejor explotar el gas y confía en que, tarde o temprano, Chile se decidirá a hacerlo.
Desde el año 2000, la exploración encabezada por la UCV ha recorrido las costas nacionales, buscando los sitios donde el gas se encuentra más puro y sea más fácil explotarlo. Una tarea difícil, pues su objeto de estudio está a 1.500 metros de profundidad (700 metros bajo la corteza terrestre), en el subsuelo marino.
En 2004 publicaron los primeros datos sobre las reservas chilenas, que se encuentran desde Valparaíso a Concepción y hoy, continúan analizando las condiciones geológicas y ambientales que rodean el hidrato. “Buscamos dónde está el metano, en qué cantidad, asociado a qué tipo de roca, acompañado de qué componentes químicos, si están en una situación geológica segura o si pudiera haber derrumbes, además de qué comunidades marinas podrían verse afectadas el día de mañana con la explotación”, asegura Díaz.
Son condiciones que hay que asegurar para decidir dónde ubicar una plataforma de prospección que no sea afectada por las corrientes marinas, las olas o el viento, que podrían arrancarla. “La suma de todas esas cosas determina dónde sería técnica y económicamente factible explotar el gas”, dice el investigador.
Los análisis dirigidos por Díaz, acompañado del buque Vidal Gormaz de la Armada -que ha monitoreado desde Valparaíso a Valdivia- muestran que, hasta el momento, una vasta área entre Constitución (Maule) y Concepción (Biobío) reúne las condiciones adecuadas para explotar. De los cerca de 200 kilómetros del territorio, unos 30 serían más promisorios.
Faltan recursos
Con todo, determinar cuánto podría aportar el metano a la matriz energética nacional es, según el investigador, aún prematuro. “Requiere un estudio muchísimo más avanzado (que el que están realizando), con más presupuesto del que conseguimos con este proyecto y saber cuánto podemos producir al día”, sostiene Díaz.
Se refiere a una prueba de explotación, perforación incluida, que determine cuán rápido es posible extraer el gas desde el fondo. Para ello, se requiere una plataforma de extracción (similar a las petroleras) que funcionaría sólo unos días, mucho cuidado al operarla y, sobre todo, mucho dinero para obtenerla.
Por el momento, los investigadores cuentan con un proyecto Fondef (que le aportó 200 millones de pesos) que se acaba a fin de año -renovable por uno más- y si bien también cuentan con el apoyo de sus socios, la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP), Copec, la Asociación de Distribuidores de Gas Natural y la empresa Geodatos, el dinero no alcanza. “Tiene que ser una inversión mucho más grande, abrir una perforación en el mar cuesta mínimo 200 mil dólares por un día, es decir que para hacer una investigación de este tipo se requieren varios millones de dólares, solamente por concepto de perforación. Nosotros podemos seguir investigando con proyectos Fondef o Innova, pero va a faltar siempre verificar in situ”, enfatiza.
El entusiasmo no baja, aun considerado que ni el Ministerio ni la Comisión Nacional de Energía (CNE) han considerado la idea. Según fuentes de esta última institución, no han conversado con los investigadores de este proyecto, porque están enfocados en las energías alternativas cuyos impactos se verán a corto plazo.
Los ecologistas, sin embargo, ven futuro en los hidratos de metano. “Aunque de aquí a que se exploten los hidratos de metano va a pasar mucho tiempo es una alternativa que no es desechable y que podría ser complementaria a las otras fuentes. El metano, a pesar de ser uno de los gases más poderosos en producir el efecto invernadero, cuando es utilizado como fuente de energía es mucho más positivo, eficiente y menos contaminante”, asegura Sara Larraín, directora de Chile Sustentable.
Con el visto bueno de los ambientalistas, según el investigador, ni la tecnología es un impedimento técnico para poder evaluar la capacidad de Chile. Si bien, en este momento todavía hay modelos en desarrollo, “hay algunas que ya han sido probadas y con buenos resultados”, sostiene. De hecho, en Rusia ya han explotado hidratos, pero en el permafrost.
Quienes sí están decididos a adelantarse son los japoneses e indios. Los primeros ya comenzaron sus perforaciones de prueba y deberían comenzar a comercializarlo en 2016. En India las exploraciones también avanzan en vías de perforar a partir de 2010 (lo estudian desde 2006). Díaz tiene los ojos puestos en estos últimos, pues asegura que si ellos lo logran, para que Chile lo haga, es un paso, ya que sus hidratos estarían en condiciones similares a los chilenos, en el fondo submarino.
La promesa de explotarlo en 2008
En 2004, cuando se publicaron los primeros avances sobre las reservas de hidratos de metano en el litoral, el trabajo, dirigido por el profesor Esteban Morales, fue presentado incluso en el Congreso donde tuvo excelente acogida. Entonces, Charles Yemington, estadounidense representante de la compañía Hydrasea, aseguraba que había patentado un mecanismo de explotación para el gas submarino y que según sus cálculos, en 2008 Chile podría comenzar a explotar sus reservas.
Sin embargo, la idea no prosperó. Esteban Morales, ahora director del área oceánica del Centro de Estudios Océano Antárticos de la Universidad Andrés Bello, cuenta que junto a Yemington recorrieron varias empresas chilenas buscando apoyo, pero nadie se atrevió a invertir. ¿Qué pasó? Además de no conseguir el dinero para explotar, en paralelo, surgió el proyecto de gas licuado en Quintero y su iniciativa pasó a segundo plano.

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