Caras
nuevas y varias conocidas. Frases cliché, bonitos show y unas cuantos recursos
destinados a donaciones y pago de favores será lo que traerán estas nuevas
elecciones municipales el 2012. La
diferencia fundamental de estas con de aquellas de 2008 es que
ciertamente hubo una gran tragedia de por medio que cambió para siempre
la vida de miles de mauchos y mauchas. No solo se fueron edificaciones,
espacios públicos y viviendas, sino que también vidas, sueños y aspiraciones
personales y colectivas. Cambió Constitución y de eso no hay duda.
Lo
que parece no cambiar son las fórmulas, las recetas de los candidatos. Pese a
que se agradece siempre el movimiento que provocan con sus ideas y sus
predecibles campañas, los mecanismos utilizados para activar la vida política y
el mundo de las ideas y los compromisos siempre es el mismo. Por una parte, a
algunos candidatos (incluyendo alcalde y concejales vigentes) les da por
transformarse en los mecenas de familias que tienen problemas socioeconómicos
graves, con causas basales de su situación en la exclusión mas férrea, en la
burocracia enquistada en las instituciones públicas y el modelo de desarrollo
deshumanizante y aniquilador en el que vivimos. Candidatos benefactores de la
miseria de un pueblo olvidado, regalando soluciones pequeñas para problemas
grandes y poniendo parchecitos en las hemorragias sociales de la comuna. Por
otra, lo aspirantes a los sillones del concejo, los que desde su privilegiada
posición de espectador disparan a diestra y siniestra contra la gestión actual,
a veces con evidente razón y otras desde la pequeñez del ego y la satisfacción
que les produce el negar al otro para subirse a su puesto. Luego viene la
tristeza fúnebre del vacío argumental, de la falta de propuestas y de opinión
seria y argumentada sobre lo que sucede no solo en la comuna, si no que también
en el contexto que nos punza como país y porque no decirlo como continente,
como pueblo, como Latinoamérica que también somos.
Entonces
otra vez con lo mismo. Para unos es la esperanza de una vida que sino puede ser
mejor, sea mas fácil reflejada en estos personajes de la política local. Para
el resto, la mas profunda desazón ante la ineptitud y la falta de capacidades
para gobernar en una ciudad compleja, que lo menos que necesita es más de
aquello.
Para
este período y hasta hoy, hay 5 candidatos a alcalde. Cinco aventuras
personales compitiendo y ningún proyecto coherente, colectivo, participativo y
bien articulado. 22 candidatos a concejales y ningún movimiento social validado
por sus miembros que busque una representación en el concejo municipal. Lo
grave es que no solo existe la legitima suspicacia de dudar de las capacidades
de los honorables, sino que además se ve con preocupación el reflejo incesante
de una política local históricamente enquilosada en el beneficialismo y el
clientelismo, que prescribe veladamente que la democracia comienza con las
inscripciones de candidatura y termina el día de la elección. En tal caso nace
la tentadora certeza de que estas elecciones no tendrán nada novedoso, y que
mas que otra cosa se reproducirá esa lógica vertical de ejercer el poder, mas
no de distribuirlo, de entregarlo, de compartirlo para que crezcamos todos.
En
las próximas semanas llegarán las “propuestas”. Junto con ellas el pan y el circo.
En el marco de la predictibilidad política a la que se refiere se podría al
menos sospechar que otra vez estaremos frente a esa suerte de “lluvia de ideas”
que hacen los candidatos frente a los problemas que hay en la comuna. Los
énfasis serán variados, pero tendrán en común la inconexión. Presenciaremos el
entierro temporal de lo importante a manos de lo urgente.
Hasta
aquí todo suena algo apocalíptico, pero lejos de eso, la reflexión presentada
obedece al legitimo derecho de remover a candidatos y electores. A los
aspirantes al poder porque deben problematizar sus propias prácticas políticas,
porque es mas que relevante afrontar a este nuevo Constitución desde la voz de
sus habitantes, dejando de lado la mezquindad partidista y/o personalista para
escuchar la generosidad ciudadana… A los electores porque si bien la democracia
no parte ni termina en las urnas, las elecciones sirven para interpelar a
quienes ostentan del poder público, para situar nuestros temas en sus
agendas antes de que en un abrir y cerrar de ojos estas sean un
manifiesto de sus propios caprichos. Entre cada acto populista que
presenciaremos debe haber un fuerte contenido, sólido, que refleje las demandas
de una ciudadanía responsable y organizada.
¿Ha escuchado eso de que los pueblos tienen los gobernantes
que se merecen? Bueno hay que tomárselo en serio, pues con nuestra gente no se
juega.
Alejandro
Salas B.
Colectivo
Cultural y Ambiental EL CIMARRON
Red
Ambiental del Maule
1 comentario:
Gracias Rodrigo!
Publicar un comentario