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sábado, 16 de noviembre de 2013

Estado de Alerta: Daño Ambiental en campos agrícolas de Boca Itata por CFI Nueva Aldea

@vigilantecosta
El día 14 de noviembre de 2013 acudimos a Boca Itata ante un llamado de los vecinos del sector y poder evaluar, in situ, el nivel del colapso del ducto semi subterráneo del Complejo Forestal Industrial (CFI) Nueva Aldea perteneciente al grupo Arauco y que descarga sus líquidos tratados cerca de dos kilómetros al interior del mar. 
Siempre me he preguntado porque es mejor descargar al mar que al río (Itata), ya que en ambos lugares se contamina al incorporar grandes cantidades de líquidos que son tratados de manera artificial (RILES) que son descargados a través de un emisario submarino en un mar que nos pertenece a todos y que nos debiera bañar tranquilos. Esto último, claramente ironizando frente a una duda más que justificada hoy por múltiples causas en diferentes partes del país gracias a un modelo acaparador y destructivo basado en tecnologías añejas y contaminantes donde comunidades son avasalladas de manera impresionante, afectándoles directamente, atentando su calidad de vida, su salud y su derecho constitucional de vivir en un medio ambiente sano y libre de contaminación (Capitulo III - De los Derechos y Deberes Constitucionales - Articulo 19, Inciso 8° CPR) donde grandes grupos económicos se adueñan de los espacios públicos profitando, de manera morbosa, de ellos.

SECTOR BOCA ITATA - LUGAR DE FISURA
El nuevo desastre fue detectado por vecinos del sector durante la madrugada en Boca Itata comuna de Tehuaco, provincia de Ñuble, región del Biobio. Al llegar al lugar, lo primero que llamó poderosamente la atención fue el fuerte olor que había en el lugar, la prohibición de acceso a sus hogares de vecinos del sector y la imposibilidad de tomar agua de manera tradicional debiendo incurrir en nuevas vías de distribución impulsadas por la empresa, culpable del desastre, y municipio local a través de “bombonas” de agua. Surrealista.

El daño ambiental es manifiesto y evidente. Al menos dos hectáreas completamente anegadas fueron afectadas con los RILES de la planta de celulosa Nueva Aldea que emanaban a borbotones como un geiser de manera impresionante al costado de una de las cámaras del ducto sobre terrenos recientemente labrados para la siembra agrícola. Bomberos declaraba emergencia química cambiando al rato y señalando que por “mail” se les había informado que los “líquidos eran inocuos”. No alcanzaba a terminar de hablar el comandante cuando una vecina hace notar que este figuraba con una chaqueta muy bonita con la imagen corporativa de la empresa responsable del daño ambiental (Arauco). Luego, un ejecutivo de la empresa, de hablar monótono y alertagador, señalaba a modo de defensa, que los vínculos con la comunidad eran permanentes para contribuir y bomberos siempre recibía ayuda con el ya clásico discurso de la responsabilidad social empresarial que desde nuestra óptica solo es un mecanismo estratégico de inversión para poder operar y mantener estándares de producción, mientras se pueda.

Ejecutivos a cargo de la empresa presentes en el lugar se reunieron "espontáneamente" con vecinos explicándoles que eso estaba dentro de la resolución de calificación ambiental y que sucederían maniobras de “achique” para contener la emergencia y jamás pensando en detener producción de la planta dado que según RCA51/2005 ante eventos de este tipo señala que pueden descargar directamente al río Itata, supongo, con un nivel de producción menor a los 1,2 m3/s establecidos.
La gran pregunta es quien es, en definitiva, el responsable de que estas situaciones se vayan repitiendo con tanta normalidad impactando tan descaradamente en nuestras comunidades rurales afectándoles directamente en su forma de vida convirtiéndose en una burla por parte de un consorcio empresarial que supera con creces las promesas incumplidas contaminando de manera sostenida e incalculable sectores rurales en donde claramente existe un aprovechamiento de la ingenuidad de muchos en donde con regalías y compras directas logran dividir a las comunidades y la autoridad de turno se arrodilla ante el peso de la inversión.
¿Quién es en definitiva el órgano que permite que proyectos de tal envergadura se realicen y cuáles son, objetivamente, hoy sus pro y contras? ¿Es lícito entonces que aquellos que tienen el poder de invertir millones de dólares en un ducto de cincuenta y tantos kilómetros de largo partiendo comunidades, utilizando espacios públicos, comprando particulares, desechando líquidos en el mar difícil de cuantificar, contaminando reiteradamente sectores agrícolas, ríos y esteros por una ganancia privada de grandes conglomerados económicos? ¿Quien asegura que el ducto en su trazado con posterioridad del terremoto de 2010 no tenga fallas estructurales graves que no son fácilmente perceptibles?
El Estado de Chile está al debe y las comunidades, no tan solo del sector, ya lo sienten. Existe un cansancio sostenido donde el modelo forestal, minero, energético, pesca, manejo de las aguas y sus derechos deben revisarse, porque los distintos gobiernos después de la dictadura han sido solo garantes de los intereses privados. De aquellos que se han encargado de poner la mesa para su propio negocio depredando de manera insana nuestros recursos naturales y afectando a vecinos trabajadores, como los de Boca Itata, obligándoles en muchos casos a huir de sus lugares, de su tierra, de sus raíces, de su cultura.
Hay que hacer un llamado al Estado de Chile para que sea un real custodio de los intereses de todos, del gran privado y poderoso, como también del pequeño propietario agricultor que no tiene porque verse invadido por aguas sucias que provienen de un ducto monstruoso que pasa bajo sus campos como una serpiente gigantesca afectando su tierra, su siembra, su cultivo, su tradición y vocación historia. ¿Cómo es posible que una empresa, un modelo llegue de manera arbitraria y por su negocio cambie la forma de vida de personas? Resulta indignante como distintos gobiernos toman palco y hechos demenciales como los acontecidos ahora, como los de hace unos días (y en 2011) en Velenunque y como tantos otros a lo largo y ancho del país, transformándose en un mero observador y visador de proyectos privados nacionales y extranjeros con la excusa del libre mercado. Nadie se opone al desarrollo, al emprendimiento, pero seamos claros, este debe ser responsable, con y para la gente, y un desafío permanente para que en primer lugar se respete el desarrollo económico local y a sus residentes históricos. Si de respeto hablamos, se debe respeto al particular, al chico y grande. No es posible que siempre debamos establecer zonas de sacrificio por el bien de unos por sobre otros. Algo debe cambiar y pronto, antes de que sea demasiado tarde.
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