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domingo, 14 de abril de 2019

El “mowigate” salmonero noruego en el sur de Chile


Foto Referencial 

Por Juan Carlos Cárdenas

Los salmones escapados del centro de Mowi/Marine Harvest estaban siendo tratados con florfenicol, antibiótico que una parte de las dosis es absorbido por el tejido muscular del pez, mientras que un porcentaje variable es liberado a través de la orina y fecas al medio marino, teniendo un potencial efecto sobre la salud humana, al ser un factor de diseminación de resistencia bacteriana en el medio acuático y terrestre.

“Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Este dicho popular se estaría aplicando al reciente cambio de nombre efectuado por la mayor transnacional productora de salmones de cultivo a nivel global, Marine Harvest, que de ahora en adelante pasa a denominarse Mowi.
Esta estrategia comunicacional intenta dejar en el olvido la deteriorada imagen de Marine Harvest, luego de años de conflictos ambientales, sanitarios y sociales con organizaciones ambientalistas, consumidores, comunidades costeras y pueblos originarios en Chile, Canadá y Escocia.
En este contexto, Kristine Gramstad, directora internacional de comunicaciones fue despedida la semana pasada, mientras se nombraba una nueva directora de sustentabilidad.
En el acto comunicacional efectuado en Pichi-Pelluco, Puerto Montt, para estrenar la marca Mowi en Chile, la transnacional noruega aprovechó de firmar un efectista convenio con el Servicio Nacional de Menores (Sename) para entregar una vez al mes una porción gratuita de salmón a las 17 residencias de niñas, niños y jóvenes de alta vulnerabilidad existente en la región símbolo de la industria salmonera.
Aprovechando la presencia de la prensa, Fernando Villarroel, gerente general de Mowi/Marine Harvest, anunció que se encuentra en negociaciones con organizaciones para “ceder concesiones salmoneras a la pesca artesanal”, para lo cual cuenta con la intermediación del senador Rabindranath Quintero (PDC).
Este anuncio de tratos compensatorios con la pesca artesanal tiene como antecedente el controvertido pago de 32 millones de pesos efectuado por la salmonera noruega a Jorge Bustos, expresidente de la Corporación Regional de la Pesca Artesanal de la Región de Los Lagos (Corepa), para que 240 pescadores declararán ante notario que habían participado de manera “espontánea” en supuestas recapturas de salmones escapados desde el centro de engorda de salmones de Mowi/Marine Harvest, ubicado en Punta Redonda, Isla Huar, comuna de Calbuco.

El “Mowigate” salmonero noruego en Chile

El no haber recapturado el 10% de sus salmones escapados constituye un delito tipificado en el Art. Nº 87 de la Ley General de Pesca y Acuicultura (LGPA). Este indica que deben contemplarse medidas para evitar el escape de estos peces carnívoros exóticos. El Art. Nº 118 de dicha norma establece que “se presumirá que existe daño ambiental de conformidad con la Ley Nº 19.300 si el titular del centro no recaptura como mínimo el 10% de los ejemplares en un plazo de 30 días contados desde el evento, prorrogables por una vez en los mismos términos”.
Los salmones escapados del centro de Mowi/Marine Harvest estaban siendo tratados con florfenicol, antibiótico que una parte de las dosis es absorbido por el tejido muscular del pez, mientras que un porcentaje variable es liberado a través de la orina y fecas al medio marino, teniendo un potencial efecto sobre la salud humana, al ser un factor de diseminación de resistencia bacteriana en el medio acuático y terrestre.
Consultado sobre cuál era la situación legal derivada de los efectos del escape de 690.000 salmones al medio marino -el mayor escape registrado en la historia de la industria salmonera en Chile-, el gerente general de Mowi/Marine Harvest señaló que “sigue el proceso administrativo legal, judicial que corresponde. Creo que eso va a durar un buen tiempo. Nosotros estamos tranquilos, conformes. Presentamos nuestros descargos y no tenemos nada más que decir”.
Durante este episodio, la transnacional vulneró diversas disposiciones de la LGPA y de la normativa sanitaria-ambiental Ejemplos de ello son:
  1. a) Después de haber tenido 60 días de plazo extendido por el Estado chileno, la salmonera noruega no recapturó el 10% de sus ejemplares escapados, tal como lo exigen los artículos 118 y 136 de la LGPA, evidenciando la infectividad de su Plan de Contingencia del Centro de Engorda de Salmones de Punta Redonda.
  2. b) El ingresar el 14 de septiembre del 2018 a la División Jurídica del Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca), un Informe de Término de Contingencia, cuya información era falsa, ya que aseguraba mediante la consignación de capturas directas y otras estimativas el haber recapturado 187.949 peces, equivalente al 27,23% de la biomasa escapada.
  3. c) Para construir las denominadas capturas adicionales o “estimativas”, Mowi/Marine Harvest hizo un llamado a los pescadores artesanales regionales para que capturaran los salmones escapados que se encontraban en el medio marino, a pesar que esta actividad extractiva está prohibida por la Ley 18.892 de Pesca y Acuicultura de Chile.
El informe entregado fue considerado no creíble por las autoridades chilenas. Eduardo Aguilera, Director regional de Sernapesca señaló que “ellos entregan declaraciones juradas y fotografías, pero nosotros no podemos dar fe de eso. La empresa está dando cuenta de una diferencia del orden de 149 mil peces, que nosotros no hemos visto. No fueron verificados por el Servicio. Por eso, estamos revisando esas declaraciones”.
Por su parte, Alicia Gallardo, Directora Nacional del Sernapesca indicó que “nuestro equipo de abogados revisó los documentos y no constituyen un documento fidedigno, desde el punto de vista jurídico, por lo tanto no podemos usarlo”.

Mowi/Marine Harvest : ¿Corruptor de la pesca artesanal?

El millonario pago a los dirigentes y pescadores artesanales para que efectuaran declaraciones fraudulentas fue justificado por Villarroel, asegurando que “el tema fue un malentendido. Fue una de las cosas a recalcar del escape. No había ocurrido en la industria que hiciéramos partícipes a los pescadores en los procesos de recaptura, y eso fue lo que se logró”. Luego el gerente general agregó “ocurrieron situaciones que escaparon a nuestro control (sic). Pero la intención era aplicar los mismos estándares que se usarían en casos como este en otros países como Canadá o Noruega”.
Frente a esta irregular situación, la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) ha formulado cargos contra Marine Harvest Chile S.A., titular del centro de engorda de salmones de Punta Redonda, por “incumplimientos a las condiciones, normas y medidas establecidas en dichas resoluciones”. Entre los cargos destacan el no mantener en el centro de engorda las condiciones de seguridad apropiadas, ni elementos de cultivo de óptima calidad y resistencia, según las regulaciones RCA N°2040/2001 y RCA N°539/2011, y el mantener y operar instalaciones de apoyo en tierra no destinadas a la operación de ensilaje.
La primera infracción fue clasificada por el SMA como gravísima, por constituir daño ambiental no susceptible de reparación, arriesgando Mowi/MarineHarvest la revocación de la RCA o la clausura o multa de hasta 10 mil Unidades Tributarias Anuales (UTA). La segunda infracción fue caracterizada como leve, por lo que la transnacional podría ser objeto de amonestación, o una multa de una hasta mil UTA.
Importante es recordar que el 2016, el centro de engorda de Punta Redonda fue sancionado por el Sernapesca por no cumplir con el Reglamento Ambiental para la Acuicultura (RAMA).

Para mentir y comer salmón, hay que tener cuidado

A pesar de existir diversos artículos y entrevistas realizadas a la transnacional y dirigentes pesqueros de Hualaihue, Calbuco y Puerto Montt, Fernando Villarroel indicó en forma confusa que no habían pagado a los pescadores artesanales, afirmando “Lo que pagamos fue para producir la recaptura de salmones. No podemos pagar por eso (sic)”. Esta declaración es contradictoria con lo que aseguró el gerente general de Mowi/Marine Harvest en junio del 2018, al periódico El Mercurio. Allí anunciaba que había dispuesto un presupuesto extraordinario para enfrentar la recaptura de salmones. “Puedo indicarle que estamos pagando $7 mil por ejemplar recapturado a los pescadores artesanales”.
Adicionalmente, Villarroel confirmaba que existen seguros comprometidos por cada uno de los salmones fugados.

La historia de los escapes de salmones de Mowi/Marine Harvest

Un informe del Centro de Investigación y Desarrollo de Recursos y Ambientes Costeros (Centro I-Mar), de la Universidad de Los Lagos, indica que el nivel potencial de escape de salmones en Chile alcanzaría a los 4,4 millones de ejemplares al año, teniendo un efecto depredador sobre las especies nativas que podría llegar a 31.500 toneladas de peces y más de 17 mil toneladas de crustáceos.
La información “oficial” entregada al Sernapesca es de carácter parcial y limitada. Entre los años 2010 y 2017, habrían existido 87 escapes masivos en las regiones de Los Ríos, Los Lagos, Aysén y Magallanes/Antártica Chilena, involucrando a más de 3 millones de ejemplares de salmón.
En su reporte integrado global del 2018, la transnacional noruega reconoce haber tenido 15 escapes el 2017, con 23.223 peces fugados, habiendo duplicado sus escapes del 2016, que involucraron a 12.790 salmónidos.

jueves, 21 de febrero de 2019

Con olor a salmón: Reyes de Noruega visitarán Chile

El Centro Ecocéanos advirtió que la visita de los reyes noruegos debe abrir la discusión sobre los dobles estándares de la inversión salmonera en Chile y su expansión en la Patagonia sudamericana.
Santiago de Chile, 21 de febrero 2019 (Ecoceanos News).- El rey Harald V y la reina Sonia de Noruega realizarán una visita de Estado a Chile, respondiendo a una invitación cursada por el Presidente de la República Sebastián Piñera. El viaje, que se enmarca en la celebración de los 100 años de relaciones diplomáticas entre Chile y Noruega, se llevará a cabo entre los días 26 y 31 de marzo.
Sus majestades serán acompañados por autoridades de gobierno y por una delegación empresarial”, informó el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, Roberto Ampuero, según consigna el portal de Aqua.cl.
El canciller chileno informó que el programa oficial incluye una ceremonia de bienvenida en el Palacio de La Moneda, seguida de una audiencia y cena con el Presidente Piñera. Los reyes también sostendrán encuentros en el Congreso Nacional, la Corte Suprema y la Municipalidad de Santiago.
Chile representa el segundo mayor mercado para Noruega en Sudamérica, por lo que una delegación de empresarios del país nórdico acompañará esta visita de Estado.
El rey Harald V ofrecerá el discurso inaugural en un seminario dirigido a empresarios chilenos y noruegos, donde abordará los temas de desarrollo de negocios futuros en acuicultura/salmonicultura, energías renovables y ciudades inteligentes.
En la actualidad, las producciones de salmónidos de cultivo industrial intensivo de Noruega y Chile representan el 70% de la oferta mundial. Las empresas salmoneras transnacionales y el sector financiero noruego juegan un papel central en las inversiones, producciones y actual expansión de la industria salmonera en las áreas costeras en Chile.

Dobles estándares de la inversión salmonera noruega en Chile y su expansión en la Patagonia sudamericana

“Esperamos que la visita de los reyes de Noruega a nuestro país abra la discusión sobre los aspectos de la aplicación de dobles estándares ambientales, sanitarios, laborales y sociales de las empresas e inversión noruega en Chile, y poder reflexionar sobre la estrategia de expansión y control territorial y de recursos naturales en la Patagonia sudamericana”, señaló el médico veterinario Juan Carlos Cárdenas, director del Centro Ecocéanos.
Cárdenas se refirió al permanente mal comportamiento corporativo, ambiental y sanitario de la transnacional salmonera noruega Marine Harvest/Mowi en Chile, ejemplificado en el reciente escape de 700.000 salmones en la Región de Los Lagos, donde no sólo no cumplió con sus obligaciones legales, si no que intentó engañar a las autoridades del Servicio Nacional de Pesca, con cifras falsas avaladas por declaraciones falsas de dirigentes y pescadores artesanales de Puerto Montt, efectuadas previo pago de 32 millones de pesos, situación que se encuentra en investigación.

La otra arista: La expansión noruega en la Patagonia sudamericana

En marzo de 2018, los reyes nórdicos Harald V y Sonia visitaron al presidente argentino Mauricio Macri en la Casa Rosada, siendo el fruto de ese encuentro la firma con Noruega de un convenio de cooperación para el desarrollo del cultivo industrial de salmones en el canal de Beagle y el litoral de Santa Cruz, Patagonia argentina.
Como parte del acuerdo firmado por la Gobernación de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur y la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional (AAICI) el 9 de marzo de 2018, el gobierno provincial se comprometió a destinar US$95.000 y soporte operativo para que Innovation Norway, agencia gubernamental y empresarial que aportará US$25.000 del total a invertir, realice los estudios de factibilidad técnica de cargas y posiciones para el establecimiento de la salmonicultura en el canal Beagle.
Este acuerdo está generando polémica en el país sudamericano y es rechazado por amplios sectores políticos, sociales, ambientalistas, chefs y científicos, los que advierten que el salmón es una especie carnívora exótica y que el modelo de producción es altamente contaminante en lo químico y orgánico.
La visita de los reyes y empresarios noruegos finalizará en Punta Arenas y Puerto Williams, Región de Magallanes, Patagonia chilena, donde abordarán aspectos de cooperación en temas oceánicos y antárticos, áreas clave en la estrategia noruega en el cono sur latinoamericano. 

martes, 30 de octubre de 2018

La salmonicultura chilena es hija de la dictadura y de su proyecto

En esta entrevista, hablamos con Juan Carlos Cárdenas, médico veterinario de la Universidad de Chile y director del Centro Ecocéanos, quien desde una perspectiva técnica y con un marcado activismo, aborda los impactos de la industria del salmón en Chile y delinea ciertos caminos y propuestas para el accionar de las comunidades costeras. Ignacio Fouilloux, Fundación Decide 

"La industria del salmón llegó a Chile con 3 promesas: ser una alternativa a la sobreexplotación pesquera, ser una fuente de alimentación de alta calidad biológica, además de barata. Y, en tercer lugar, ser una industria respetuosa de los derechos de los trabajadores. 40 años lleva la salmonicultura desarrollándose, y ninguna de las 3 promesas se ha cumplido."

Por Juan Carlos Cárdenas 
¿Cómo fuiste desarrollando tu activismo contra la industria del salmón? 
  • Soy descendiente de chilote, y por ello he mantenido un vínculo con las tierras australes. Más tarde, comencé a estudiar veterinaria en la Universidad de Chile, con miras a aplicar mis conocimientos en comunidades. Estando en la universidad, participé en la formación de la Agrupación Cultural Universitaria (ACU), que funcionó como un espacio de reunión, de reflexión política, de actividades de extensión cultural, y que, a fin de cuentas, en periodo autoritario, intentó mantener vivo el espacio universitario y la organización estudiantil. Más tarde, formamos en Antumapu los talleres de ecología, lo que coincidió con la llegada de un agrónomo francés Michel Etienne. Él generó un cambio absoluto, pues llegó con nuevas ideas desde Francia, como las formas alternativas de producción, el ecologismo, etc. Posteriormente, y en una modalidad más militante, ingresé al Comité de Defensa de la Flora y Fauna (CODEFF), que era una pequeña organización de resistencia a las políticas de la dictadura y sus impactos negativos en el medio ambiente. A partir de esta organización, me empecé a involucrar con los mamíferos marinos, pues realicé mi tesis en ello y era un área inexplorada desde el punto de vista de la conservación. Consideraba que los mamíferos marinos eran el emblema de todas las consecuencias de la expansión extractivista en dictadura, como la pesca industrial, por ejemplo. Posterior a ello, empecé a trabajar con pescadores de la Región de Coquimbo, conocí la Antártica, Juan Fernández, pero siempre vinculado al mundo pesquero artesanal. Me adentré de lleno en la organización de los trabajadores, y en la conservación con las comunidades locales. Más tarde, ingresé a la organización internacional Greenpeace, a una campaña sobre la protección de los océanos. Sentía por aquella época que era una oportunidad para cambiar la visión norteamericana de Greenpeace, y dotarla de contenidos y visiones latinoamericanas. Empezamos a tematizar la democracia, la participación ciudadana, el control social de los recursos naturales. Hubo un cambio de liderazgo en Greenpeace en algún momento, a partir del cual muchos migramos y creamos el centro Ecoceanos, espacio donde pudimos aplicar toda la experiencia adquirida en Greenpeace: el trabajo comunitario, el trabajo de campaña, el trabajo de lobby frente a los gobiernos, etc. Como Ecocéanos nos empezarnos a vincular con los pescadores artesanales, y con la CONAPACH, principalmente. Empezamos a realizar un trabajo híbrido.
¿Híbrido por el hecho de vincular su experiencia adquirida en el trabajo sindical y organizaciones pesqueras artesanales con el “campañismo” de Greenpeace?
  • Exactamente. Desde Ecocéanos, desarrollamos muchos trabajos en América Latina, en cuanto a los impactos de las pesquerías. Tomamos la información nacional e internacional, y hacemos la traducción a las comunidades, para que estas puedan dar un contexto global a las disputas locales. Y avanzar en la gestión colectiva de sus entornos. Las disputas no deben ser, a mi parecer, sólo locales. Deben ser internacionales, pues el poder opera globalizadamente. Las peleas nacionales se tienden a perder, pues el entramado global las estrangula.

Condiciones de instalación de la industria en Chile

Adentrémonos en la industria del salmón, que hace más de 10 años ha sido foco de su activismo ambiental. A modo de contexto, ¿podría hacer referencia a las condiciones políticas, jurídicas y económicas de la instalación y desarrollo de la industria del salmón en Chile?
  • Lo primero es decir que la salmonicultura chilena es hija de la dictadura y de su proyecto: aumentar la inversión extranjera y abrir el país en el uso y explotación de sus recursos. La industria salmonera se desarrolló bastante en dictadura a partir de la entrada de compañías noruegas y japonesas, las que empezaron a comprar los pequeños emprendimientos salmoneros chilenos, que, con apoyo del Estado, habían emergido previo a los años ochenta. En plena dictadura militar, el camino estaba marcado: había condiciones biofísicas en las aguas australes para el cultivo de salmones, había apoyos financieros, había un acceso a miles de toneladas de harina de pescado para alimentar salmones, había acceso gratuito al agua dulce y el borde costero, había condiciones tributarias favorables, había mano de obra masiva, barata y no sindicalizada disponible, había subsidio a la mano de obra, pues las empresas se ubicaban en zonas extremas, y el país estaba abierto a los mercados internacionales. Estaban todas las condiciones para el despegue de la salmonicultura. Muchos de los empresarios pesqueros de la Región del Biobío se dieron cuenta de que en esta industria había una oportunidad de negocio, pues podían transformar sus pescados en “peces de lujo” exportables. Por ello, muchos de ellos invirtieron en este rubro. Ya entrando en los años noventa, la industria creció exponencialmente, llegando hasta el año 1994, donde Chile ya era el segundo productor mundial de salmón de cultivo, luego de Noruega. Desde la década de 90´, la industria productora de salmónidos de cultivo se convirtió en uno de los principales sectores de la economía exportadora de Chile, después de la minería, la actividad forestal, la pesca y la agricultura intensiva. De esta manera, a la industria del salmón no se la puede comprender sin el Estado, pues no es una industria pujante por la acción única de las iniciativas privadas.
La salmonicultura se ha desarrollado con el camino que le ha pavimentado el Estado, el que, por lo demás, ha activado salvatajes en las múltiples situaciones de crisis que ha padecido la industria.
  • Exactamente. El Estado ha apoyado con ordenamientos jurídicos, con infraestructura, con subsidios, luz verde en el acceso a recursos naturales. La mayor crisis que ha habido es la del virus ISA, entre el 2007 y el 2009, generando un gran shock laboral en Chiloé por los despidos masivos, y devastándose, además, a la industria por la pérdida de 350.000 toneladas de salmón atlántico. Hubo una pérdida de 26.000 empleos regionales tras la crisis del ISA. La industria estaba, en aquella época, alcanzando un peack de 800.000 toneladas, siendo el objetivo llegar a 1.000.000 de toneladas anuales, objetivo que, sin dudas, hubiera sido alcanzado si no fuera por la propagación del virus ISA. Todo esto implicó para el rubro un costo de 5 billones de dólares, que, en parte, lo asumió el Estado: tuvo un salvataje estatal de 450.000 millones de dólares, que el Estado se los puso en el bolsillo a las grandes empresas, para que no quebraran. Dinero con aval del Estado, que hasta el día de hoy no ha sido devuelto.
  • La segunda crisis fue financiera, en el 2014 y 2015, fue consecuencia de una sobreproducción de salmones, que hizo caer los precios internacionales. Cuando hay escasez, suben los precios internacionales, y ahí la industria empieza a producir de forma desregulada, multiplicando sus ganancias. Luego, se va saturando ese mercado, y comienza un nuevo ciclo. Esta es una industria cíclica y variable, según el compás de las tendencias de los mercados internacionales.
  • La tercera crisis es la que acaba de ocurrir, en el 2016, con el Bloom de algas tóxicas, que generó una mortandad de 27 millones de salmones. Como sabemos, esa mortandad, con autorización estatal, se vertió en las aguas de Chiloé. Ante esto, se organizó la llamada “Comuna de Chiloé”: Por 18 días, la comunidad de Chiloé se tomó su isla, cortó los accesos, empezaron a deliberar en las asambleas sociales sus temas y no los que le imponía el Estado, la industria ni los partidos políticos. Silenciosamente, hace tres años atrás, la industria llegó a 940.000 toneladas, aprovechándose de que el precio internacional del salmón, luego de la crisis socioambiental de Chiloé del 2016, estaba altísimo, dado que cayó en un 20% la producción de salmón chileno.
Por lo tanto, hasta las situaciones de crisis ambientales y económicas la industria salmonera las suele gestionar a su favor, haciendo crecer sus utilidades.
  • Luego de la crisis del año 2016 en Chiloé, nunca la industria había tenido precios internacionales para el salmón tan altos, superando los 7 dólares por libra de salmón. Por lo tanto, cada crisis opera en favor de la industria. La industria se reorganiza, se concentra más, y también elimina mano de obra que ya no le es funcional. Ahora requiere trabajadores más capacitados, pero tampoco está dispuesta a pagar mayores salarios. Los empresarios están pidiéndole al Estado que les coloque la diferencia, y con eso los trabajadores ganan lo que ganan. Las empresas pagan el sueldo mínimo.
Entonces, el proyecto “desarrollista” de la industria del salmón no sólo es imposible sin el apoyo estatal, sino que, además, no logra cumplir con las “promesas” de empleo digno.
  • En los ochenta, la industria del salmón llegó a Chile con 3 promesas: en primer lugar, iba a ser una alternativa a la sobreexplotación pesquera, pues ahora los peces se cultivarían, no se extraerían. En segundo lugar, iba a ser una fuente de alimentación de alta calidad biológica, y, además, barata. Por lo que contribuiría a la lucha contra la desnutrición y malnutrición. Y, en tercer lugar, iba a ser una industria respetuosa de los derechos de los trabajadores, con trabajo decente, por ser una industria con capitales noruegos. Se sostenía como una industria amigable y sustentable. 40 años lleva la salmonicultura desarrollándose, y ninguna de las 3 promesas se ha cumplido. Con respecto a lo primero, es un elemento más de presión a las poblaciones pesqueras, pues se extraen peces para generar la harina de pescado con lo cual se alimenta a los salmones. Y es una industria que, además, se espera duplicar para el 2030 en Chile. Con respecto a lo segundo, en cuanto a la alimentación, el 98 % de la producción de salmón y trucha en Chile se exporta. Aquí queda solo el 2%, pues Chile es un mero enclave productivo que está armado en función de los requerimientos de la demanda internacional. Por lo tanto, no se garantiza la alimentación nacional. Y con respecto al último punto, en cuanto a trabajo decente, puedes ver que, en territorios salmoneros, la mayoría está en la línea de la pobreza, los salarios se inflan a costa de bonos de producción, que implica la explotación de los trabajadores. La mayor parte de los trabajadores está ganando, en promedio, 400.000 mil pesos al mes, en zonas que son caras. Además, con las crisis sucesivas, se generan despidos de trabajadores, por lo que tenemos un ejército de cesantes en la Décima Región, que es la mano de obra disponible y que mantiene los salarios bajos. Y finalmente, abundan los llamados contratos por “obras y faenas”, o sea, eres contratado por 3 o 4 meses, en temporada de cosecha de salmón, y luego eres despedido, obligado a migrar a otros rubros y luego volver.
Estas tres promesas, incumplidas a su parecer, son posicionadas con relatos épicos de parte de la salmonicultura. La investigadora chilena Beatriz Bustos habla en un artículo acerca de un discurso realizado en el año 2008 por César Barros, quién fue presidente de Salmón Chile, el gremio empresarial de la industria. Barros señaló en dicha instancia que la historia de los “salmoneros” en el sur de Chile es homologable con la historia de Pedro de Valdivia, por embarcarse en los ochenta a un negocio incierto y desconocido. Finaliza diciendo “Somos del sur, sabemos de tempestades y mares difíciles, ¡Somos salmoneros!”.
  • Totalmente de acuerdo. La industria cree tener misión evangelizadora. Vez que hablas con empresarios salmoneros el discurso es el mismo: “traemos desarrollo y modernidad a comunidades que estaban fuera de estos procesos”. Son una suerte de “evangelizadores de la modernización”. Un dirigente salmonero, en un discurso tras el virus ISA, dijo: “La industria no es culpable de nada aquí. Todo lo contrario, trajimos el desarrollo a ustedes que vivían en la Edad de Piedra”. Queriendo decir, en el fondo, que vinieron a sacar a los chilotes de las cavernas.

Impactos de la industria del salmón

Hablemos sobre los impactos ambientales, económicos y sociales del despliegue de la industria del salmón en territorios como Chiloé, Aysén y Magallanes. En el fondo, ¿qué se encuentra bajo el “milagro económico del salmón”, que con tanta rimbombancia ha sido alabado por la élite política y económica?
  • Los impactos son innumerables y de gran magnitud. Sólo en términos ambientales, puedo reseñar varios. Hay una pérdida de la calidad de las aguas debido a la contaminación química y orgánica donde se instala la industria. Contaminación en el borde costero, en ríos y lagos. Hay contaminación orgánica por al fecas de los salmones concentrados en altas densidades en los centros de cultivo, y, además, contaminación por los alimentos no consumidos, lo cual se decanta en los fondos marinos. En segundo lugar, se introducen enfermedades exóticas, virales, bacteriales y parasitarias. En 25 años, la industria ha introducido más de 20 enfermedades en las aguas del país, principalmente a partir de la importación de ovas contaminadas de países como Islandia y Noruega. Por falta de sistemas de control eficientes, tenemos estas 20 enfermedades que ya no se van y se incorporaron al patrimonio acuático nacional. Por otra parte, se encuentra el empleo indiscriminado de antibióticos, antiparasitarios, antifúngicos, pinturas antifouling y desinfectantes. Todo este cóctel va a parar al medio marino, teniendo un impacto destructor sobre las especies filtradoras, de las cuales depende la pesca artesanal y las comunidades para su actividad económica y su alimentación. La industria del salmón genera, además, periódicos escenarios de florecimientos algares tóxicos, pues los salmones generan esta contaminación orgánica por concepto de fecas y alimentos, lo que se descompone y aumenta la cantidad de fósforo y nitrógeno, que son los gatillantes de la floración de algas tóxicas. Si esto se une con el cambio climático, el aumento de la temperatura del agua, el aumento de la radiación, el aumento del oxígeno en el agua, se acentúa el florecimiento algal nocivo (FAN). Otro efecto ambiental es la sobreexplotación de las pesquerías pelágicas para la alimentación de salmón. No olvidar que se requieren entre 3 a 5 toneladas de peces (jurel, anchoveta, sardina), convertidos en harina de pescado, para producir una tonelada de salmón de exportación. Económicamente es una irracionalidad de gastar 3 para producir 1.
Y es irracional desde el punto de vista de la seguridad alimentaria, además. No tiene sentido emplear especies de pesquerías en riesgo, para producir un “pez de lujo” que no se consume mayoritariamente en Chile, y que no tiene valores nutricionales tan superiores a estas especies nativas.
  • Exactamente. Otro efecto devastador es la alteración de las cadenas tróficas y la destrucción de los ecosistemas locales. Hay escapes masivos de especies carnívoras como el salmón. Ahora último, se escaparon 900.000 ejemplares hacia el seno de Reloncaví. De ello, se ha recuperado sólo el 5,7%. Estos salmones que se escapan consumen las especies locales a destajo, principalmente puye, que es un pez en peligro y endémico del sur de Chile, y que es esencial para la pesca artesanal. Los salmones arrasan con los peces juveniles de róbalo, de merluza, de pejerrey. “Se los hacen chupete”. Además, los salmones escapados, que son especies exóticas y que son una plaga, no se pueden pescar, pues las autoridades no quieren, pues los empresarios salmoneros ganaron en la Corte Suprema una queja que dice que el salmón, aunque escape, es propiedad privada, y por lo tanto los pescadores no pueden acceder a ello. Se está peleando para que se abra una pesquería artesanal de salmón, pero la industria está bloqueando ese proyecto, pues haría caer el precio del salmón en el mercado interno. Finalmente, el último efecto ambiental que quiero comentar es la eliminación de mamíferos silvestres. Esta es una industria campeona en eliminar lobos marinos y aves que van a alimentarse en las balsas de cultivo de salmón. Hay proyectos estatales para permitir la caza de lobos marinos y con ello proteger la industria de estos predadores naturales.
Funcionarios de empresas salmoneras van a las colonias reproductivas a asesinar lobos marinos, tal como lo catastró un estudio realizado por Marcel Claude en el año 2000.
  • Y es una realidad que sigue sucediendo. Van a echar petróleo al agua, para luego prenderlo y quemar lobos. Y lo interesante de ello, es que estamos investigando posibles alianzas de la industria del salmón con la Marina de Chile, pues se ha empleado armamento militar en la caza de lobos marinos. 
¿Podría hacer referencia a los impactos económicos de la industria?
  • En primer lugar, se encuentra la generación de periódicas crisis sociales y laborales, al desbordarse los estándares sanitarios y ambientales. Esto termina con miles de despidos de trabajadores, y con billonarios salvatajes estatales a las empresas. Los subsidios del Estado son permanentes. Estamos investigando el Programa Meso Regional Salmón Sustentable. Entre el 2017 y el 2018, el Estado ha destinado 100 millones de dólares en subsidios a la industria salmonera para sus proyectos. Todo esto se hace a través de CORFO, o de manera opaca. Los que controlan CORFO, desde el gobierno de Bachelet, han sido operadores que han trabajado en la industria salmonera, y que han quedado a cargo del programa de apoyo a la acuicultura. “El gato administrando la pescadería”. En segundo lugar, hay competencia con la pesca artesanal y con los recolectores, al excluirlos del borde costero. En tercer lugar, está la degradación del patrimonio paisajístico. Son impactados todos los operadores de turismo de Aysén, Chiloé y Magallanes. Sobre todo, Magallanes, pues casi la mitad de su actividad depende del turismo.
Por otra parte, hay que considerar las altas tasas de accidentabilidad de la industria del salmón, y las altas tasas de mortalidad de trabajadores por los precarios estándares de seguridad.
  • Nosotros ahora estamos terminando un trabajo, que arrojó que, entre el 2012 y el 2018, ya van 18 muertos oficiales que hemos registrado. También estudiamos el periodo previo a la crisis del virus ISA, que es la mayor etapa de expansión de la industria, habiendo un trabajador muerto al mes. Ahora, como está el proyecto de alcanzar 1 millón 200 toneladas, de duplicar la producción, hay 18 trabajadores muertos oficiales. Son principalmente buzos, por las malas condiciones. Los buzos son los fusibles, los factores más sensibles, pues no están organizados sindicalmente. Chile es el país de todos los productores mundiales de salmones que tiene los más bajos salarios y las más extensas horas de trabajo. Además, la industria viola todos los derechos desde el punto de vista del género, a las “madres salmoneras”. Muchas plantas no tienen salas cunas, por ejemplo.
Sobre todo, una industria tan feminizada como la industria salmonera, en donde cerca de un 60% de los trabajadores de las plantas de procesamiento son mujeres. Ellas son la población más vulnerable a las precarias condiciones laborales de la industria.
  • Además, hay un doble estándar de las compañías transnacionales, de las compañías noruegas. Hay despidos a trabajadoras embarazadas, o de dirigentes sindicales embarazadas, y esta práctica la permite la legislación laboral. Por estos despidos, una vez fuimos a hablar con el embajador de Noruega en Chile, y le preguntamos: “¿ustedes podrían hacer esto en Noruega?”. “Cómo se le ocurre”, me dijo. “Lo hacemos en Chile porque su legislación lo permite”. “Nosotros en Chile somos los mejores chilenos, pues cumplimos al pie de la letra la ley”. “Si quieren que no pase eso, cambien la ley”. Entonces, industrias transnacionales que no pueden hacer eso en sus países, lo vienen a hacer acá. Nosotros, desde Ecoceanos, estamos instalando el concepto de “salmones de sangre”, pues los salmones están asociados a una alta mortalidad de los trabajadores que los producen. Es una metáfora adaptada de los “diamantes de sangre”. Esto lo emplearemos en los mercados internacionales, para que la gente sepa lo que está comiendo o cómo se produce.
Otro tema en torno a la industria y sus impactos negativos, son los perjuicios a la salud humana.
  • Así es. Chile ocupa 700 veces más antibióticos por tonelada que Noruega, siendo que Noruega produce el doble de Chile. Además, nuestro país emplea la mayor cantidad de parasitarios para el combate al calligus, que es el piojo del salmón. Al salmón se le realizan baños en estos químicos, los que luego dan a parar al fondo marino y al cuerpo de los consumidores. También está el uso masivo de pinturas antifouling, que es un biocida para impregnar las redes y evitar la adherencia de especies marinas. Eso es un biocida que está hecho a base de metales pesados, y que se acumula en las aguas. Tienen un impacto en la salud humana, en las comunidades adyacentes a esas áreas. En cuanto a la salud pública está el tema de la resistencia bacteriana en humanos. Chiloé es un laboratorio desde el punto de vista de la resistencia bacteriana, que no ha sido investigado pues al Estado no le interesaba que se supiera esa realidad. Felipe Cabellos Cárdenas, que es un médico que trabaja en el New York Medical College, viene todos los años a Chiloé. Ha aumentado en un 10% de resistencia a escherichia coli, que es el agente de patologías como las infecciones renales y respiratorias en Chiloé, lo que ha sido estudiado en el hospital de Castro. La única fuente de resistencia bacteriana es la industria salmonera.
Fuente nota original: Revista Entorno

martes, 4 de septiembre de 2018

The Seikongen Connection: Protección militar, dinero público y corrupción en el vertido de salmones tóxicos en Chile

El barco “Seikongen”, cargado con basura salmonera, se ha convertido en una versión neoliberal del “Caleuche”, barco fantasma de la mitología Chilota, condenado a vagar por los mares del sur de Chile con su cargamento de muerte y sin ningún puerto que lo reciba.
Seis comunas costeras entre las regiones de Los Lagos y Bío Bío han interpuesto recursos de protección para impedir su arribo. El Seikongen transporta una carga de 100 toneladas de lo que fueron salmones que se iban a exportar a Estados Unidos, Europa, Japón, Brasil o Argentina, pero que finalmente ahora son una masa tóxica, una basura química que ninguna ciudad puerto quiere recibir.
Los alcaldes de Puerto Montt, Calbuco, Ancud, Talcahuano y Paillaco, han rechazado al barco salmonero y a su carga de salmones muertos.
El Seikongen se hundió frente a la costas de Chonchi, en Chiloé central, en octubre de 2017 mientras transportaba salmones de la compañía Camanchaca, para ser fileteados y exportados desde Puerto Montt a los mercados internacionales.
Luego de 9 meses, en Julio de 2018, fue reflotado y las empresas involucradas, junto a la Armada, anunciaron que el barco de basura salmonera recalaría en Talcahuano. Sin embargo, todo se complicó…

Región de Los Lagos: El vertedero de residuos tóxicos de la industria salmonera

Las operaciones de reflotamiento del Seikongen, las faenas de sacar la basura tóxica de su interior, y luego su traslado a algún puerto para su reparación es un caso en que han estado involucradas diversas empresas, la armada y funcionarios de gobierno. La Empresa CTP Marítima S.A., –dueña de esta embarcación-, la transnacional holandesa Ardent, contratada para reflotar la nave, y la compañía Camanchaca, dueña de los salmones, están en el lado empresarial. Y todas intentan, otra vez, transferir al Estado de Chile y al medio ambiente regional los costos financieros y ambientales de este nuevo desastre sanitario-ambiental.
Para ello, están implementando el mismo modus operandi del anterior vertido de casi 9.000 toneladas de mortalidad de salmones descompuestos en las aguas adyacentes a Chiloé, que se efectuó con una masiva oposición ciudadana en Mayo del 2016, cuando se generaron las masivas protestas en Chiloé.

La responsabilidad del Estado en la destrucción del mar de Chiloé

Durante más 10 meses la carga tóxica en las bodegas del Seikongen permaneció hundida en la bahía de Pilpilehue, comuna de Chonchi, sin que las autoridades de pesca, salud y medio ambiente, se alarmaran o tomaran cartas en el asunto. Así, han privilegiado los intereses corporativos, mientras las empresas responsables se desligaban de toda responsabilidad.
Según las normas del Sernapesca, las 200 toneladas de salmones que transportaba el barco siniestrado, debieron comenzar a ser retirados en 48 horas. Sin embargo, éstos han permanecidos descomponiéndose dentro del well-boat por casi un año, sin que exista investigación alguna sobre las responsabilidades por éste no cumplimiento de la normativa vigente y los plazos legales.

La Armada de Chile: ¿Guardián de nuestro mar o de los intereses salmoneros?

Es llamativo que la Armada de Chile continúe manteniendo en secreto los planes para el traslado y descarga final de los desechos salmoneros tóxicos. Tanto es así, que el Sernapesca señaló haberse enterado a última hora de las maniobras de traslado desde Chiloé a Puerto Montt, mientras la Secretaría regional de salud del Bio-Bio afirmó que no registraba permiso alguno en la eventualidad que el well-boat intentara atracar en el puerto de Talcahuano, y el vertimiento de su carga orgánica contaminante.
Mientras el Seikongen navegaba entre la bahía de Quetalmahue, en Ancud, hasta Puerto Montt, con una protección dada por la patrullera “SG Chiloé”, la Armada de Chile entregó un sui generis comunicado en el cual repite el mantra de que “la nave no reviste peligrosidad hacia el medio ambiente y las personas”.
De paso, advierte, que “se hace presente a la comunidad que la autoridad marítima mantendrá una constante vigilancia y control durante la permanencia de la nave en el punto de fondeo asignado al sur de la Isla Tenglo, mientras la empresa evalúa las alternativas para la descarga y disposición final de los residuos que se encuentran a bordo (sic)”

Seikongen: Resultado del desregulado negocio de los well-boats salmoneros en Chile

Evidenciando las deficientes condiciones de seguridad en las que se desarrolla el billonario negocio del transporte marino de la industria salmonera, en los últimos cinco años se han hundido en las costas de Chiloé, Aysén y Magallanes tres mega well boats (“Seikongen”, “Amadeo” y “Orca.-Yagan”), junto a la barcaza “Valentina”, quienes transportaban toneladas de salmones, petróleo y pellets para alimentar peces.
También existe un grave problema de concentración económica que impide la libre competencia en aguas australes, situación evidenciada en la medida prejudicial interpuesta por la naviera Solvtrans Chile contra la asociación gremial Armasur, que fue acogida por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.   
Esto anticipa que los problemas se agudizarán, ya que compañías trasnacionales como Johnson Marine están invirtiendo en nuevos y mas grandes well-boats para expandir sus operaciones en Chile, al igual que la compañía Grip Ship, la que actualmente opera dos well-boat en Puerto Montt, dando servicios a las transnacionales salmoneras Cermaq/ Mitsubishi (Japón) y Marine Harvest (Noruega).

Seikongen : Un caso que el parlamento debe investigar

Antes de zarpar el Seikongen hacia Chile proveniente de un astillero en Hong Kong, República Popular China, presentaba deficiencias en aspectos de navegación, eléctricos y de las puertas contra el fuego.
A pesar de ésta situación irregular, obtuvo la aprobación de las autoridades marítimas chilenas para navegar con pabellón nacional, arribando el 7 de diciembre del 2016. Una semana después realizó su primer viaje comercial. Sin embargo, debió ser retirado por problemas de en la seguridad, siendo revisado por personal chino en el astillero de Oxxean en Puerto Montt, región de Los Lagos.
En su segundo viaje, transportando salmones por encargo de la empresa Camanchaca, se hundió frente a las costas de Chonchi, Chiloé, desconociéndose hasta el momento las causas y responsabilidades administrativas en esta oscura situación de transporte marítimo. 
Dirigentes pesqueros: Negociando la complicidad y el silencio con el Estado y la industria salmonera
El resistido vertimiento final de los residuos tóxicos del Seikongen se ha transformado en una oportunidad de negocio para algunos dirigentes pesqueros regionales. Según fuentes locales, se habría presionado para que el wellboat fuese enviado desde Ancud hacia Puerto Montt, con el fin de negociar con las empresas involucradas, su arribo y descarga local, sin que existiese oposición social y de los pescadores.
Con ello, se estarían anticipando a un acuerdo similar entre salmoneros y dirigentes pesqueros de la región del Bio Bio, ante la posibilidad que el Seikongen tuviese que descargar en la bahía de Talcahuano.
Lo llamativo de ésta impresentable negociación, es que en el caso de Puerto Montt, la Fundación Chinquihue operaría como “garante sanitario y ambiental” del posible desembarque del cargamento tóxico del Seikongen y su posterior vertimiento e incineración .
Cabe preguntarse, ¿Qué expertise o atribución legal tiene esta fundación privada que opera con fondos públicos para asumir un papel que constitucionalmente le corresponde a los ministerios de salud y medio ambiente?
Más llamativo aún, es el hecho que el directorio de la Fundación Chinquihue, está presidido por el actual Intendente de la región de Los Lagos, y cuenta como directores al director regional de Sernapesca, los Seremis de desarrollo social y economía, así como representantes de los mitilicultores y de las tres confederaciones de la pesca artesanal.
La “Seikongen Connection”, después del reciente escape de 900.000 salmones al medio marino y la masiva contaminación con pintura tóxica del río Trainel y lago Huillinco en los últimos dos meses, dejan en evidencia la impunidad y desregulación con que opera la actual fase de expansión salmonera industrial, así como el hecho que el medio ambiente marino-costero, la salud pública y los derechos de las comunidades costeras del sur de Chile, son quienes finalmente asumen los costos del modelo neoliberal exportador chileno.
Frente a la complicidad y corrupción de las autoridades gubernamentales y el empresariado pesquero y acuícola industrial, las organizaciones ciudadanas, movimientos sociales, comunidades costeras e indígenas están llamando a nivel nacional e internacional a boicotear el consumo de salmón químico industrial, de manera de impedir su expansión en las regiones de Ñuble, Bío Bío, Araucanía, Los Ríos, Los Lagos y en la Patagonia chilena, para impedir que el mar siga siendo utilizado como el vertedero de la industria salmonera de exportación.
Por Juan Carlos Cárdenas N.

Médico Veterinario y Director Ejecutivo de Centro Ecocéanos

miércoles, 1 de agosto de 2018

Escape masivo de salmones: naturalizando el abuso sanitario-ambiental en nuestro mar

Escrito por Juan Carlos Cardenas | Director Centro Ecoceanos | Fuente: El Mostrador
Lo que está ocurriendo en Chile con el escape de 690 mil ejemplares de salmón Atlántico de la empresa Marine Harvest contrasta con lo que sucedió en los Estados Unidos, donde frente al escape de 300 mil ejemplares de salmón del Atlántico desde un centro de cultivo de la transnacional canadiense Cooke Aquaculture, en el área de Puget Sound, el Congreso de Washington decidió en marzo de 2018 prohibir las operaciones de los centros de cultivo industrial de salmón en aguas estatales, por considerar “insoportables” sus impactos ambientales y sanitarios sobre las poblaciones de peces silvestres.

El escape de 690 mil ejemplares de salmón Atlántico (Salmo salar) desde el centro de cultivo de Punta Redonda, Comuna de Calbuco, de propiedad de la transnacional noruega Marine Harvest, evidencia los destructivos impactos que genera esta industria exportadora en el medio ambiente, la salud pública y los derechos de las comunidades costeras del sur de Chile.
A casi un mes del gran escape, Marine Harvest solo ha recuperado el 5,7% de estos voraces carnívoros. Con ello evidencia la inefectividad del plan de contingencia del centro de cultivo. Los 652 mil salmones restantes se encuentran generando un triple efecto combinado sobre los ecosistemas y la biodiversidad acuática regional: depredación, transmisión de enfermedades, y competencia por espacio y fuentes de alimentación.
Entre las principales especies afectadas están el endémico puye (Galaxia maculatus), y los ejemplares juveniles de merluza, sardina y/o pejerreyes, todos de gran importancia para la cadena trófica, la alimentación local, y la economía de las comunidades costeras, pueblos originarios y pescadores artesanales.
Se estima que 1 millón de salmones y truchas de cultivo se fugan anualmente hacia los ríos, lagos y áreas marino-costeras del sur de Chile.  El escape del centro de cultivo de Punta Redonda supera ampliamente los 165 mil salmones fugados durante la temporada 2017.
Para Marine Harvest estas situaciones no son una excepción, ya que en su memoria anual mundial reconoce que tuvieron 15 incidentes de escapes el 2017, con 23.223 peces fugados, duplicando los escapes del 2016, con 12.790 salmones fugados.

“Durante los últimos ocho años –según el Ministerio de Economía– más de 2 millones de salmones han escapado desde los centros de cultivos de la transnacional noruega Marine Harvest. Estos peces carnívoros, introducidos en aguas chilenas, están contaminando y depredando la biodiversidad acuática, bajo el amparo de una legislación permisiva y la complicidad de altos funcionarios estatales”.


El “cáncer de las costas” chilenas

En el sur de Chile existen 1.021 centros de cultivo intensivos de salmónidos en agua de mar, los que constituyen la principal amenaza para la biota acuática y los derechos de las comunidades costeras. El Ministerio de Economía informó que durante los últimos ocho años han escapado más de 2 millones de peces desde los diversos centros de cultivo de Marine Harvest. Solo un pequeño porcentaje fue recuperado.
Como plaga invasora, el salmón Atlántico tiene la capacidad de remontar los estuarios de ríos, pudiendo desarrollar procesos de adaptación y naturalización, tal como ya ha ocurrido con el salmón Chinook, Coho y la trucha café.
Lo catastrófico de esta situación es que en los ríos y lagos chilenos existen 45 especies de peces nativos, de los cuales un 80% son endémicos (especies cuya distribución es exclusiva de un área geográfica), encontrándose la mayoría en la categoría de “especies amenazadas”.
Además, la industria salmonera ha introducido durante las últimas décadas más de 20 enfermedades virales, bacterianas y parasitarias en los ecosistemas acuáticos de Chile.

La Republiketa salmonera de Chile

Marine Harvest tiene hasta el 5 de agosto para recuperar al menos el 10% de los 690 mil salmones escapados. De lo contrario, Sernapesca presumirá que existe un daño ambiental, arriesgándose la empresa a multas de hasta 3 mil UTM y la posibilidad de perder su concesión salmonera de Punta Redonda.
La recuperación del 10% de los peces escapados es tan solo una cifra testimonial, no proporcional a la gravedad de este nuevo desastre sanitario-ambiental. Esto demuestra que las regulaciones de acuicultura están hechas a la medida de los intereses corporativos y que para el Estado chileno no son prioritarios los graves daños acumulativos que provienen de la expansión salmonera.
El Estado chileno ha sido reactivo frente a este nuevo escape, dejado la iniciativa en manos de Marine Harvest, teniendo en cuenta que la Resolución de Calificación Ambiental (RCA) de la concesión de Punta Redonda no contempla medidas de reparación, compensación y/o mitigación de los diversos impactos que deriven de la fuga de salmones Atlántico.

Salmoneras en Chile: un mensaje desde USA

Lo que está ocurriendo en Chile contrasta con lo que sucedió en los Estados Unidos, donde frente al escape de 300 mil ejemplares de salmón del Atlántico desde un centro de cultivo de la transnacional canadiense Cooke Aquaculture, en el área de Puget Sound, el Congreso de Washington decidió en marzo de 2018 prohibir las operaciones de los centros de cultivo industrial de salmón en aguas estatales, por considerar “insoportables” sus impactos ambientales y sanitarios sobre las poblaciones de peces silvestres.
La decisión del Congreso de Washington constituye una poderosa señal internacional, de incalculables implicancias políticas y comerciales para el Estado chileno y la subestándar industria salmonera exportadora del sur del país. También constituye un precedente que fortalecerá las exigencias del movimiento de ciudadanos(as) y comunidades costeras que luchan contra la expansión de esta industria exportadora que espera producir en aguas chilenas 1,2 millones de toneladas anuales para el 2030.

Una industria adicta a los antibióticos

Extraña la falta de acciones de las autoridades del Ministerio de Salud frente a los riesgos que implica la comercialización y el consumo de una cantidad desconocida de salmones escapados medicados con florfenicol por lo tanto, no   aptos para la alimentación humana, especialmente niños y embarazadas. A pesar de que el ministro de Salud, Emilio Santelices, señaló que “no se ha establecido si los niveles de antibióticos en los salmones puedan ser de riesgo para la población” (sic),  la industria del “salmón químico chileno” es la que emplea más antibióticos por tonelada de salmón producido a nivel global (700 veces más que las producciones noruegas).
Tan solo el 2017 se utilizaron 394 mil kg de antibióticos, los que en un 95% fueron administrados preventivamente a los peces en la fase de agua de mar. Se estima que entre un 40% a 90% de los antimicrobianos suministrados no son absorbidos por los peces, siendo liberados al medio acuático a través de la orina y las fecas, generando condiciones para la creación de cepas bacterianas resistentes a los antibióticos de uso común, tanto en seres humanos, salmones, como en los ecosistemas terrestres y acuáticos.
A lo anterior se debe agregar que la alimentación intensiva de salmónidos se basa en el empleo de harina de pescado de origen industrial, los que presentan contaminantes orgánicos persistentes, tan tóxicos como dioxinas y bifenilos policlorado.

Los malos antecedentes sanitarios del centro Punta Redonda

La aprobación de la solicitud de Marine Harvest para obtener la concesión del centro Punta Redonda en isla Guar, la efectuó el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), a través de una simple Declaración de Impacto Ambiental (DIA), asumiendo que no generaría daños ambientales relevantes. Por ello, mediante otra RCA se autorizó el 2011 aumentar cinco veces  su producción, pasando de 1.020 tons a 6.500 toneladas de salmones por ciclo productivo. El 2016, el centro de cultivo de Punta Redonda fue sancionado por el Sernapesca por no cumplir con el Reglamento Ambiental para la Acuicultura (RAMA).
El costo real para Marine Harvest de este desastroso evento es tan solo de imagen corporativa, pues la empresa cuenta con seguros comprometidos contra los escapes masivos de peces. Por lo tanto, los únicos afectados serán los maltratados ecosistemas y la biodiversidad acuática, así como la salud pública y las comunidades locales de la Región de Los Lagos.
Es evidente que Marine Harvest aplica una política de “dobles estándares” en Chile, ya que su irresponsable comportamiento sanitario y ambiental no sería permitido en Noruega o en los Estados Unidos.

La ciudadanía y comunidades interpelan al Estado chileno

Las organizaciones ciudadanas, movimientos sociales y comunidades de pueblos originales exigen:
  1. Caducar la concesión del centro de cultivo de Punta Redonda por reiteradas violaciones a las regulaciones de acuicultura y grave daño ambiental y a la salud pública.
  2. Establecer un plan de monitoreo y fiscalización del área de escape y de los ríos y estuarios adyacentes, de al menos 3 años.
  3. Crear una pesquería artesanal de salmón escapado, categorizándolos como una plaga invasora que pone en riesgo a los ecosistemas acuáticos.
  4. Prohibir el empleo profiláctico de antibióticos en salmones sanos por parte de la industria salmonera, por constituir una práctica aberrante y de alto riesgo sanitario.
  5. Implementar un programa de vigilancia epidemiológica de la resistencia bacteriana en las regiones productoras de salmónidos de cultivo.
  6. Cumplir los compromisos del Estado chileno con la campaña internacional “Una Salud”, de la Organización Mundial de la Salud, para el control del empleo abusivo de los antimicrobianos y la resistencia bacteriana.
  7. Establecer una moratoria indefinida a la expansión de la industria salmonera en Chile.
La campaña ciudadana www.salmonquimicochileno.cl, llama a no consumir salmón de cultivo por su riesgo para la salud y el  medio ambiente, y a los chefs, restaurantes y sushi-bares a excluir el salmón industrial de sus menús.