El
barco “Seikongen”, cargado con basura salmonera, se ha convertido en una
versión neoliberal del “Caleuche”, barco fantasma de la mitología Chilota,
condenado a vagar por los mares del sur de Chile con su cargamento de muerte y
sin ningún puerto que lo reciba.
Seis
comunas costeras entre las regiones de Los Lagos y Bío Bío han interpuesto
recursos de protección para impedir su arribo. El Seikongen transporta una
carga de 100 toneladas de lo que fueron salmones que se iban a exportar a
Estados Unidos, Europa, Japón, Brasil o Argentina, pero que finalmente ahora
son una masa tóxica, una basura química que ninguna ciudad puerto quiere
recibir.
Los
alcaldes de Puerto Montt, Calbuco, Ancud, Talcahuano y Paillaco, han rechazado
al barco salmonero y a su carga de salmones muertos.
El
Seikongen se hundió frente a la costas de Chonchi, en Chiloé central, en
octubre de 2017 mientras transportaba salmones de la compañía Camanchaca, para
ser fileteados y exportados desde Puerto Montt a los mercados internacionales.
Luego
de 9 meses, en Julio de 2018, fue reflotado y las empresas involucradas, junto
a la Armada, anunciaron que el barco de basura salmonera recalaría en
Talcahuano. Sin embargo, todo se complicó…
Región de Los Lagos: El vertedero de residuos tóxicos de la
industria salmonera
Las
operaciones de reflotamiento del Seikongen, las faenas de sacar la basura
tóxica de su interior, y luego su traslado a algún puerto para su reparación es
un caso en que han estado involucradas diversas empresas, la armada y
funcionarios de gobierno. La Empresa CTP Marítima S.A., –dueña de esta
embarcación-, la transnacional holandesa Ardent, contratada para reflotar la
nave, y la compañía Camanchaca, dueña de los salmones, están en el lado
empresarial. Y todas intentan, otra vez, transferir al Estado de Chile y al medio
ambiente regional los costos financieros y ambientales de este nuevo desastre
sanitario-ambiental.
Para
ello, están implementando el mismo modus operandi del anterior vertido
de casi 9.000 toneladas de mortalidad de salmones descompuestos en las aguas
adyacentes a Chiloé, que se efectuó con una masiva oposición ciudadana en Mayo
del 2016, cuando se generaron las masivas protestas en Chiloé.
La responsabilidad del Estado
en la destrucción del mar de Chiloé
Durante más 10 meses la carga
tóxica en las bodegas del Seikongen permaneció hundida en la bahía de
Pilpilehue, comuna de Chonchi, sin que las autoridades de pesca, salud y medio ambiente,
se alarmaran o tomaran cartas en el asunto. Así, han privilegiado los intereses
corporativos, mientras las empresas responsables se desligaban de toda
responsabilidad.
Según
las normas del Sernapesca, las 200 toneladas de salmones que transportaba el
barco siniestrado, debieron comenzar a ser retirados en 48 horas. Sin embargo,
éstos han permanecidos descomponiéndose dentro del well-boat por casi un
año, sin que exista investigación alguna sobre las responsabilidades por éste
no cumplimiento de la normativa vigente y los plazos legales.
La Armada de Chile: ¿Guardián
de nuestro mar o de los intereses salmoneros?
Es
llamativo que la Armada de Chile continúe manteniendo en
secreto los planes para el traslado y descarga final de los desechos salmoneros
tóxicos. Tanto es así, que el Sernapesca señaló haberse enterado a última hora
de las maniobras de traslado desde Chiloé a Puerto Montt, mientras la
Secretaría regional de salud del Bio-Bio afirmó que no registraba permiso
alguno en la eventualidad que el well-boat intentara atracar en el puerto de
Talcahuano, y el vertimiento de su carga orgánica contaminante.
Mientras
el Seikongen navegaba entre la bahía de Quetalmahue, en Ancud, hasta Puerto
Montt, con una protección dada por la patrullera “SG Chiloé”, la Armada de
Chile entregó un sui generis comunicado en el cual repite el mantra
de que “la nave no reviste peligrosidad hacia el medio ambiente y las personas”.
De
paso, advierte, que “se hace presente a la comunidad que la autoridad
marítima mantendrá una constante vigilancia y control durante la permanencia de
la nave en el punto de fondeo asignado al sur de la Isla Tenglo, mientras la
empresa evalúa las alternativas para la descarga y disposición final de los
residuos que se encuentran a bordo (sic)”
Seikongen: Resultado del
desregulado negocio de los well-boats salmoneros en Chile
Evidenciando
las deficientes condiciones de seguridad en las que se desarrolla el billonario
negocio del transporte marino de la industria salmonera, en los últimos
cinco años se han hundido en las costas de Chiloé, Aysén y Magallanes tres
mega well boats (“Seikongen”, “Amadeo” y “Orca.-Yagan”), junto a la
barcaza “Valentina”, quienes transportaban toneladas de salmones,
petróleo y pellets para alimentar peces.
También
existe un grave problema de concentración económica que impide la libre
competencia en aguas australes, situación evidenciada en la medida prejudicial
interpuesta por la naviera Solvtrans Chile contra la asociación gremial Armasur, que fue acogida por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
Esto anticipa que los problemas se agudizarán, ya que compañías
trasnacionales como Johnson Marine están invirtiendo en nuevos y mas grandes well-boats
para expandir sus operaciones en Chile, al igual que la compañía Grip Ship, la
que actualmente opera dos well-boat en Puerto Montt, dando servicios a las
transnacionales salmoneras Cermaq/
Mitsubishi (Japón) y Marine Harvest (Noruega).
Seikongen : Un caso que el
parlamento debe investigar
Antes
de zarpar el Seikongen hacia Chile proveniente de un astillero en Hong Kong,
República Popular China, presentaba deficiencias en aspectos de navegación,
eléctricos y de las puertas contra el fuego.
A
pesar de ésta situación irregular, obtuvo la aprobación de las autoridades
marítimas chilenas para navegar con pabellón nacional, arribando el 7 de
diciembre del 2016. Una semana después realizó su primer viaje comercial. Sin
embargo, debió ser retirado por problemas de en la seguridad, siendo revisado
por personal chino en el astillero de Oxxean en Puerto Montt, región de Los
Lagos.
En
su segundo viaje, transportando salmones por encargo de la empresa Camanchaca,
se hundió frente a las costas de Chonchi, Chiloé, desconociéndose hasta el
momento las causas y responsabilidades administrativas en esta oscura situación
de transporte marítimo.
Dirigentes pesqueros:
Negociando la complicidad y el silencio con el Estado y la industria salmonera
El
resistido vertimiento final de los residuos tóxicos del Seikongen se ha
transformado en una oportunidad de negocio para algunos dirigentes pesqueros
regionales. Según fuentes locales, se habría presionado para que el wellboat fuese enviado desde Ancud hacia Puerto Montt, con el fin de negociar con las
empresas involucradas, su arribo y descarga local, sin que existiese oposición
social y de los pescadores.
Con
ello, se estarían anticipando a un acuerdo similar entre salmoneros y dirigentes
pesqueros de la región del Bio Bio, ante la posibilidad que el Seikongen
tuviese que descargar en la bahía de Talcahuano.
Lo
llamativo de ésta impresentable negociación, es que en el caso de Puerto
Montt, la Fundación Chinquihue operaría como “garante sanitario y ambiental”
del posible desembarque del cargamento tóxico del Seikongen y su posterior
vertimiento e incineración .
Cabe
preguntarse, ¿Qué expertise o atribución legal tiene esta fundación privada que
opera con fondos públicos para asumir un papel que constitucionalmente le
corresponde a los ministerios de salud y medio ambiente?
Más llamativo aún, es el hecho que el directorio de la Fundación Chinquihue, está
presidido por el actual Intendente de la región de Los Lagos, y cuenta como
directores al director regional de Sernapesca, los Seremis de desarrollo social
y economía, así como representantes de los mitilicultores y de las tres
confederaciones de la pesca artesanal.
La
“Seikongen Connection”, después del reciente escape de 900.000 salmones al
medio marino y la masiva contaminación con pintura tóxica del río Trainel y
lago Huillinco en los últimos dos meses, dejan en evidencia la impunidad y
desregulación con que opera la actual fase de expansión salmonera industrial,
así como el hecho que el medio ambiente marino-costero, la salud pública y los
derechos de las comunidades costeras del sur de Chile, son quienes finalmente
asumen los costos del modelo neoliberal exportador chileno.
Frente
a la complicidad y corrupción de las autoridades gubernamentales y el
empresariado pesquero y acuícola industrial, las organizaciones ciudadanas,
movimientos sociales, comunidades costeras e indígenas están llamando a nivel
nacional e internacional a boicotear el consumo de salmón químico industrial,
de manera de impedir su expansión en las regiones de Ñuble, Bío Bío,
Araucanía, Los Ríos, Los Lagos y en la Patagonia chilena, para impedir que el
mar siga siendo utilizado como el vertedero de la industria salmonera de
exportación.
Por
Juan Carlos Cárdenas N.
Médico Veterinario y
Director Ejecutivo de Centro Ecocéanos