@vigilantecosta
El día 14 de noviembre
de 2013 acudimos a Boca Itata ante un llamado de los vecinos del sector y poder evaluar, in situ,
el nivel del colapso del ducto semi subterráneo del Complejo Forestal
Industrial (CFI) Nueva Aldea perteneciente al grupo Arauco y que descarga sus
líquidos tratados cerca de dos
kilómetros al interior del mar.
Siempre me he preguntado porque es mejor descargar al mar
que al río (Itata), ya que en ambos lugares se contamina al incorporar grandes
cantidades de líquidos que son tratados de manera artificial (RILES) que son descargados a través de
un emisario submarino en un mar que nos pertenece a todos y que nos debiera bañar tranquilos. Esto último,
claramente ironizando frente a una duda más que justificada hoy por múltiples
causas en diferentes partes del país gracias a un modelo acaparador y destructivo
basado en tecnologías añejas y contaminantes donde comunidades son avasalladas de manera
impresionante, afectándoles directamente, atentando su calidad de vida, su salud y su
derecho constitucional de vivir en un medio ambiente sano y libre de contaminación (Capitulo III - De los Derechos y Deberes Constitucionales - Articulo 19, Inciso 8° CPR) donde grandes grupos económicos se adueñan de los espacios públicos profitando, de manera morbosa, de ellos.
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SECTOR BOCA ITATA - LUGAR DE FISURA |
El nuevo desastre fue detectado
por vecinos del sector durante la madrugada en Boca Itata comuna de Tehuaco,
provincia de Ñuble, región del Biobio. Al llegar al lugar, lo primero que llamó
poderosamente la atención fue el fuerte olor que había en el lugar, la prohibición de acceso a sus hogares de vecinos
del sector y la imposibilidad de tomar agua de manera tradicional debiendo
incurrir en nuevas vías de distribución impulsadas por la empresa, culpable del
desastre, y municipio local a través de “bombonas” de agua. Surrealista.
El daño ambiental es
manifiesto y evidente. Al menos dos hectáreas completamente anegadas fueron afectadas con los RILES de la
planta de celulosa Nueva Aldea que emanaban a borbotones como un geiser de manera
impresionante al costado de una de las cámaras del ducto sobre terrenos
recientemente labrados para la siembra agrícola. Bomberos declaraba emergencia química cambiando
al rato y señalando que por “mail” se
les había informado que los “líquidos eran
inocuos”. No alcanzaba a terminar de hablar el comandante cuando una vecina
hace notar que este figuraba con una chaqueta muy bonita con la imagen corporativa de la empresa responsable del
daño ambiental (Arauco). Luego, un ejecutivo de la empresa, de hablar monótono y alertagador, señalaba a modo de defensa, que los vínculos con la comunidad eran permanentes para contribuir y
bomberos siempre recibía ayuda con el ya clásico discurso de la responsabilidad social empresarial que desde nuestra óptica solo es un mecanismo estratégico de
inversión para poder operar y mantener estándares de producción, mientras se pueda.
Ejecutivos a cargo de
la empresa presentes en el lugar se reunieron "espontáneamente" con vecinos
explicándoles que eso estaba dentro de la resolución de calificación ambiental y que sucederían maniobras de “achique”
para contener la emergencia y jamás pensando en detener producción de la planta dado que según RCA51/2005 ante eventos de este tipo señala que pueden descargar directamente al río Itata, supongo, con un nivel de producción menor a los 1,2 m3/s establecidos.
La gran pregunta es quien
es, en definitiva, el responsable de que estas situaciones se vayan repitiendo
con tanta normalidad impactando tan
descaradamente en nuestras comunidades rurales afectándoles directamente en su forma
de vida convirtiéndose en una burla por parte de un consorcio empresarial que
supera con creces las promesas incumplidas contaminando de manera sostenida e incalculable
sectores rurales en donde claramente existe un aprovechamiento de la ingenuidad de muchos en donde con regalías y compras directas logran dividir a las
comunidades y la autoridad de turno se arrodilla ante el peso de la inversión.
¿Quién es en definitiva
el órgano que permite que proyectos de tal envergadura se realicen y cuáles son, objetivamente, hoy sus pro y contras? ¿Es lícito entonces que aquellos que tienen el poder de
invertir millones de dólares en un ducto de cincuenta y tantos kilómetros de
largo partiendo comunidades, utilizando espacios públicos, comprando
particulares, desechando líquidos en el mar difícil de cuantificar,
contaminando reiteradamente sectores agrícolas, ríos y esteros por una ganancia
privada de grandes conglomerados económicos? ¿Quien asegura que el ducto en su trazado con posterioridad del terremoto de 2010 no tenga fallas estructurales graves que no son fácilmente perceptibles?
El Estado de Chile está
al debe y las comunidades, no tan solo del sector, ya lo sienten. Existe un
cansancio sostenido donde el modelo forestal, minero, energético, pesca, manejo
de las aguas y sus derechos deben revisarse, porque los distintos gobiernos después
de la dictadura han sido solo garantes de los intereses privados. De aquellos
que se han encargado de poner la mesa para su propio negocio depredando de
manera insana nuestros recursos naturales y afectando a vecinos trabajadores, como
los de Boca Itata, obligándoles en muchos casos a huir de sus lugares, de su
tierra, de sus raíces, de su cultura.
Hay que hacer un
llamado al Estado de Chile para que sea un real custodio de los intereses de
todos, del gran privado y poderoso, como también del pequeño propietario
agricultor que no tiene porque verse invadido por aguas sucias que provienen de
un ducto monstruoso que pasa bajo sus campos como una serpiente gigantesca afectando su tierra, su siembra,
su cultivo, su tradición y vocación historia. ¿Cómo es posible que una empresa, un
modelo llegue de manera arbitraria y por su negocio cambie la forma de vida de
personas? Resulta indignante como distintos gobiernos toman palco y hechos
demenciales como los acontecidos ahora, como los de hace unos días (y en 2011) en Velenunque y como tantos otros a lo largo y ancho del país, transformándose en
un mero observador y visador de proyectos privados nacionales y extranjeros con
la excusa del libre mercado. Nadie se opone al desarrollo, al emprendimiento, pero seamos claros, este debe ser responsable, con y para la gente, y un desafío permanente para que en primer lugar
se respete el desarrollo económico local y a sus residentes históricos. Si de respeto hablamos, se debe respeto al particular, al chico y grande. No es posible que siempre debamos
establecer zonas de sacrificio por el bien de unos por sobre otros. Algo debe
cambiar y pronto, antes de que sea demasiado tarde.
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