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viernes, 30 de agosto de 2013

La ley Monsanto y sus ataduras.

@rodrigodelao
El alimento regulado por una empresa que comercializa con la guerra resulta (agente naranja, 1961, guerra de Vietnam, Monsanto Corporation), a lo menos, preocupante. Que en su mutación hacia el campo alimentario quieran convertirse en soberanos del patrón genético de las semillas (productos orgánicos del balance de nuestra especie que por generaciones han marcado una vocación libre de apego, respeto por la tierra, su entrega y retorno en equilibrio), es un insulto.
La ley Monsanto se introduce con la excusa del libre mercado y manipula material genético de origen natural produciendo una mutación inevitable y, mientras no existan pruebas concluyentes de su inocuidad, es un derecho poder fomentar nuestra agricultura, potenciar a nuestras comunidades rurales con un manejo libre de semillas contaminadas y obligadas a usar por leyes autoritarias fundadas en situaciones, muchas veces, discordantes con el espíritu ético y moral del bien mayor.
Necesitamos proteger, conservar y reproducir semillas en libertad, con propiedades infinitas en donde podamos valorar la alimentación natural sin elementos impuestos o genes adicionales que van en la dirección contraria, obligándonos a consumir un alimento que no es 100% natural. Esto atenta los derechos fundamentales básicos de cualquier persona impactando directamente nuestro entorno, ecosistemas y salud de la población.

Emplazamos a los parlamentarios de Chile a no dejarse embaucar por Lobbys de ninguna especie y se inclinen a pensar que es necesario volver a los orígenes. Y, si en Chile ponemos en valor la soberanía alimentaria, con principios de sustentabilidad y excelencia, que ya estan siendo valorados, en el entendido que nuestro país tiene una condición de privilegio y mucha gente dispuesta al desarrollo de una cultura volcada a lo orgánico, a lo natural para todos.
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