@rodrigodelao
El alimento regulado por una empresa que comercializa con la
guerra resulta (agente naranja, 1961, guerra de Vietnam, Monsanto Corporation), a lo menos, preocupante. Que en su mutación hacia el campo
alimentario quieran convertirse en soberanos del patrón genético de las
semillas (productos orgánicos del balance de nuestra especie que por
generaciones han marcado una vocación libre de apego, respeto por la tierra,
su entrega y retorno en equilibrio), es un insulto.
La ley Monsanto se introduce con la excusa del libre mercado
y manipula material genético de origen natural produciendo una mutación
inevitable y, mientras no existan pruebas concluyentes de su inocuidad, es un
derecho poder fomentar nuestra agricultura, potenciar a nuestras comunidades
rurales con un manejo libre de semillas contaminadas y obligadas a usar por
leyes autoritarias fundadas en situaciones, muchas veces, discordantes con el
espíritu ético y moral del bien mayor.
Necesitamos proteger, conservar y reproducir semillas en
libertad, con propiedades infinitas en donde podamos valorar la alimentación
natural sin elementos impuestos o genes adicionales que van en la dirección contraria, obligándonos a consumir un alimento que no es 100% natural. Esto atenta los derechos fundamentales básicos
de cualquier persona impactando directamente nuestro entorno, ecosistemas y
salud de la población.
Emplazamos a los parlamentarios de Chile a no dejarse embaucar
por Lobbys de ninguna especie y se inclinen a pensar que es necesario volver a los orígenes. Y, si en Chile
ponemos en valor la soberanía alimentaria, con principios de sustentabilidad y
excelencia, que ya estan siendo valorados, en el entendido que nuestro país
tiene una condición de privilegio y mucha gente dispuesta al desarrollo de una
cultura volcada a lo orgánico, a lo natural para todos.
VER:
No Queremos Transgenicos en Chile - Avaaz.org
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