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Curanipe. 8 de agosto de 2015 |
@vigilantecosta
Producto de un doble sistema frontal occidental hacia el continente, recientemente en las costas de Chile se suscitaron las
marejadas más grandes y destructivas de los últimos 70 años. La costa chilena fue
golpeada por olas que superaron los 8 metros de altura siendo la zona más afectada
el centro norte del país donde se produjeron daños en la infraestructura del
borde costero y en embarcaciones de pesca de distinto tamaño. A eso se
suman las altas precipitaciones que han caído provocando inundaciones y
aluviones en el norte del país ante el inusual fenómeno que según las estadísticas
señalan que, en algunas zonas, precipitó en un día la suma promedio de los últimos catorce años.
Si consideramos que factores de cambio climático hoy ya no son una probable sino que son una realidad, como también lo es la tendencia de las aguas oceánicas a aumentar su nivel debido al derretimiento de los hielos polares por el calentamiento del planeta por gases de efecto invernadero (que todos producimos), reconocemos que se transforma en un fenómeno que, lamentablemente, se hace más recurrente con las consecuencias ya conocidas.
Esto se menciona debido a la necesidad de que los programas de
gobierno (central o regional) identifiquen como una prioridad el regular el
sistema costero entregándoles mayores recursos y jurisdicción a los municipios
costeros los que, hoy en día, son meros espectadores frente a intervenciones sobre cursos hídricos o la explotación eventual de zonas costeras, lacustres o cuencas hidrográficas amenazadas o en franca degradación.
Se hace necesario, por ende, que se diseñe un ordenamiento de toda la costa incluyendo
sistemas integrados desde las cabeceras de cuencas de todos los cursos hídricos los que son de vital importancia
para las comunidades. Esto, debe involucrar a los Alcaldes y municipios,
como actores relevantes del proceso y ellos son los primeros que deben por el cuidado y mantenimiento responsable del
patrimonio local (material e inmaterial), como así también, incluir permanente e
insistentemente a la comunidad y servicios o instituciones de gobierno que
tengan opinión y/o experticia en estos temas que contribuyan a dar grados de objetividad en los procesos y renueve la confianza perdida en nuestros parlamentarios y gobernantes.
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Pelluhue, Maule Sur |
Al recorrer nuestra zona, y nuestro país, muchas veces
observamos cómo son las ciudades, pueblos, o sectores rurales donde a veces
el voto político no resulta tan atractivo para las autoridades de turno y, por
consecuencia, hoy comunidades se ven desplazadas, rezagadas o sobrepasadas por
modelos de negocio que acaparan los recursos naturales afectando la calidad de
las aguas, el acceso a ella y su propia calidad de vida, siendo absorbidos por modelos
depredadores que traen grandes utilidades para sus propietarios o accionistas
de estos mega consorcios empresariales, holdings, o empresas familiares, siendo,
al final de cuentas, los residentes históricos los que pagan las externalidades
negativas de estos modelos de negocio, debiendo trabajar en la propuesta empresarial o, en definitiva,
migrar a otros lugares debido a la escasez hídrica, la contaminación de aguas, degradación y desertificación de suelos y
el cambio obligado de la calidad de vida pasando por alto aspectos naturales,
culturales o históricos.
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Río Mariscadero, Pelluhue |
En conclusión, la fragilidad y vulnerabilidad en distintas zonas
del país frente a proyectos de alta inversión e impacto ambiental (minería, pesca, forestal, etc.) imposible
de abordar si no se definen normas que respeten, desde la jurisdicción local, los
espacios físicos comunales y se realicen normativas efectivas que permitan un
adecuado manejo de nuestros recursos pensando en el futuro. Por ello, es vital
que se generen espacios de discusión abiertos en donde todos los actores
sociales puedan participar y ser escuchados. No podemos seguir permitiendo que
gobiernos centrales o regionales sean los que decidan sobre inversiones en los
territorios y que parezca que los municipios y ciudadanía local no tienen nada
que decir o hacer relegando su participación efectiva. Por el contrario, la ciudadanía hoy más que nunca exige que
se respeten sus derechos y que se evalúe en conjunto cuales son los criterios
adecuados para poder desarrollarse económicamente de manera sustentable,
siempre pensando en un buen vivir para todos sus habitantes con una visión clara para un mejor futuro.