@vigilantecosta > La necesidad de poner en valor económico ciertos lugares sensibles, frágiles o amenazados conviniendo que existen lugares que tienen características de invaluables o que su valor, más allá de lo meramente económico y que no son medibles o cuantificables por lo que, una vez afectados, impactados o agredidos, se convierte en algo, prácticamente, irreversible o demasiado oneroso el poder revertir ese daño, degradación o intervención. Además de poco inteligente.
En ese contexto, surge la
necesidad de conocer y aplicar estrategias de medición que puedan comprender
los impactos sobre el capital natural existente en un contexto determinado y los
servicios ecosistémicos actuales que ofrece respecto de los cambios de estado
de los sitios a intervenir, lo que ayuda a una mejor planificación y toma de decisiones
en apoyo de la conservación de la biodiversidad local valorando esos servicios
ecosistémicos existentes.
Esta mirada o perspectiva, debe
incluir la participación activa de la comunidad local que la valide o legitime.
En ese sentido, es fundamental mantener estrategias de vinculación con la
comunidad, organizaciones locales, entidades públicas y organizaciones afines
para consolidar la participación e incidencia como un factor de relevancia para
una planificación efectiva que permita un ordenamiento integral del territorio.
El agua se considera como un factor clave para ello y, en un orden lógico natural, debe priorizarse desde lo local a lo global.
Desde la economía ecológica, y como
se ha dicho desde lo local a lo global, mantener una estrategia que permita
convencer a los actores del territorio para lograr posicionar o converger en
una visión conjunta de lo que se quiere ser en un mediano y largo plazo es
fundamental para poner en valor el tipo y calidad de vida existente desde lo cultural, ancestral, geográfico, natural, etc., considerando
que la mirada y problemática es multidimensional. Para ello, la búsqueda del equilibrio y aprender a conocer las capacidades de carga (más en un país como Chile que posee distintos climas y
características geográficas de norte a sur), la valorización del patrimonio
natural y el estado (de saud) de los recursos naturales existentes.
Paradoja del elitismo verde
También se plantea la paradoja
que implica la tendencia de privados, u ONG´s internacionales, de gran
patrimonio, de comprar extensiones de tierras o propiedades para una
conservación elitista verde lo que, si bien contribuiría a la preservación,
puede relacionarse con una suerte de discriminación dominante con respecto a
las formas de vida o visión local como parques de conservación privados. En ese
contexto, es importante que la comunidad tenga una participación y opinión vinculante
en los procesos que permitan su integración en el contexto general de la
conservación para que no implique una discriminación arbitraria que podría
poner en contradicción las visiones organizacionales o comunitarias versus la
mirada global o externa de grandes capitales que persiguen un fin
conservacionista de carácter más reduccionista y de distinto nivel que puede
terminar excluyendo a las comunidades de los procesos de conservación general
beneficiándose de manera segmentada lo que podría ser criticable o
contraproducente.
Es vital poder cuestionarse de
donde viene la inversión o como se plantea la conservación y el como se habita
el territorio. De que manera podemos integrar en vez de excluir, como podemos chilenizar
nuestra propia estrategia o mecanismos de conservación para un mejor desarrollo
y buen vivir desde el contexto regional y/o territorial; conciliando
experiencias con la realidad local.
Lo que se busca es habitar el
territorio de manera natural desde la cultura local y es ahí donde la
legitimación desde la participación activa de la comunidad es lo que puede
sustentar la conservación para todos y no para unos pocos. No se quiere habitar
distinto el territorio. Se le quiere proteger para mejorar la calidad de vida
de todos conviniendo que es algo que no tan solo nos beneficia a nosotros, sino
que tiene una mirada de futuro, de largo plazo y que necesariamente implica considerar
una justicia intergeneracional de la que no podemos abstraernos y que no solo
aplica a comunidades humanas, sino que a los ecosistemas en su conjunto.
Se debe evitar entrar en
conflictos sociales ante proyectos privados que sean impuestos por quien tiene
más recursos económicos, más dinero para conservar y evaluar gobernanzas de las
organizaciones para que pueda validarse, aceptarse y consolidarse en el tiempo.
El desarrollo y aplicación de la
economía circular es una buena manera de enfrentar esta paradoja o dicotomía
respecto de cuales son los objetivos compartidos, desde lo local a lo global o internacional,
que nos ayude en la convergencia en la toma de decisiones como una forma de conocer y habitar el territorio en general.
Transparentar la conservación, su
financiamiento y los objetivos de las organizaciones territoriales es
importante para poder definir cuál es su proyección. No solo conservar
por conservar, siendo el gran reto poder integrar y beneficiar a la sociedad en
su conjunto si convenimos que es mucho más rentable poder potenciar las
virtudes existentes en vez de degradarlas o ponerlas en riesgo.
En ese contexto para nosotros siempre ha sido importante el ser cuidadosos respecto de quienes nos brindan financiamiento debido que, en ocasiones, unos invierten en la protección en un sector o lugar determinado, pero, ese capital o gestor de la conservación tiene inversiones en otros lugares que son totalmente contrarios, conviniendo que no estamos de acuerdo en la tendencia de que quien destruye un lugar y paga por ello se exime de las responsabilidades.
Ser consecuentes es un desafío permanente y es una tarea ardua poder trabajar, proyectarse y evitar que el origen de financiamiento organizacional no se oponga con los objetivos o principios particulares de las organizaciones territoriales y/o ciudadanas.
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Rodrigo de la O > Director ONG Vigilante Costero > Waterkeeper Alliance Member