por Flavia Liberona
En este sentido es muy relevante que entendamos que la vida humana depende de la sobrevivencia y sanidad de otras especies y ecosistemas y por tanto a este ritmo de destrucción, se dificulta el sustento de la humanidad, la que de acuerdo a diversas proyecciones de crecimiento pasaría de una población de 6.000 millones de personas en la actualidad, a unas 9.000 millones hacia mediados de siglo. Esto evidentemente conlleva un aumento de la contaminación y tiene incidencia directa sobre la disminución de especies. Por ello el 2010 fue designado como el Año Mundial de la Biodiversidad, momento en que deberíamos ocuparnos de tomar medidas para frenar el daño a la biodiversidad.
Dentro de las fronteras nacionales se reproduce la misma precariedad, pues la situación de las especies de flora y fauna del país, que suministran salud, riqueza, alimentos, combustible y otros servicios esenciales para el ser humano, se encuentra amenazada a lo largo y ancho de todo el territorio nacional. Es necesario consignar que Chile se caracteriza por un alto nivel de endemismo, es decir, por la presencia de un alto porcentaje de especies que surgieron y existen únicamente en el país, lo que eleva aún más su relevancia en el contexto mundial, y su necesidad de protegerla.
En 1992, en Johannesburgo, más de 100 países se comprometieron a frenar el ritmo de pérdida de especies en la década siguiente, objetivo que hoy, ad portas de la fecha límite, podemos constatar que ha fracasado rotundamente. En Chile, en particular, el país ha sido incapaz de discutir de manera seria y contundente una legislación de protección de nuestra biodiversidad. A diferencia de otros países de Latinoamérica, Chile no cuenta con una ley que proteja la diversidad biológica del país.
Uno de los escasos avances que, eventualmente, podrían exhibirse en la materia, es el compromiso del gobierno de Michelle Bachelet de enviar al Parlamento un proyecto para la protección de la biodiversidad (ley complementaria) en el contexto de la aprobación de la Ley de Bosques Nº20.283, así como otra propuesta para la creación de un Servicio de Áreas Silvestres Protegidas. Sin embargo, estos compromisos no se cumplieron. Tal como lo señala el informe de la OCDE del año 2005 sobre desempeño ambiental de Chile, estamos muy atrasados en protección y conservación de la biodiversidad. Lo que el país requiere es una legislación que apunte específicamente a proteger la biodiversidad en todas sus manifestaciones, plantas, animales, hongos, microorganismos, etc., independiente del lugar físico en que se encuentre, es decir, del tipo de ecosistema -aguas terrestres, marinas, humedales, montañas, bosques, zonas agrícolas, glaciares, etc.- o si forma parte de terrenos públicos o privados, o de un aéreas silvestre protegida.
Ya va siendo hora que las autoridades tomen cartas en el asunto y se la jueguen por poner a Chile a la misma altura de los países con mayores estándares para la protección de la biodiversidad. En el año de la biodiversidad sería deseable que el gobierno se comprometiera a sacar adelante la tan necesaria legislación para la protección y conservación de la biodiversidad, y además apoye todo aquello que signifique aumentar la alfabetización ecológica y conciencia ciudadana. La protección de las especies es una necesidad en un país en el que prevalece la mercantilización de los recursos naturales, incluyendo la diversidad biológica.
Como se ha puesto de manifiesto cada vez con más fuerza en los últimos años, la biosfera, es decir todos los ecosistemas del planeta, se encuentran en un punto de inflexión. Su situación es crítica, tal como lo han denunciado diversas instituciones incluyendo el Banco Mundial y Naciones Unidas; de hecho, para muchos, ya se ha traspasado más allá de una línea de no-retorno. Y pese a su rol y a la estrecha relación que existe entre las especies que habitan el planeta y la vida humana, resulta complejo calcular el enorme valor de los ecosistemas en términos monetarios. Pese a ello, es indispensable tomar conciencia de su importancia para la supervivencia de la especie humana. Naciones Unidas ha señalado la necesidad de poner en valor los servicios ambientales y visibilizar el coste económico de la biodiversidad. "Tanto los beneficios de la diversidad biológica como el costo de su desaparición han de ser introducidos en los sistemas económicos y en los mercados", señala el informe de la ONU.
Hoy más que nunca es indispensable abordar con seriedad este tipo de problemáticas a nivel país de manera de proteger, mientras aún sea posible, nuestro valioso patrimonio natural.
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