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jueves, 4 de julio de 2019

Declaración Pública de Académicas, Académicos, Investigadores e Investigadoras sobre el Proyecto de Ley de Reforma del Sistema de Evaluación de Impactos Ambientales (SEIA) de Chile

[English Version below]
Las académicas y académicos, investigadores e investigadoras abajo firmantes manifestamos nuestra preocupación sobre el abordaje gubernamental al desafío de construir una institucionalidad ambiental pública, democrática, justa y descentralizada.
En nuestros ámbitos de desempeño, somos testigos de las relaciones conflictivas históricas entre comunidades y grandes proyectos de inversión. Estas conflictividades, lejos de reducirse, tienden a agudizarse ante la presión sostenida que ejercen los proyectos de inversión sobre los recursos disponibles en los territorios; presión que no está siendo contenida ni regulada por el Estado como entidad responsable de garantizar a todos los actores, no sólo a los proponentes de tales proyectos, a decidir sobre los usos y los derechos que caben a las personas sobre los bienes comunes.
En este escenario, la propuesta de reforma a la institucionalidad ambiental que nuevamente ingresó al congreso con urgencia suma no está a la altura del desafío que supone reducir las controversias y construir acuerdos comunes para la toma de decisiones sobre ecosistemas cada vez más estresados y agotados por la presión productivista. Sabemos que enfrentamos una crisis hídrica de proporciones en la zona norte y centro del país; sabemos que la pérdida de biodiversidad ha llegado a índices sin precedentes; sabemos que los impactos de la contaminación de suelos, aire y aguas por los megaproyectos mineros, agroindustriales y energéticos está costando la vida de las personas que habitan en los territorios donde estos proyectos se emplazan; y sabemos que los efectos del cambio climático, lejos de reducir, aumentarán la fragilidad y vulnerabilidad de los territorios y sus habitantes.
La perspectiva neoliberal supone que estos proyectos son necesarios para sostener el crecimiento económico. ¿Cuál es el costo de este crecimiento? ¿Podemos hablar de crecimiento cuando las ganancias que generan los proyectos generan costos en salud, en patrimonio y en acceso a medios de vida tanto o más altos que dichas ganancias? ¿Podemos seguir proyectando iniciativas en zonas saturadas, en hotspots de biodiversidad, en cuencas hídricas estresadas, en zonas de riqueza endémica y cultural ya amenazadas y violentadas?
Una política pública sin cuidado de sus ecosistemas ya es insostenible. No podemos seguir permitiéndonos asistir a licitaciones de proyectos con efectos depredadores pero aprobados medioambientalmente. Esto no se resuelve con una reforma que priorice la rapidez de la tramitación por encima de la calidad de las decisiones en base a las evaluaciones; que no respete la diversidad de los territorios; y que reduzca las voces de los actores afectados. Necesitamos una política pública en materia socioambiental que tenga una mirada estratégica y sistémica de los ecosistemas en toda su complejidad, reconociendo los impactos sinérgicos de las acciones humanas y evaluando estratégicamente (y no proyecto a proyecto) la pertinencia de dichas acciones, con una perspectiva de futuro. Sobre esta base es necesario diseñar un Sistema de Evaluación Ambiental que haga efectiva la aplicación de principios precautorios, evaluaciones ambientales estratégicas, la profundización de la participación ciudadana y las consultas indígenas.
Las metodologías otorgadas en las jornadas de participación ciudadana dentro del SEIA son importantes espacios de discusión acerca de proyectos específicos, pero completamente insuficientemente para dar cuenta de sentimientos de arraigo, especies nativas, formas de producir autóctonas, formas de vida milenarias, tradiciones orales, humanas, animales, vegetales y terrenales.  Por su parte, la ciudadanía ha dado muestras indiscutibles de su capacidad para desbordar procesos de participación ciudadana en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental. Ya son comunes las imágenes que muestran a personas líderes de juntas de vecinos, sindicatos, asociaciones funcionales, vecinas y vecinos, todas ellas dispuestas, no sólo a discutir sino a rechazar los beneficios prometidos por consultoras que promueven desarrollos comunitarios en condiciones asimétricas de poder y conocimientos. En este entendido, reconocemos la necesidad de entregar potestad a las personas habitantes profesionales, científicos, técnicos, sabedores de regiones para dirimir sobre la vocación de sus territorios. Aquí el SEIA no puede inmunizarse de lo político, entendiendo que la forma en que todos los actores, organizaciones públicas y privadas concernidas en las evaluaciones de determinados proyectos no pueden ser llamadas ex-post a estos, ni tampoco excluidas de su pronunciamiento en sectores productivos como el inmobiliario o en los planes frente a riesgos y desastres.
Asimismo, la producción ingente de informes de evaluación ambiental es otra fuente de lucro y desperdicio de capacidades de generación de conocimiento. ¿Dónde va a parar todo ese conocimiento?, ¿Para quiénes son esas líneas bases?, ¿qué ciencia ambiental está generando y preservando el país?, ¿cuáles son las condiciones que este Sistema posibilita para las y los profesionales e investigadoras/es jóvenes?
Finalmente, el aumento de las tramitaciones judiciales a tenor de las demandas y los recursos administrativos por mayor justicia ambiental es una muestra más de que las modificaciones al SEIA no deben centrarse en acelerar la tramitación de proyectos de inversión, sino en facilitar el aumento de la calidad de decisiones sobre beneficios socio-técnico-ambientales, a fin de no aumentar las causas en los tribunales ambientales.
Llamamos a ecologizar y no sólo modernizar el SEIA. Con ello hacemos una interpelación a las autoridades políticas a que sintonicen sus negociaciones con aquellas correspondientes a un país que será sede de la COP25. Esto porque nuestro rol como anfitriones de este evento de relevancia mundial, no puede circunscribirse a gestionar los impactos de modo eficiente, rápido y técnico, vía proyectos de inversión particulares. Es decir, no podemos reducir la mirada sin considerar la importancia del incremento insoslayable de impactos a nivel planetario e infraestructural. Para ello es de suma urgencia ampliar los espacios de discusión antes y después del SEIA para remediar y reparar a aquellas comunidades históricamente impactadas, promover creativamente más -y no menos- diálogos entre comunidades científicas, de sabidurías ancestrales, de experimentación tecnológica cercana y de sentido común, los cuales nos convoquen en torno a los desafíos de intervenir con prudencia, precaución y cuidado.
La historia del SEIA ha coexistido con múltiples y novedosas formas de resistencia frente a iniciativas de afectación frente a proyectos amenazantes e indeseados, así como también frente a crisis y desastres. Estas son fuentes de conocimientos ingente sobre lo que significa participar persistente y vitalmente en la defensa de lo público desde la sociedad civil. Asimismo, la producción de conocimiento científico, humanista, artístico, social, medioambiental debe dignificarse y valorizarse como bien público, de cara a la ecologización del SEIA, sus personas, las empresas y sus territorios y no como un producto al arbitrio de las decisiones de inversión actuales.
Por ello, solicitamos girar el foco del actual proyecto de reforma de ley sobre la Reforma del SEIA presentada en el Congreso con el fin de retomar la senda de discusiones ciudadanas en base a principios y éticas suscritos y ratificados por el Estado chileno ante Naciones Unidas; suscribir los acuerdos internacionales pendientes para la mejora de estos estándares, como el Tratado de Escazú; y avanzar en la democratización y sustentabilidad de las relaciones entre las personas y los territorios.
1. Gloria Baigorrotegui, Instituto de Estudios Avanzados (IDEA)-USACH
2. María Paz Aedo, Socióloga, Mg. y Dra. en Educación, Centro de Análisis Socioambiental, CASA
3. Patricia Pallavicini, Instituto de Estudios Avanzados (IDEA)-USACH
4. Constanza Osorio Reyes, Médico Veterinaria, Fundación Ecociencias
5. Colombina Schaeffer, socióloga, Doctora en Gobierno y Relaciones Internacionales y subdirectora de Ciudadanía Inteligente
6. Ezio Costa Cordella,Abogado, Msc. Regulación,  Investigador, Universidad de Chile.
7. Jorgelina Sannazzaro, Sociología, Universidad Alberto Hurtado
8. Ximena Zabala, Psicología, Universidad Alberto Hurtado
9. Nelson Soto, Antropólogo
10. Jorge Castillo, Psicología, Universidad de Santiago de Chile
11. Ana Pizarro,Instituto de Estudios Avanzados (IDEA), USACH
12. Sebastián Ureta, Sociólogo, Universidad Alberto Hurtado
13. Paloma Martínez, Universidad de Chile
14. Walter González, Corporación Nuevas Ideas
15. Cristina Garrido, Antropóloga
16. Rodrigo Vega, Ingeniería
17. Alvaro Ramis, Universidad Academia de Humanismo Cristiano
18. Ronald Cancino, Universidad de la Frontera
19. Eduardo Devés, Instituto de Estudios Avanzados – USACH
20. Nathalie Joignant, MSc Gestion y Planificacion Ambiental. Universidad de Chile
21. Ángela Arroyo Navarro, Consejo Ecológico Comunal de Molina
22.Esteban Aguayo Sepúlveda, Arqueólogo U. de Chile, Máster en ciencias de las religiones, candidato a doctor por la facultad de filología, Universidad Complutense de Madrid
23. Gabriela Silva Garrido, Medico Veterinaria U. de Chile, SOSOET
24. Sarina Scalia, Universidad de Chile
25. René Garrido, Ingeniera Ambiental, USACH
26. Francisco Castaneda, Facultad de Administración y Economía, USACH
27. Patricia Peña, Instituto de la Comunicación e Imagen I Universidad de Chile
28. Víctor Guerrero, Sociología, Universidad Arturo Prat
29. María Loreto Rebolledo Instituto de la Comunicación e Imagen I Universidad de Chile
30. Rodrigo de la O. Director ONG VIgilante Costero
31. Ronald Mac-Ginty Comisión de Medio Ambiente, Colegio de Ingenieros
32. Nicolás Sanhueza Mag. Sociología PUC
33. Dra. Claudia Rodríguez Seeger, Geógrafa, Magíster en Asentamientos Humano
34. Gabriela Silva Garrido, Médico Veterinaria U Chile, SOSOET, CESEP.s y Medio Ambiente
35. Macarena López OlivaArqueóloga, U. de Chile
36. José Gerstle, Ing Agrónomo, MSC en áreas silvestres y conservación de la naturaleza, ONG Ayn
37. Valentina Cortés, Médico Veterinaria MSC en áreas silvestres y conservación de la naturaleza, ONG Ayni
38. María José Brain, Médico Veterinaria MSC en áreas silvestres y conservación de la naturaleza, ONG Ayni
39. Bojana Kuzmicic, Ingeniera en recursos naturales, ONG Ayni
40. Patricio Bahamondes, Biólogo Marino, ONG Ayni
41. Francisca Bardi, Ingeniera en recursos naturales, ONG Ayni
42. Beatriz Brito, Médico Veterinaria, ONG Ayni
43. Camila Agurto, Médico Veterinaria, ONG Ayni
44. Cecilia Figueroa, Médico Veterinaria, ONG Ayni
45. Camila Bañales Seguel, Ingeniera Agrónoma PUC. Estudiante de Doctorado en Ciencias Ambientales, Universidad de Concepción y ONG Ríos to Rivers Chile.
46. Gabriela Bawarshi Abarzúa, Psicóloga, Instituto de Filosofía y Ciencias de la Complejidad
47. Camila Cifuentes Croquevielle, Bióloga Ambiental U. de Chile, MODATIMA
48. Claudia Montero Poblete Arqueóloga, Fundación Desierto de Atacama
49. Martin Arboleda, Sociología, Universidad Diego Portales
50. Felipe Raglianti, Sociologia, Universidad Alberto Hurtado
51.Lorena Valderrama, Periodismo, Universidad Alberto Hurtado
52. Cecilia Ibarra, CR2, Universidad de Chile
53. Juan Vergara, Sociologia, Universidad de Valparaíso
54. Martín Pérez-Comisso, Estudiante Doctoral, Universidad de
55. Daniela Zamorano, Instituto de Ecología Política
56. Ignacio Agüero, Instituto de la Comunicación y la Imágen – Universidad de Chile
57. Martin Sanzana Calvet, Director Instituto de Estudios Estratégicos para el Desarrollo Humano
58. Mauricio Folchi, Historiador ambiental, Departamento de Ciencias Históricas, Universidad de Chile
59. Daniela Cea Saez, Geografía, Universidad de Chile
60. Marcelo Guitérrez, Psicólogo U. de Chile, ONG Sur Maule
61. Alejandro Salas, Trabajador social, ONG Sur Maule
62. Ramiro Plaza, Ingeniero Civil Industrial, Fundación Tralkan
63. Antonio Morales, Sociólogo, Asociación Cultural y de las Artes de Teno
64. Claudio Broitman, Director Magíster Comunicación Pública, Universidad de Santiago de Chile
65. Andrés Gómez, Director Antropología, Universidad de Chile
66. Angela Arroyo Navarro, Consejo Ecológico Comunal de Molina
67. Víctor Farías, Fundación Mingako
68. Ignacio Riquelme Alvarez, Multiversos SPA
69. Paola Araneda Cid Bióloga, Msc. en Recursos Naturales, P. Universidad Católica de Chile, SOSOET
70. Camila Bañales Seguel, Ingeniera Agrónoma, estudiante de Doctorado en Ciencias Ambientales, Mención Subsistemas Acuáticos Continentales, U. de Concepción y ONG Ríos to Rivers Chile
71. Nelson Arellano Doctorado de Estudios Transdisciplinares Latinoamericanos (DETLA) de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (UAHC)
72. Gabriela Cabaña Alvear, Socióloga, estudiante de Doctorado en Antropología de la London School of Economics and Political Science
73. Red por la defensa de la precordillera
74. Sociedad Chilena de Socioecología y Etnoecologia
75. Acción Eco Social Quintero
76. Colectivo Viento Sur
77. Fundación Mingako
78. Tomás Ariztía, Sociología, Universidad Diego Portales.
79. Francisca Foseca, Sociología, Universidad de la Frontera.
80. Gustavo Blanco, Instituto de Historia y Ciencias Sociales, Universidad Austral de Chile
81. Javiera Barandiarán, Universida de California
82. Camila López Allendes, Biología Ambiental,
83. Cristian Atala, Instituto de Biología PUCV
84. Alexander Vargas, Biología, Universidad de Chile
85. Ecosistemas ONG
86. Fundación Terram
87. Violeta Rabi, Investigadora, Espacio Público
88. Fernanda Salinas, Investigadora, FIMA
89. Alejandra Palafox, Instituto de Estudios Sociales y Humanísticos, Universidad Autónoma de Chile
90. Patricio Padilla,Sociología, Universidad de la Frontera
91. Marco Rosas Innovación, INACAP Osorno
92. Karla Palma Instituto de la Comunicación e Imagen I Universidad de Chile
93. Colectivo Cultural Wenewen,Nacimiento 8va región.
94. Dr. Andrés Moreira-Muñoz, Instituto de Geografía, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
95. Maite Salazar, Millennium Institute for Integrative Biology, Pontificia Universidad Católica de Chile
96. Camila López, Biología, Universidad de Chile, Centro GEma Universidad Mayor
97. Juan José Berger Asociación de Investigadores de Posgrado ANIP
98. Corporación de Ecología Social y Política, CESEP
99. Felipe Ruz Carreño Ingeniero Civil Industrial, Fundación Mingako
100. Mauricio Martínez Marcich Ingeniero Eléctrico, Fundación Mingako
101. Camila Muñoz Tapia Licenciada en Ciencias de los Recursos Naturales Renovables, Fundación Mingako
101. Daniela Contardo Ingeniera Civil Industrial, Fundación Mingako
102. Nicole Vergara Maragaño Licenciada en Kinesiología, Fundación Mingako
103. Robinson Torres Salinas Sociplogo, Académico U. de Concepción
104. Rocío Almuna Morales, Médico Veterinaria, SOSOET y Laboratorio ECOS (Ecología, Complejidad y Sociedad), Pontificia Universidad Católica
105. Silvia Lazzarino Bióloga y diseñadora Pontificia Universidad Católica, ilustradora científica de la U. de Washington
106. Andrea Hurtado Quiñones. Sociológa. Ms. Antropología social y política. USACH
107. Cristian Parker, Instituto de Estudios Avanzados, Usach
108. Andrea Sanhueza, Conveno Principio 10
109. Sara Larraín, Chile Sustentable
109. Cooperativa Minka
110. Colegio de Ingenieros en Recursos Naturales
111. Sergio Donoso, Facultad de ciencias forestales y Conservación de la Naturaleza.  Universidad de Chile
112. Alejandra Donoso, Abogada, Clínica Jurídica Universidad Diego Portales y Defensoría Ambiental
114. Diego Lillo, Abogado, Clínica Jurídica Universidad Diego Portales
115. Corporación para el Desarrollo de las Ciencias Ambientales, ONG CODECIAM
116. María Victoria Venegas Castillo, Profesora de Historia, Instituto de Filosofía y Ciencias de la Complejidad
117. Claudio Abif Araya Jure Psicólogo Comunitario, Centro Bienestar Psicosocial
118. María Ignacia Arriagada Hernández Socióloga U. Alberto Hurtado, Centro Bienestar Psicosocial
119. Danae Tapia Agurto Bióloga con Mención Recursos Naturales y Medio Ambiente, Pontificia Universidad Católica de Chile.
120. Lorna Lares López, Diseñadora Industrial de la U. de Chile, Master of Arts – Design Futures, Goldsmith College, University of London
121.Carlos Osorio Jofré, Licenciado en Arqueología, Universidad de Chile
122. Julien Vanhurst, Sociología, Pontificia Universidad Católica del Maule
133. Bárbara Jerez, Dra. en Estudios Latinoamericanos
134. Andrés Tchernitchin Varlamov, Facultad de Medicina. Universidad de Chile
135. Fundación Decide
136. Ética en Los Bosques
137. Futuro Renovable
138. Adapt Chile
139. Rubén Carrillo Universidad de la Frontera
140. Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo
141. America Opazo Trabajo Social, Pontificia Universidad Católica del Maule

142. Amarí Peliowski, Centro de Investigación en Artes y Humanidades, Universidad Mayor.
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Public Statement of Academics, Researchers, about the Draft Reform on The System of Environmental Impacts Assessment (SEIA) Law
Academics and researchers who’ve undersigned this public statement, express our concern about the government’s approach to the challenge of building a public environmental institutionality that is democratic, just and decentralized.
In our fields we witness the historically conflictive relationships between communities and large investment projects. These conflicts, far from being reduced, tend to become more acute due to the sustained pressure exerted by investment projects on the resources available in the land; pressure that is not being contained or regulated by the state, the responsible entity to guarantee all actors — not only proponents of such projects — the right to decide about the uses and rights over common goods.
In this context, the proposal to reform the institutional framework for environmental assessment that entered again to the congress with extreme urgency, is not up to the challenge that is to reduce the controversies, and build common agreements on ever more stressed ecosystems, drained by the productivist pressure. We know that we face a large water crisis on the north and center of the country; we also know that the biodiversity loss has reached an unprecedented rate; we know that the impacts of soil, air, and water contamination due to mining, agroindustrial, and energy megaprojects is taking the lives of the people that live in lands where these projects are being implemented; and we know that the effects of climate change will increase the fragility and vulnerability of these land and its people.
The neoliberal perspective supposes that these projects are necessary to sustain economic growth. What is the cost of this growth? Can we speak of growth when the profits generated by these projects generally create costs on health, infrastructure, and on equal access to livelihoods that are much higher than said profits? Can we continue projecting initiatives in saturated areas, biodiversity hotspots, stressed watersheds, and in areas where endemic and cultural wealth is already being threatened and violated?
If public policy is not taking care of its ecosystems is already unsustainable. We cannot continue to allow projects with predatory effects on the environment. This cannot be resolved by a reform that prioritises the speed of processing over the quality of decisions. Decisions based on assessments that do not respect the diversity of the land; and that reduces the voices of the affected actors. We need a public policy with a socio environmental approach that has strategic and systemic look to the ecosystems in all their complexity, recognizing the synergic impacts of human actions and strategically assessing how appropriate said actions are looking into the future. Upon this principle, is necessary to design a System of Environmental Impacts Assessment (SEIA) that makes effective the application of preventive principles, strategic environmental assessments, and the deepening of citizen participation and indigenous consultation.
The methodologies given in the rounds of citizen participation within the SEIA are important spaces for discussion about specific projects, but completely insufficient to account for feelings of attachment, native species, indigenous ways of production, other ancient lifestyles, oral traditions, humans, animals, vegetables, and land. Citizens have shown indisputable evidence of their ability to overwhelm processes of citizen participation in the environmental assessment system. It is already common to see images showing leaders of neighborhoods, worker unions, and functional associations, all of them willing to discuss and reject the benefits promised by consultants that promote community development in asymmetric conditions of power and knowledge. In this understanding, we recognize the necessity to reclaim ownership of the inhabitants professionals, scientists, technicians, and wise men and women, of the regions in dispute, to decide about the vocation of the communities. Here, the SEIA cannot be immune to the political, understanding that all of the actors, public or private, who are concerned on the assessment of specific projects, cannot be called ex-post to these, nor can they be excluded to the pronouncing in production sector such as the building sector or in the planning for risks and disasters.
In the same way, the production of report of environmental assessment is another source of profit and waste of capacity for knowledge generation, where will all that knowledge go? Who are these base lines for? What environmental science is being generated and preserving the country? What are the conditions that this system creates for young professionals and researchers?
Finally , the increase in the judicial procedures according to the demands and administrative resources for greater environmental justice is one more sign that the modifications to the SEIA should not focus on accelerating the processing of projects of investment, but in facilitating the increase in the quality of decisions about benefits socio-technical-environment, in order not to increase the causes in the environmental courts.
We call to ecologize and not only modernize the SEIA. With this we make an interpellation to the political authorities to tune in their negotiations with those corresponding to a country that will host the COP25. This is because our role as hosts of this event of global relevance, cannot be confined to manage impacts efficiently, quickly and technically, via investment projects. That is, we cannot reduce the look without considering the importance of unavoidable increase of planetary infrastructural impacts. For this, is that it is extremely urgent to broaden the spaces for discussion before and after the SEIA to remedy and repair those historically impacted communities, promote creatively more-and-not-less dialogues between scientific communities, ancestral wisdom, close technological experimentation, and common sense, which call us around the challenges of intervening with prudence caution and care.
The history of the SEIA has coexisted with multiple and innovative forms of resistance in front of initiatives of effect in the face of threatening undesired projects, or in the face of crisis and disasters. These are knowledge sources about what it means to persistently participate in the public sphere as a civil society. In the same way, the production of scientific knowledge, humanistic, artistic, social, and environmental  must be dignified and valued as a public good for the ecologization of the SEIA, its peoples, enterprises and lands and not like an arbitrary product of the decision of current investments.
Therefore, we request to turn the focus of the current law reform project on the reform of the SEIA presented at the congress, with the aim of reclaiming the path of citizen discussions based on ethical principles circumscribed and ratified by the Chilean state to the United Nations; subscription to pending international agreements for the betterment of these standards like the Escazu agreement, and to move forward on the democratization and sustainability of the relationships between people and land.
Translated by Felipe Fontecilla