Por Raúl Sohr -
El modelo privado ha dado al país energía cara, sucia y con un alto
nivel de inseguridad tanto a nivel del abastecimiento como desde la óptica
estratégica. En la mayoría de los países desarrollados los Estados intervienen
de manera enérgica en la conformación de la matriz energética.
El gobierno viene de presentar el informe de la Comisión Asesora para
el Desarrollo Eléctrico (CADE). Como en otros informes de carácter tecnocrático
abundan las estadísticas y las modelaciones, pero está ausente lo más importante:
el análisis político. Los temas centrales del futuro energético chileno no son
técnicos. Aunque las tecnologías juegan un papel importante, sino que a qué
intereses sirve, quién responde por las externalidades, y quien tiene la última
palabra.
El informe gubernamental propone, con algunas variaciones menores, a
favor de más de lo mismo. Reitera lo que todos quieren: un sistema eléctrico
eficiente, económico, con seguridad y sustentable. Luego la reafirmación del
modelo vigente: “Ello en un ambiente de subsidiariedad del Estado…la industria
eléctrica es la responsabilidad de los agentes privados”. Un modelo que ha dado
al país energía cara, sucia y con un alto nivel de inseguridad tanto a nivel
del abastecimiento como desde la óptica estratégica. En la mayoría de los
países desarrollados los Estados intervienen de manera enérgica en la
conformación de la matriz energética. Baste ver el rol del Estado francés o el
alemán en las políticas nucleares. En América Latina, Brasil es el país más
exitoso en la solución de los problemas eléctricos y el Estado tiene un
protagonismo de primer nivel. Así la piedra angular sobre la que descansa todo
el edificio es omitida. En el lenguaje del informe se opta por el BAU. Si usted
no está familiarizado con esta expresión significa: “Business As Usual” o lo que es lo mismo, todo como de costumbre.
Claro que con pequeños retoques aquí y allá.
Se tiene la impresión de la lectura del informe que sus autores creen
que más allá de algunos problemas como
los apagones, blackouts en el texto, las cosas están bien. Las dificultades
están más bien en la mente o en la compresión del público sobre cómo funcionan
las cosas. Por eso proponen aportar: “La información necesaria para una
participación ciudadana de mayor contenido”. En tono proactivo se propone que
para una “reducción de conflictos ambientales se requiere invertir en espacios
de diálogo así como información
transparente a disposición de la ciudadanía en todos los niveles”. Desde esta perspectiva
la CADE partió mal. Por increíble que parezca la propuesta diseñada para
modelar el futuro energético no fue impresa. Existe, según lo señalaron en el
Ministerio de Energía, una sola copia y es la que le fue entregada al
Presidente Sebastián Piñera. La razón para no distribuir en papel el informe de
la CADE sería medioambiental: ahorrar energía y celulosa. Cabe suponer que ello
es una crítica implícita al libro “Chile necesita una gran reforma energética”
elaborada por la Comisión Ciudadana Técnico-Parlamentaria y dado a conocer hace
algunos días que circuló en millar de ejemplares. En lo que toca al trabajo de
la CADE es sorprendente el singular concepto de ahorro que obliga a imprimirlo
a quienes quieren estudiarlo. En especial si se considera que, para los fines
del gobierno, ojalá sean muchos.
Por Raúl Sohr -
El modelo privado ha dado al país energía cara, sucia y con un alto
nivel de inseguridad tanto a nivel del abastecimiento como desde la óptica
estratégica. En la mayoría de los países desarrollados los Estados intervienen
de manera enérgica en la conformación de la matriz energética.
El gobierno viene de presentar el informe de la Comisión Asesora para
el Desarrollo Eléctrico (CADE). Como en otros informes de carácter tecnocrático
abundan las estadísticas y las modelaciones, pero está ausente lo más importante:
el análisis político. Los temas centrales del futuro energético chileno no son
técnicos. Aunque las tecnologías juegan un papel importante, sino que a qué
intereses sirve, quién responde por las externalidades, y quien tiene la última
palabra.
El informe gubernamental propone, con algunas variaciones menores, a
favor de más de lo mismo. Reitera lo que todos quieren: un sistema eléctrico
eficiente, económico, con seguridad y sustentable. Luego la reafirmación del
modelo vigente: “Ello en un ambiente de subsidiariedad del Estado…la industria
eléctrica es la responsabilidad de los agentes privados”. Un modelo que ha dado
al país energía cara, sucia y con un alto nivel de inseguridad tanto a nivel
del abastecimiento como desde la óptica estratégica. En la mayoría de los
países desarrollados los Estados intervienen de manera enérgica en la
conformación de la matriz energética. Baste ver el rol del Estado francés o el
alemán en las políticas nucleares. En América Latina, Brasil es el país más
exitoso en la solución de los problemas eléctricos y el Estado tiene un
protagonismo de primer nivel. Así la piedra angular sobre la que descansa todo
el edificio es omitida. En el lenguaje del informe se opta por el BAU. Si usted
no está familiarizado con esta expresión significa: “Business As Usual” o lo que es lo mismo, todo como de costumbre.
Claro que con pequeños retoques aquí y allá.
Se tiene la impresión de la lectura del informe que sus autores creen
que más allá de algunos problemas como
los apagones, blackouts en el texto, las cosas están bien. Las dificultades
están más bien en la mente o en la compresión del público sobre cómo funcionan
las cosas. Por eso proponen aportar: “La información necesaria para una
participación ciudadana de mayor contenido”. En tono proactivo se propone que
para una “reducción de conflictos ambientales se requiere invertir en espacios
de diálogo así como información
transparente a disposición de la ciudadanía en todos los niveles”. Desde esta perspectiva
la CADE partió mal. Por increíble que parezca la propuesta diseñada para
modelar el futuro energético no fue impresa. Existe, según lo señalaron en el
Ministerio de Energía, una sola copia y es la que le fue entregada al
Presidente Sebastián Piñera. La razón para no distribuir en papel el informe de
la CADE sería medioambiental: ahorrar energía y celulosa. Cabe suponer que ello
es una crítica implícita al libro “Chile necesita una gran reforma energética”
elaborada por la Comisión Ciudadana Técnico-Parlamentaria y dado a conocer hace
algunos días que circuló en millar de ejemplares. En lo que toca al trabajo de
la CADE es sorprendente el singular concepto de ahorro que obliga a imprimirlo
a quienes quieren estudiarlo. En especial si se considera que, para los fines
del gobierno, ojalá sean muchos.
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