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jueves, 9 de febrero de 2012

Política de Aguas para el Futuro de Chile

Escrito por Sergio Bitar - Fuente: El Mostrador
La creciente demanda y escasez de agua para fines de consumo humano, minero, agrícola, industrial y de hidroelectricidad requieren de una reforma constitucional que dote de mas atribuciones al Estado para ejecutar una planificación estratégica y superar una eventual crisis de abastecimiento en los próximos años.
El agua se transformará en un tema político sensible en el próximo tiempo. Chile está llegando a una situación crítica.
Constatamos una débil coordinación institucional, una escasa regulación y la ausencia de un plan estratégico para afrontar los nuevos desafíos en materia de recursos hídricos.
Es esencial materializar un cambio en las instituciones y fortalecer la regulación pública. Es indispensable la creación de una comunidad de aguas subterráneas, el cambio de las normas legales existentes, una coordinación institucional para controlar la calidad del agua, al mejoramiento de los sistemas de medición y monitoreo, la instalación de una gestión integrada de los recursos hídricos, planes maestros en cauces naturales y la revisión del sistema de derechos de aguas.
El agua se torna escasa
Varios estudios recientes así lo advierten. Uno de ellos es “Charting Our Water Future”, con perspectiva al 2030, preparado por el “Water Resources Group”, uno de los principales centros de investigación globales, patrocinado por la International Financial Corporation del Banco Mundial. Consultaron a 300 expertos en aguas del mundo y arribaron a importantes conclusiones. He aquí algunas: Primero, que la información disponible es insuficiente, lo que coincide con el informe del Instituto de Ingenieros de Chile.
Segundo, si el actual patrón de uso del agua no cambia, no se podrán resolver los problemas que se avecinan. Hacen una proyección al 2030: la demanda por agua en el mundo crecerá de 4.500 millones de m3 a 6.900 millones de m3; un tercio de la población, la mayoría en los países en desarrollo, vivirá en cuencas cuyo déficit es mayor del 50%, y los problemas  más importantes emergerán en India, África de Sub-Sahara y China.
Tercero, analiza cuatro países. En India muestran que, por la expansión de las clases medias y el cambio de sus dietas, se producirá un aumento de 0,74 a 1,5 trillones de m3, o sea, al doble en 30 años; China aumentaría el consumo de 0,62 a 0,8 trillones de m3, debido a la instalación de nuevas plantas térmicas y nucleares; Sao Paulo, en Brasil, cuya población llegará a 35 millones en 2030, encara desafíos mayores; ya posee problemas serios de desabastecimiento, traen agua de cuencas adyacentes, y el grueso del agua servida no es tratada. Y en Sudáfrica llegan a la conclusión de que por no tener acuíferos, y lluvias bajas, enfrentarán problemas mayores. Estas conclusiones no incorporan los escenarios por cambio climático.
Sugiero observar la metodología desarrollada y aplicarla en Chile. El Water Resources Group utiliza una matriz de análisis con opciones: distintas tasas de crecimiento, variantes de  mejoramiento del rendimiento de la agricultura, escenarios con cambio climático, y luego estiman las brechas al 2030, y el tipo de soluciones que se requiere. Urge en chile hacer estimaciones similares.
Chile exporta agua
La rápida  expansión de la demanda de  alimentos en el mundo nos abre nuevas oportunidades para nuestra estrategia de devenir en “Potencia Agroalimentaria”. Chile posee una ventaja estratégica: disponibilidad de agua. ¿Cómo potenciamos esa disponibilidad?
En enero del 2010, el Ministerio de Obras Públicas publicó el libro “Chile 2020, Obras Públicas para el Desarrollo”. Fue el fruto de dos años de trabajo que conduje como ministro, gracias al aporte de todos los equipos, para articular una visión y ordenar las prioridades. Incorporamos una sección sobre recursos hídricos. Proyectamos las obras para hacer realidad el objetivo de devenir potencia agro-alimentaria.
Actualmente poseemos un millón de hectáreas con riego y contamos con 4.000 millones de m3 embalsados. El Ministerio de Agricultura señaló su objetivo de aumentar en 500.000 hectáreas la superficie regada. Sin innovación ni ahorro, tendríamos que embalsar unos 2.000 millones de m3 más para regarlas. ¿Qué hacer entonces? Entre otras medidas: construir  nuevos embalses, revestir y proteger canales y aumentar rendimientos.
Los rendimientos agrícolas son bajos, cerca de 14.000 m3 por hectárea, que equivalen a 1,4 m de altura de agua por m2. Y podemos reducirlo a 1 o  0,7 m, elevando rendimientos.
La economía chilena depende del agua. Todo lo que exportamos la contiene en demasía: cobre, papel, celulosa, madera, frutas y carnes, leche y vinos, salmonicultura y  ecoturismo,  es intensivo en agua.
La página web www.waterfootprint.org, elaborada por un grupo holandés, ha calculado la llamada “huella del agua”, como se hace con  la “huella de carbón” de cada producto.
¿Qué muestran? Para producir una copa de vino, de 125 ml, se requieren 120 litros de agua; para producir una manzana, 70 litros de agua; para producir una hoja de papel, 10 litros de agua; una taza de café, 140 y una hamburguesa 2.400 litros de agua.
Debemos estimar la demanda mundial de alimentos y su composición, según los hábitos de cada cultura, especialmente asiática, y preparar un plan de acción para elevar producción y  rendimientos.
Asimismo, hemos de revisar la actual asignación de recursos de aguas subterráneas y gestión de acuíferos. Las necesidades de la minería no pueden seguir satisfaciéndose de la manera actual.
¿Cómo vamos a regular? Precisamos una revisión de los derechos otorgados, cuando éstos exceden la capacidad de los acuíferos, y fortalecer las organizaciones de usuarios, mesas de agua, y otorgar al Estado mayores atribuciones para fiscalizar y reasignar.
Nuevas obras: embalses, canales  y desalinización
Está en construcción el embalse Chacrillas. Y se avanza en Punilla, en la Octava Región; Puntilla del Viento en Valparaíso y se están identificando otros  embalses. Hay que apurar el tranco.
Existen en Chile, aproximadamente, unos 15.000 km de canales y en ellos se estaría filtrando casi el 40% del agua que transportan. Se pierde mucha. Falta un buen plan, con un acuerdo público-privado para definir obras y quién paga. Cuando se produce una destrucción, sea por uso o desastre natural, incluso en canales privados, es habitual que el peso recaiga en el Estado. Cuando hay que construir un embalse, los privados se resisten a aportar y resulta así difícil financiar embalses para la agricultura. Este punto, las alianzas público-privadas, amerita una innovación.
El cambio climático también nos exige rediseñar obras y reordenar prioridades. Sin entrar en mayor detalle, los deshielos repentinos dañan los puentes, como ya ha ocurrido. Los nuevos puentes deben ser más largos, de más luz, para evitar el socavamiento de los estribos. Debemos llevar a cabo un plan, a 10 ó 20 años plazo, para construir pequeños embalses de cabecera, en distintas cuencas.
La sobreexplotación de los recursos hídricos obligó a respaldar a la Dirección de Aguas para negar el otorgamiento de derechos o sus traslados cuando los ya otorgados sobrepasaban la disponibilidad y se amenazaba el abastecimiento de la población, de la agricultura y el resguardo de la ecología, advirtiendo que la compra de derechos por las empresas mineras a pequeños agricultores, a precios desorbitados, provocaría un gran desbalance, como acontece en Copiapó.
Igualmente existe una disputa en el Valle de Azapa por el agua subterránea, cuánto para consumo humano y cuánto para agricultura; se han programado nuevos embalses y se estudia la desalinización y el tratamiento de aguas servidas.
Además de los cambios institucionales y legales, es indispensable ampliar la capacidad de bombeo de agua desalada o salada a la minería y ahorrar para la agricultura y la población.
Las plantas solares se expandirán rápido y podrían proveer de más energía para desalinizar. Hay que lanzar nuevos proyectos desde ya y avanzar en esas tecnologías.
Agua e hidroelectricidad
No sabemos si se construirá Hidroaysén o si se postergará. Si sabemos que necesitamos más proyectos hidroeléctricos. Chile no puede prescindir de la hidroelectricidad, por razones de seguridad de abastecimiento, de generación libre de contaminación de CO2 y de costos.
Los derechos no consuntivos también deben ser objeto de una revisión.
Teniendo en cuenta nuestra vulnerabilidad energética y su alto costo ¿podemos  seguir dependiendo sólo del mercado? ¿Que los privados sean los únicos autorizados para proponer  proyectos y el Estado solo aprueba o rechaza? Y si no se proponen proyectos suficientes, ¿quién garantiza la seguridad de abastecimiento?
El Estado debe poseer atribuciones más extensas.
Por esa razón creamos el Ministerio de Energía que, al igual que el Ministerio de Obras Públicas, que puede definir un proyecto de carretera y llamar a licitación, también debiera actuar de modo similar el Ministerio de Energía. Siendo indispensable instalar plantas de generación eléctrica, el Estado debe poder llamar a licitación los proyectos, luego de realizar los estudios técnicos y ambientales.
¿Qué lo impide?
Primero, la Constitución restringe la función empresarial del Estado para crear y operar una planta eléctrica. La Contraloría ha dictaminado que puede concesionarse una planta (siendo por tanto el Estado el propietario) siempre que la explotación la realice un privado. Esta limitación que debe eliminarse en el caso de la energía.
Un segundo obstáculo es que los derechos no consuntivos están concentrados en pocas empresas. Si ellas no quisieran hacer un proyecto y son titulares de esos derechos, el Estado está impedido de actuar. En casos calificados, el Estado debe poder caducar esos derechos, por razones de interés nacional.
Al entregarse derechos gratis, perpetuos, se transforma el ejercicio del derecho en propiedad privada, el agua se transforma en un bien privado, Esto no es sostenible a futuro. El camino, a mi juicio, es aprobar en el Congreso el proyecto de Reforma Constitucional que enviáramos en 2009 para consagrar en ella que el agua es un bien nacional de uso público.
En enero de 2010, antes del cambio de gobierno, se logró aprobar ese proyecto en las Comisiones de Agricultura y de Constitución de la Cámara de Diputados. Luego del cambio de gobierno se paralizó su tramitación.
¿Alguien cree que este problema permanecerá intocado? La piedra de toque es la caducidad de los derechos, por razones de interés público.
No existen en la ley excepciones para caducar un derecho de agua. A mi juicio, esa posibilidad debe existir, bien regulada, sin afectar el mercado del agua.
Por eso, sugiero que se apruebe una reforma constitucional.
Glaciares
Es un tema crucial a futuro. Hoy no existen normas para los hielos. En el Congreso se han presentado algunas mociones parlamentarias para su regulación, sin éxito. Existe un Instituto denominado World Global Monitoring Service que se especializa en el registro y monitoreo de hielos en el Ártico. El 70% de los estudios glaciológicos se refieren al norte del planeta. Esta tendencia se acentuará con las perspectivas que surgen del deshielo del polo norte. Ello atrae a los países que lo circundan para instalar nuevas redes de transporte, explotar nuevos recursos, incluyendo alimentos. Allí hay agua, aquella que se necesitara más y más para abastecer al Asia.
Los estudios chilenos han estimado que en el Hemisferio Sur (excluyendo la Antártica) existen del orden de 27.000 km2 de hielos blancos, abiertos, 26.000 en la zona de los Andes de Sudamérica y, de ellos, 20.000 km2 se hallan en Chile. Nuestro país, por lo tanto, es una gran reserva estratégica de agua dulce del mundo.
Al año 2010 habíamos inventariado 3.200 glaciares blancos y, más recientemente, 1.438 de roca en la zona Norte, especialmente en Copiapó y Huasco. Tenemos que realizar mediciones, confeccionar un registro glaciológico e instalar una red de monitoreo glaciológica. Debe ser ésta una de las prioridades.
Además, urge establecer que los derechos de agua sólida son del Estado y no pueden privatizarse.
¿Cuál será nuestra estrategia glaciológica hacia el 2020 o el 2025? ¿Qué cambios se pueden producir por los fenómenos climáticos? ¿Qué leyes dictar? Este tema debe ser definido a la brevedad.
Agua potable rural
Si bien el sistema ha funcionado bien y hemos alcanzado buena cobertura para comunidades rurales concentradas, nos faltan ahora las semi concentradas y el tratamiento de sus aguas servidas. Tenemos necesidad de acelerar el trámite de una nueva ley, cuya discusión estaba muy avanzada al momento de cambio de gobierno y debe despacharse pronto.
Se entiende por comunidades concentradas aquellas con más de 150 habitantes y más de 15 viviendas por km2, las semi-concentradas son las que poseen más de 80 habitantes y más de 8 viviendas por km2. Estas últimas abarcan a 400.000 personas aproximadamente. La ley contempla reforzar las organizaciones comunitarias y de cooperativas, entrenándolos; ampliar redes y comenzar el saneamiento. Hoy la cobertura de tratamiento de aguas servidas en el sector rural es de un 12%. Hay un plan para llegar en 2020 a 32%, pero no estamos avanzando a la velocidad requerida para lograrlo.
En las ciudades estamos acercándonos a 90% de tratamiento de aguas servidas,  y pronto podremos alcanzar cerca del 100%, uno de los más altos del mundo.
Fui contrario a vender el 35% de las acciones de compañías de agua de propiedad de CORFO. La presencia del Estado era y es necesaria para fiscalizar y conocer por dentro un negocio esencial para la salud y seguridad de la población. Tampoco se necesitaba el dinero. Si la decisión ya se adoptó por el gobierno de Piñera, esos fondos debieran destinarse a obras de agua potable rural y su tratamiento, para favorecer a familias modestas que carecen de abastecimiento por cañería, y así  Chile llegue a ser uno de los  primeros en el mundo en esta materia.
Eficiencia hídrica
El tema de la eficiencia hídrica es absolutamente vital. Se ha planteado y es necesario implementar la idea de un sello de eficiencia hídrica a los aparatos sanitarios de consumo personal, promover cambio de hábitos personales, construir embalses multipropósito, instalar más centrales de pasada para hidroelectricidad, constituir mesas de agua en las cuencas donde no las hay, incrementar rendimientos y fiscalizar el uso de los derechos.
Una cuestión esencial es debatir y aprobar una ley de cuencas. Esto se viene discutiendo hace más de 10 años: las cuencas requieren de una legislación.
Coordinación institucional
El 19 de junio del 2009, la Presidenta Bachelet dictó un instructivo presidencial que creó el Comité Interministerial de Política Hídrica, para establecer  una coordinación institucional. Se le encargó al Ministro de Obras Públicas que lo presidiera. La vicepresidencia recae en el Ministro de Medio Ambiente, y lo componen además los Ministros de Agricultura, Minería y Bienes Nacionales.
A solicitud de varios ministros sectoriales, ese año preparamos en el MOP una propuesta para la presidenta, a fin de conciliar divergencias –minería con  agricultura o energía con medioambiente– y anticipar soluciones a conflictos en ascenso.
De Obras Públicas depende la Dirección General de Aguas, la Dirección de Obras Hidráulicas y la Superintendencia de Servicios Sanitarios. De allí que el gobierno considerará mejor encargar al MOP la tarea de coordinar. En diversas sesiones de ese Comité, previas al terremoto, se alcanzó a revisar la situación de los acuíferos, proponer a la Presidenta la Reforma Constitucional del agua, precisando que se trata de un bien nacional de uso público; se estudió cómo corregir los derechos  de aguas que exceden la disponibilidad y cómo instalar nuevos procedimientos para resguardar el medio ambiente.
En el documento MOP “Chile 2020. OOPP para el Desarrollo”, ya mencionado, se registraron las siguientes prioridades:
  • Restricciones al ejercicio de los derechos de agua, para priorizar usos.
  • Criterios para caducar derechos, cuando los existentes son incompatibles con el bien público.
  • Rediseñar el sistema de derechos de agua subterráneas.
  • Otorgar derechos tomando en cuenta consideraciones ambientales (caudal ecológico, entre otros).
  • Normas sobre calidad de aguas.
  • Mejorar información de las cuencas.
  • Continuar evaluando los impactos del cambio climático.

Los desafíos se acrecientan, hemos de anticiparnos, de allí la alta importancia que reviste un debate nacional sobre aguas entre técnicos, políticos y la sociedad civil.
Urge avanzar.

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