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viernes, 31 de mayo de 2019

Organizaciones ambientales promueven ley de protección de ríos en Chile

El Desconcierto / 08.02.2019 @eldesconcierto
Menos del 1% de los ríos del país están protegidos; urge legislación que resguarde su valor natural, cultural y recreativo para el disfrute de generaciones presentes y futuras.
La propuesta de “Ley Ríos Salvajes” que impulsan organizaciones ambientales busca salvaguardar y restaurar el carácter especial de los ríos y tramos de ríos de Chile, sus valores: social, cultural, ecológico, salvaje, escénico y turístico, al mismo tiempo que reconoce su potencial para todos sus servicios, usos y desarrollo económico apropiado.
Inspirados en la “Ley de Ríos Salvajes y Escénicos” aprobada por el presidente Lyndon B. Johnson en 1968 en Estados Unidos de Norte América (Ley Pública 90-542), buscan fomentar en el país la gestión fluvial que cruza las fronteras políticas y promueve la participación pública en el desarrollo de objetos para la protección.
Macarena Soler, abogada y fundadora de Geute Conservación Sur, sobre la iniciativa explicó “nuestro objetivo es promover una ley que introduzca herramientas de gestión orientadas a preservar, conservar y restaurar ríos y tramos de ríos, sus recursos naturales, ecosistemas asociados y el patrimonio cultural del que forman parte. Impulsando un desarrollo productivo y de servicios amigables con el medio ambiente. Los ríos cumplen funciones esenciales para la preservación de los ecosistemas, así como de la cultura e incluso de resguardo de valores espirituales. Son parte importante del paisaje y de la vida. Justamente por su belleza y riqueza natural es que buscamos que sean protegidos por el Estado de Chile”.
El cuidado de los afluentes es menester de diversos líderes de organizaciones que se dedican a la protección del medio ambiente, tal es el caso de Flavia Liberona, directora ejecutiva de Terram, quien sobre la propuesta comentó “una ley de este tipo, incorporaría a la legislación una visión sobre aguas que hoy no existe, la que normalmente se ha incorporado a los usos productivos tradicionales tales como minería, acuicultura, sector silvoagropecuario y energético; valorando las aguas en sí mismas, agregándole una perspectiva ecológica, ecosistémica y de bien público de las aguas continentales”.
En un contexto de calentamiento global la protección de las aguas cruza todas las fronteras. Monti Aguirre, coordinadora para Latinoamérica de International Rivers, se sumó a esta iniciativa y sobre el panorama global expuso “los movimientos para proteger los ríos a menudo son locales, pero las consecuencias de fallar en su protección son globales: desplazamiento, pobreza, inseguridad alimentaria, pérdida de biodiversidad y una calidad de agua paupérrima en el planeta. Ríos saludables con áreas de inundación intactas son nuestra mejor defensa en contra de las grandes inundaciones y sequías, consecuencias del cambio climático. Los ríos y el agua limpia nos presentan una visión de cooperación más allá de las fronteras”.
En Chile no existe legislación orientada a la protección integral y eficaz de los ríos. El cuerpo legal que, de cierta forma, trata de hacerlo es la Ley N.º 20.017 de 2005 que tiene como finalidad reservar el recurso para el abastecimiento de la población, por no existir otros medios para obtener agua. Pero hasta la fecha solo 12 ríos, de los 1251 del país, cuentan con “Reserva de Agua por circunstancias excepcionales y por interés nacional, mediante Decreto Supremo del Presidente de la República, según el inventario público de la Dirección General de Agua (DGA/2014).
Para Juan Pablo Orrego, presidente de Ecosistemas, la protección legislativa es un imperativo vital. “En nuestro país urge una ley integral y eficaz orientada a la protección específica de los ríos, en un contexto donde su situación es dramática. De norte a centro sur del país la mayoría de los ríos están en proceso de muerte bioecológica, donde todas las especies de peces de agua dulce están en peligro de extinción, afectadas por una multiplicidad de sectores industriales minero, agroindustrial, hidroeléctrico, de aguas servidas, con trasvases de cuencas a cuencas, etc.”
“Debemos ver a las cuencas y ríos fluviales como los órganos vitales de la biósfera que entregan innumerables funciones ecosistémicas, que redundan en múltiples servicios ambientales para la humanidad” puntualizó Orrego.

“Ahora es el momento para generar una protección permanente de los ríos. Esto no es una sutileza, es una necesidad” finalizaron desde las organizaciones ambientales que proponen la Ley de RíosSalvajes en Chile.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Reunión de Comisión de Energía Cívico Parlamentaria del Maule

Por Rodrigo de la O - 
Desde hace un tiempo, y como se ha difundido en su oportunidad, surgió la instancia de conformar y hacernos parte de la Comisión de Energía Ciudadano Parlamentaria de la Región del Maule. El primer objetivo fue incorporar a la región y que esta fuera parte del proceso cuya esencia e importancia radica en la incidencia y propuestas recogidas desde la ciudadanía y su realidad local. Desde esa perspectiva es donde confluyen diversas miradas estableciendo importantes argumentos y conceptos teóricos que permiten integrarse al trabajo mayor que se realiza a nivel nacional (Ver Texto Capitulo Regional).
Importante es contextualizar e informar que esta Comisión se origina de forma paralela a la de gobierno que trabaja en una proyección de nuestra matriz eléctrica siendo uno de sus desafíos poder incidir de forma positiva en esta proyección considerando las apreciaciones de la ciudadanía, su participación y opinión en proyectos invasivos que afectan a distintas comunidades del país además de una establecer una propuesta clara, de vanguardia que permita al país considerar el salto hacia una economía sustentable basada en su autonomía energética.
En la reunión sostenida ayer en Talca en el Centro Kuraf Werken participamos distintas personas y representantes de organizaciones del Maule. En el documento del capitulo regional se trabajó en lo relacionado a los conceptos necesarios de abordar entendiendo que existe una gran desconexión en la participación activa de las regiones y la proyección nacional en materia eléctrica y/o energética lo que termina afectando la calidad de vida de las comunidades muchas veces más vulnerables y pobres del país.
En este sentido la participación del Maule en este trabajo persigue la intención de poder incluir conceptos globales y locales que permitan, de forma ambiciosa, dar un salto cuantitativo en lo que Chile quiere y necesita en materia eléctrico-energética impulsando una nueva forma de generación acorde a nuestros tiempos y al status  que el país posee como miembro de la OCDE.
En la oportunidad también se votaron a los representantes de la región en la comisión nacional quedando Sigisfredo Bustos, del Centro  Biocultural y Social Achibueno de Linares, y quien suscribe esta nota como representante de Movimiento Acción Ciudadana No a Los Robles. No obstante, el rol que nos compete, en base a la experiencia obtenida, es poder reflejar el concepto, idea o visión que nuestra región desde la perspectiva cívica manifiesta en el concierto nacional.
Notas Relacionadas:

sábado, 18 de julio de 2009

Madre ambiente

Ecología viene del griego oikos, casa, y logos, conocimiento. Por tanto, es la ciencia que estudia las condiciones de la naturaleza y las relaciones entre todo lo que existe -pues todo lo que existe coexiste, preexiste y subsiste-. La ecología trata, pues, de las conexiones entre los organismos vivos, como las plantas y los animales (incluyendo los humanos), y su medio ambiente.
Quizás fuera más correcto, aunque no tan apropiado, hablar de ecobionomía. Biología es la ciencia del conocimiento de la vida. Ecología es más que el conocimiento de la casa en que vivimos, el planeta. Así como economía significa administración de la casa, ecobionomía quiere decir administración de la vida en la casa. Y es posible llamar al medioambiente madre ambiente, pues él es nuestro suelo, nuestra raíz, nuestro alimento. De él venimos y a él volveremos.
Esta visión de interdependencia entre todos los seres de la naturaleza se perdió con la modernidad. A lo cual ayudó una interpretación equivocada de la Biblia -la idea de que Dios lo creó todo y finalmente lo entregó a los seres humanos para que “dominasen” la Tierra-. El dominio se convirtió en sinónimo de expoliación, estupro, explotación. Se buscó la manera de arrancarle al planeta el máximo de lucro. Los ríos fueron polucionados; los mares, contaminados; el aire que respiramos, envenenado.
Pero no existe separación entre la naturaleza y los seres humanos. Somos seres naturales, y humanos porque estamos dotados de conciencia e inteligencia. Y espirituales, porque estamos abiertos a la comunión de amor con el prójimo y con Dios.
El Universo tiene cerca de catorce mil millones de años. Y el ser humano existe hace apenas dos millones de años. Eso significa que somos el resultado de la evolución del Universo que, como decía Teilhard de Chardin, es movida por una “energía divina”. Antes del surgimiento del hombre y la mujer, el Universo era bello, pero ciego. Un ciego no puede contemplar su propia belleza. Cuando surgimos, el Universo ganó, en nosotros, mente y ojos para mirarse en el espejo. Al mirar la naturaleza, es el Universo quien se mira a través de nuestros ojos. Y ve que es bello. Por eso es llamado Cosmos. Palabra griega que da también origen a la palabra cosmético -lo que imprime belleza.
La Tierra, ahora, está degradada. Y nosotros sufrimos los efectos de su devastación, pues todo lo que hacemos se refleja en la Tierra, y todo lo que sucede en la Tierra se refleja en nosotros. Como decía Gandhi: “La Tierra satisface las necesidades de todos, menos la voracidad de los consumistas”. Son los países ricos del Norte del mundo los que más contribuyen a la contaminación del planeta. Son responsables del 80 por ciento de la contaminación: EE.UU. contribuye con el 23 por ciento e insisten en no firmar el Protocolo de Kyoto.
“Cuando el último árbol sea talado -dice un indio de Norteamérica-, el último río envenenado y el último pez pescado, entonces vamos a darnos cuenta de que no podemos comer dinero”.
El mayor problema ambiental, hoy, no es el aire contaminado o los mares sucios. Es la amenaza de extinción de la especie humana debido a la pobreza y a la violencia. Salvar la Tierra es liberar a las personas de todas las situaciones de injusticia y opresión.
La Amazonia brasileña es un ejemplo triste de agresión a la madre ambiente. Al comienzo del siglo XX, muchas empresas se enriquecieron con la explotación del caucho y dejaron en su lugar un rastro de miseria. En los años 70 el multimillonario norteamericano Daniel Ludwing cercó uno de los mayores latifundios del mundo -dos millones de hectáreas- para explotar celulosa y madera, dejándonos como herencia tierra devastada y suelo agotado casi convertido en desierto. Eso que pretende repetir; ahora, el agronegocio interesado en talar la selva para plantar soya y criar ganado.
La injusticia social produce desequilibrio ambiental y eso genera injusticia social. Con razón propiciaba Chico Mendes la economía sustentable (o sea capaz de no perjudicar a las futuras generaciones) y la ecología centrada en la vida digna de los pueblos de la selva.
La mística bíblica nos invita a contemplar la Creación como obra divina. Jesús nos moviliza a la lucha en favor de la vida de los otros, de la naturaleza, del planeta y del Universo-: Dicen los Hechos de los Apóstoles “Él no está lejos de cada uno de nosotros. Pues en Él vivimos, nos movernos y existimos. Somos de la raza del mismo Dios” (17, 28).
Todo este mundo es morada divina. Debemos tener una relación complementaria con la naturaleza y con el prójimo, de los cuales dependemos para vivir y ser felices. Eso se llama amor.
FREZ BETTO (Traducción de J.L.Burguet)