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martes, 21 de abril de 2020

La Crisis Total de una pandémica Humanidad

Cuando oí acerca del Coronavirus, lo primero que pensé fue en la ironía que representa su nombre en nuestro tenso momento actual. En medio de un estallido para algunos y una insurreción social para otros, aparece este virus: simbólico; inocente, si surge espontáneo desde una manifestación natural u orgánica que, de pronto, se convierte en una situación crítica de gran escala, de proporciones, en la más grave pandemia del último siglo; como grito desesperado de un planeta que nos obliga a descifrar su mensaje. Por otro lado, si fuere inducido o provocado, obviamente, pierde toda absolución y habría que escarbar en su trasfondo y oscuros intereses (contexto y tema para otro análisis).
La ironía, odiosa y burlona, posiciona hoy a un virus como un enemigo sorprendente, sorpresivo, conviniendo que el Coronavirus, SARS Cov-2 o Covid-19, obliga a sociedades y naciones del mundo civilizado a trabajar de manera conjunta ante la incertidumbre ocasionada por este irreverente, espontáneo y desconodido enemigo mortal.
Paradojas del mundo civilizado, que un virus sea el que detenga el pulso actual, la rutina, la máquina de las sociedades occidentales de orden capitalista y que, en una suerte de pausa obligada hacia un surrealismo distópico, ha detenido o disminuido la marcha de la oferta y la demanda; esa que todo lo promueve, expone, transa o vende a quien goza del poder de compra (real o plástico, da igual). Una máquina que se pensaba imparable y que una pandemia, un minúsculo e inesperado virus, ha puesto en jaque; afectando economía (precio del petróleo primera vea en negativo en la historia, -US$37), formas de vida y culturas; haciendo trizas el castillo de naipes de una economía que obliga a repensar pétreos modelos o paradigmas; esa ironía bizarra de que un misíl de cientos de miles de dólares lanzado de un avión de millones de esos mismos dólares, y que bombardean comunidades y poblados donde cada persona que allí reside no logra llegar al dolar al día, nos demuestra, trágicamente, lo importante, lo esencial y, finalmente, es ese mismo microscópico bicho el que nos despabila y enseña la fuerza y necesidad del tacto, la magia de un abrazo, la importancia sin igual de un beso sincero cuando no existe, cuando no está, cuando una caricia se convierte, de pronto, en un sueño; un imposible. 

¿Cuándo podré recuperar el abrazo de mi madre, de mis hermanos y mis seres queridos? ¿Quién o qué, al fin del día, es el responsable de esta pandemia? ¿Será el planeta usufructuado; seremos otros?

Si abrimos el espectro en nuestro universo local, si retiramos la cortina, disipamos esa espesa niebla, ese hedor que supura desde la corrupción y el miedo utilizado para manipular masas imposibles de reaccionar, esclavos del consumo, del crédito, de la deuda y el interés de mercado, aquellos usados como mecanismos o herramientas de control social en una gobernabilidad subordinada, inestable, dubitativa; vergonzosa, indolente; de gran poder de improvisación, irritante en ocasiones, mentirosa dicen en otras, donde su esfuerzo se concentra en poder guiar un barco feble con una desaprobación de números, según expertos, irreversibles, quedando en la legendaria odisea de amagar la tormenta y tratar de navegar los dos próximos años, que se sospechan larguísimos, que aún le quedan al actual gobierno. Todo un desafío con el lamentable, triste e indeseado, desempeño actual. Coronavirus; un salvavidas.
La Teoría del Caos hoy aplica con urgencia. Debemos reaccionar después de analizar en donde estamos para levantarnos y aprender a continuar. No queda tiempo, ni margen para más errores. Por orgullo, dignidad y respeto al futuro de la tierra, de nuestro hogar; por nuestro legado y aspirar encontrar el camino para comprender de que manera sociedad y naturaleza convivirán respetuosa y complementariamente en el futuro; sobre que soporte regirán nuestras ciudades las siguientes generaciones.

¿Por qué no nos preocupa y no es una prioridad, a pesar de todo? ¿A qué se debe la incapacidad de un verdadero, necesario y urgente Pacto Verde o EcoSocial? ¿Se entiende la gravedad del colapso y/o la necesidad de repensarnos como sociedades?

Si comparamos la crisis, insurrección o estallido social en su contexto, y podemos extrapolarlo a otras épocas podríamos convenir que nuestra situación actual merece atención desde múltiples dimensiones, lo que nos permitiría (espero) viabilizar soluciones tendientes a protegernos, ayudarnos y evitar disgregarnos como sociedad en esta suerte de atomización dirigida para debillitar la participación e incidencia social y, desde la desconexión o inexistencia de vínculos, familiares, de amistades u otros, se va generando una apatía, desde el individuo, que se excacerba en el plano personal físico-psocológico a través la comunicación virtual. La adaptación, ipso facto, no ha sido, ni será fácil. 
En 1973, la crisis socio política chilena, derivó en una dictadura implacable que, hasta el día de hoy, divide a nuestra sociedad y que, hace casi 47 años, usó poder militar con influencia civil y extranjera, para hacerse, a través de las armas, del control del estado. Una revolución desde arriba, con el poder bélico público y de la economía; con una iglesia protagonista, y en cierto modo en ese contexto, respetada. Con financiamiento externo en una maraña ya conocida. Todo lo contrario de lo desarrollado desde el 18 de octubre de 2019, donde lo que surge es una revuelta, que ya llevaba un par de años estableciéndose y que politica "no vió venir"; y, una insurrección desde abajo, fuera de un espectro político, hoy, totalmente diluido y desdibujado, fuera de tiempo, incluso, corrupto y deslegitimado por la distancia, de esta suerte de casta o aristocracia política, de este olimpo del intelecto, siempre, subordinado al poder económico imperante desde un estado central que se arrodilla y dispone todo al capital; y, es desde ahí, donde se discuten y se redactan las leyes entre los incumbentes, donde nace la cleptocracia; desde una constitución obsoleta, hoy más que nunca. Además, con una iglesia transversalmente golpeada, humillada y ausente. 
Entre 1918 y 1920 surgió una pandemia ("Gripe española") que mató millones de personas. Hoy, cien años después, surge una nueva pandemia que pone en jaque sistemas de prevención de salud, en donde la displicencia de algunos países, sus autoridades y ciudadanos, lo han convertido en una real catástrofe que impacta directamente la economía mundial y desafía a los mejores (como el "nuestro") sistemas médicos públicos del mundo. Con un cantinfleo digno de análisis por parte de los profesionales de la política nacional. 
No obstante, en este vertiginoso, distópico y bizarro año 2020, es preciso ir más allá y salirse del cuadro inmediato, del tiempo más cercano. Porque si hablamos de crisis, ante todo, ésta comienza y termina siendo una crisis total de empatía, de generosidad; y de humanidad. 
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jueves, 16 de abril de 2020

Coronavirus, sequía, contaminación y zonas de sacrificio

Por Ezio Costa Cordella - Director FIMA - Publicado en El Mostrador
Cualquiera sea el caso, es un hecho que la situación actual agudiza la urgencia de descontaminar las ciudades. Los planes de prevención y descontaminación (PPDA) son los encargados de esta misión, pero están planteados sobre supuestos que desconocían la existencia de este nuevo virus y en plazos que no son adecuados a la contingencia. Al menos se deberían revisar los análisis de impacto económicos y sociales, para determinar su validez en el nuevo escenario y modificar los PPDA en lo que corresponda.
La crisis por COVID-19 tiene numerosas aristas ambientales. No en vano, la protección del medio ambiente está tan cercana a la protección de la vida y la salud. Nuestra relación destructiva con la naturaleza nos ha puesto nuevamente en una situación de gran riesgo y, a propósito de ello, debemos observar ciertas urgencias.
La sequía permanente, el cambio climático y las fallas de la regulación del agua, son una realidad de la que no nos estamos haciendo cargo adecuadamente. Mientras las modificaciones normativas se han discutido por años en una tensa batalla ideológica, en el mundo más de 1,5 millones de personas no tienen acceso a agua potable o reciben exiguas cantidades mediante camiones aljibe.
Actualmente, las condiciones de higiene se han vuelto una variable prioritaria para evitar la propagación del virus, junto con soluciones gubernamentales de largo plazo en la materia. Por ello, es urgente que toda la población pueda tener acceso al agua. Esto puede abordarse de múltiples maneras en las zonas más vulnerables. Quizás se requiera la liberación de algunos ríos, hacer obras de emergencia o forzar conexiones en ciertas locaciones, mientras que en otras solo podrá aumentarse la cantidad y regularidad en la repartición de camiones. Cualesquiera sean esas soluciones, hay que tomarlas por la vía más eficiente posible.
Los expertos han repetido hasta el cansancio que el mayor riesgo por COVID-19 en Chile se presentará en invierno. Parte de eso tiene que ver con las enfermedades estacionales y otros factores. A esto se suma la contaminación atmosférica, pues las concentraciones de material particulado (MP) 2,5 y 10 generan patologías respiratorias, empeorando la situación de la población de riesgo y generando mayor presión sobre la red asistencial.
Adicionalmente, mientras hay ciencia suficiente, nuevos estudios sugieren que el virus podría transmitirse por el aire conjuntamente con el MP, por lo que la polución de las ciudades también tendría efectos en su propagación.
Cualquiera sea el caso, es un hecho que la situación actual agudiza la urgencia de descontaminar las ciudades. Los planes de prevención y descontaminación (PPDA) son los encargados de esta misión, pero están planteados sobre supuestos que desconocían la existencia de este nuevo virus y en plazos que no son adecuados a la contingencia. Al menos se deberían revisar los análisis de impacto económicos y sociales, para determinar su validez en el nuevo escenario y modificar los PPDA en lo que corresponda.
Quizás no haya suficiente tiempo para llevar a cabo todo este procedimiento, pero el Ministerio de Medio Ambiente y los demás organismos encargados de los PPDA, pueden acelerar parte de sus medidas y avanzar con otras análogas, aunque estén fuera de los planes actuales.
Esto debe darse sin dudas en las zonas de sacrificio, donde el riesgo de enfermedades respiratorias y otras similares es considerablemente mayor y la capacidad hospitalaria está permanentemente en duda. En esas locaciones, urge acelerar el fin de la era del carbón, sin perder de vista otras fuentes contaminantes que requieran medidas especiales en este momento.
En otras zonas del país, el riesgo más masivo está en la leña y la falta de aislamiento de los hogares. La mantención de una salud adecuada requiere de una calefacción apropiada, pero no es posible permitir los niveles de contaminación habituales del centro-sur de Chile, sin que se produzca un colapso. Existen dos medidas que pueden tomarse de inmediato. Primero, acelerar el recambio de calefactores, entregándolos gratis en algunos sectores y teniendo en cuenta que subsidiar la energía será necesario. En segundo lugar, la certificación y fiscalización del uso de leña. La prohibición de este elemento, junto con acelerar su certificación, son pasos que debieran tomarse desde ya. Además, los cordones sanitarios podrían controlar este tipo de carga y generar un cambio inmediato de una conducta que ya no es tolerable.
Mejorar la falta de aislamiento en hogares puede significar beneficios sociales muy importantes en el mediano plazo. Es posible que no pueda realizarse de manera inmediata, dadas las restricciones propias de la pandemia, pero incentivarlo una vez que termine esta temporada sería una forma de estimular el empleo en el sector de la construcción, propendiendo a una reactivación sustentable de la economía y mejorando las condiciones no solo para soportar este virus, sino la calidad de vida en general.
Esto nos lleva al último punto. Es el momento perfecto y necesario para cambiar el rumbo de la economía, mediante una reactivación sustentable y ecológica. Seguir en el modelo extractivo que nos tiene en medio de una crisis climática y una pandemia, no puede ser aceptable. Así, al menos se esperaría que el mayor gasto del Estado estuviera puesto en actividades que contribuyan en ese camino, condicionando los salvatajes y créditos hacia un mejoramiento de los escenarios ambientales, laborales y sociales. De ninguna manera deben aceptarse los discursos que querrán disminuir las salvaguardas ambientales y sociales con el pretexto de acelerar la inversión.
Varias de las medidas que acá se proponen deberían tomarse de manera inmediata y con regulaciones posibles de realizar en el marco del Estado de Catástrofe, la emergencia sanitaria y en uso de presupuesto extraordinario. Requerirán esfuerzo local de coordinación con las comunidades y cierta flexibilidad en su aplicación, mientras se delinean regulaciones de largo plazo que las mantengan.
Entre las cosas que podemos terminar aprendiendo de esta crisis, está el valor y la necesidad del cuidado. El cuidado de la vida, la salud y el medio ambiente que, en este caso, requiere de medidas extraordinarias.

jueves, 2 de abril de 2020

Pandemia y crisis climática, desafíos para un nuevo pacto social #SCAC

Declaración de SCAC ante postergación de la COP 26 

A causa de la pandemia Covid-19 se ha anunciado la postergación de la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC), que debía ocurrir en noviembre de este año. Desde la Sociedad Civil por la Acción Climática (SCAC) apoyamos esta decisión y consideramos que está a la altura de la crisis sanitaria que enfrentamos. Pero ¿Estaremos a la altura para enfrentar la crisis climática y ecológica?
Esta postergación, no es sinónimo de que los Estados puedan dejar de lado sus compromisos climáticos ni ambientales. La vulnerabilidad frente al cambio climático y la contaminación atmosférica nos hace más sensibles a este tipo de emergencias: Comunidades sin agua, como La Ligua y Petorca, no pueden cumplir con los mínimos de higiene necesarios y las personas que viven en zonas de sacrificio ambiental, como Coronel, Quintero, Puchuncaví y Ventanas, por mencionar solo algunas, se verán afectadas más gravemente al ser más susceptibles a padecer problemas respiratorios.
Esta crisis sanitaria está relacionada con la destrucción de la naturaleza y la pérdida de hábitats naturales de las otras especies; con la forma en la que nos alimentamos y conseguimos ese alimento y también en cómo nos entendemos como sociedad. Es por eso que hay que abordarla desde todos esos lugares.
Así mismo, las medidas de reactivación económica que pensemos, deben reconocer la oportunidad para acelerar la transición económica hacia un modelo centrado en el cuidado de las personas, la preservación de la vida y la una relación armónica entre la sociedad y el medio ambiente, avanzando hacia una sociedad más justa y equitativa. Es por ello que el proceso que enfrentamos no puede sacrificar los compromisos climáticos ni vulnerar los derechos humanos, debe enraizarse en ellos y utilizarlos como punto de partida.
Sería una enorme contradicción, en medio de esta crisis sanitaria así como en un futuro escenario de reactivación económica, que el Estado rescate empresas contaminantes, que dañen el medioambiente o vulneren derechos. Los recursos estatales se deben invertir en apoyar emprendimientos limpios, generar empleos en sectores compatibles con la salud y compromisos climáticos, en fomentar la investigación aplicada sobre los efectos antrópicos en nuestro territorio, con transferencia educativa hacia nuestras comunidades.
Este año no habrá COP 26, pero es el momento para que las naciones del mundo se replanteen sus compromisos y tal vez el mecanismo que se está utilizando para alcanzarlo, ya que en 26 años de negociaciones, seguimos estando muy atrás en lo que se requiere para mantener el calentamiento global por debajo de los 1,5ºC. Esta crisis marcará un nuevo comienzo, en el que tenemos la oportunidad de acelerar las medidas para la preservación ambiental, el cuidado de la naturaleza y de las personas, lo cual será clave para seguir escribiendo la historia de la humanidad. 
Descargar declaración AQUÏ