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jueves, 26 de diciembre de 2013

Cómo se fraguó la insólita legislación que tiene a Chile al borde del colapso hídrico

Fuente: ciper - Por: Alberto Arellano en Reportajes de investigación - EL MILLONARIO NEGOCIO DEL AGUA II
Chile se está secando. El diagnóstico es oficial, pero ni las autoridades ni las instituciones asumen la magnitud del problema. Fallas de regulación que se arrastran por más de 30 años han terminado por crear profundas inequidades en la asignación del recurso. Según la ley, el agua para consumo humano no es más importante que el agua para suministro minero o agrícola. Las prebendas establecidas por el Código de Aguas a favor de intereses privados, y cuyo epítome ha sido la consolidación de un lucrativo y desregulado mercado de las aguas, colocan nota roja a Chile en la gestión de un elemento clave.
(Esta investigación es parte de un proyecto financiado por la Escuela de Periodismo y el Centro de Investigación y Publicaciones de la Universidad Diego Portales).
Entre coloridos gráficos, tablas y medidas diseñadas para enfrentar los desafíos actuales y futuros, el crudo diagnóstico –incluido casi de soslayo– pasó prácticamente inadvertido en medio de los aplausos de los asistentes: Chile se está secando. “La disponibilidad natural del agua y su demanda en las distintas regiones del país, nos permite concluir que ya al año 2010, desde la Región Metropolitana al norte la demanda superaba con creces la disponibilidad de este recurso. En esta zona del país se observa un déficit en la disponibilidad de agua que en algunas regiones es cercano al 100%”, consigna el documento de cuarenta páginas preparado por el Ministerio de Obras Públicas (MOP) (ver documento).
El crítico diagnóstico del MOP no resiste ambigüedades. Pese a ello, todos los ejes estratégicos propuestos por la institución –entre los que destaca favorecer la equidad social en términos de acceso, el nudo más crítico del actual sistema– proponen correcciones que pasan por alto la piedra angular que ha condicionado por más de 30 años el manejo y la asignación del agua en Chile: el Código de Aguas de 1981.
La normativa, redactada en dictadura entregó a privados el dominio sobre el agua a través de derechos de aprovechamiento cedidos de manera gratuita, ilimitada y a perpetuidad, dejándole al mercado la responsabilidad de asignar el recurso. También desbarató los mecanismos reguladores y fiscalizadores del Estado. Ello permitió la emergencia y consolidación de un robusto mercado de aguas en Chile en el que los derechos de agua, desde entonces transables, pueden reportarles multimillonarias ganancias a sus propietarios. Así lo demostró CIPER en la primera entrega de esta serie con la historia del discreto e influyente empresario Isidoro Quiroga. Sus efectos son tan crudos como el diagnóstico del MOP.
Sólo en el transcurso de 2013, la Dirección General de Aguas (DGA) ha decretado zona de catástrofe en las comunas de Salamanca, Illapel, Canela, Andacollo y La Higuera, en la Cuarta Región, las que se suman a la Ligua, Petorca y Cabildo, en la Quinta Región, que ya se encontraban en esa condición. Asimismo, entre las regiones de Copiapó y El Maule, la DGA ha declarado zona de escasez en cinco provincias, seis comunas y tres cuencas. Al término de 2012 y según datos del Ministerio de Agricultura, 108 comunas de Chile (31% del total nacional) se hallaban en condición de emergencia agrícola producto del déficit hídrico, el doble de las registradas en 2011. Y la situación no sólo se remite a la zona centro–norte: 41 comunas de la Región del Biobío sufren de escasez de agua, la que afecta incluso el consumo humano, según denunció recientemente el presidente de la Asociación de Municipalidades de esa región.
La dramática situación que se vive en varias regiones del país, tiene su origen, en parte, en un lucrativo mercado paralelo de los derechos de agua cuyas transacciones millonarias no han dejado de crecer en los últimos años. Así lo establece un informe de 2011 del Banco Mundial -encargado por la DGA, el que estima que entre 2005 y 2008, se realizaron casi 25 mil transacciones de compra y venta de derechos de agua entre privados por un valor anual cercano a los US$ 1.2 billones (mil doscientos millones de dólares). La cifra que anualmente mueve el mercado de las aguas en Chile, y que deja en el bolsillo de muchos de los que allí intervienen exuberantes utilidades, es igual a la que fue destinada para la reparación de caminos, puentes, puertos, aeropuertos y edificios públicos tras el terremoto de febrero de 2010 o al incremento del presupuesto en educación durante 2013.
Chile se enfrenta a una de las crisis más graves de su historia en lo que respecta a disponibilidad y acceso de la población al agua. Y la falta de lluvia no es la única responsable. Problemas estructurales de gestión y regulación; aumento explosivo de la demanda por agua, principalmente para abastecer la expansión de la inversión minera y agrícola exportadora; inmovilidad política y una férrea defensa de intereses privados de por medio, han llevado a Chile a las puertas del “colapso hídrico”, según algunos expertos.
–El término correcto para explicar el colapso hídrico que hoy vive Chile es el de escasez más que el de sequía. Lo que aquí sucede es que la demanda supera con creces la oferta y los derechos otorgados a particulares en muchas partes están muy por sobre la disponibilidad real de agua, lo que ha producido el agotamiento del recurso. El problema es grave porque no hay agua para sustentar el modelo de desarrollo que se instaló en Chile en los años ‘80. A partir de entonces nos estamos consumiendo la línea de crédito -señaló a CIPER el hidrogeólogo y profesor de la Universidad de Chile, Raúl Campillo.
Jorge Núñez, investigador del Centro del Agua para Zonas Áridas y Semiáridas para América Latina y el Caribe de la UNESCO, es claro en señalar que si bien es posible constatar una intensificación de la aridez en algunas zonas, tal como ha ocurrido en otras épocas, lo que determina la actual crisis hídrica es el explosivo incremento en la demanda por agua de las últimas décadas y un aumento de la desprotección de las personas frente a la disponibilidad del recurso.
–Todos los eventos más importantes de déficit de agua registrados en la historia de Chile desde 1650 en adelante, coinciden con la condición climática que vivimos hoy. Pero nunca la demanda por agua fue tan significativa como lo ha sido en los últimos treinta años. Por ello, los impactos económicos y sociales pueden ser ahora muchísimo mayores que en el pasado. Al incremento exponencial en la demanda de agua, hay que agregar un incremento de la vulnerabilidad frente al déficit hídrico en la última década -señala Núñez.
UNA LEGISLACIÓN A FAVOR DEL LUCRO
Con anterioridad a 1981, el Código de Aguas de 1951 –la primera codificación en la materia existente en Chile– le entregaba al Estado diversas herramientas para ejercer un efectivo control sobre las aguas y sus posibles usos. El Estado podía caducar derechos que no se utilizaran; priorizar el uso del agua cuando dos o más personas lo requerían; las peticiones de derechos debían explicitar su uso sin poder ser alterado una vez otorgado el aprovechamiento; y los derechos de agua estaban indisolublemente asociados a la propiedad de la tierra. En 1967, se introdujo una reforma constitucional que declaró las aguas chilenas de dominio nacional y expropiables en caso de que se requiriera conforme a los cambios de tenencia y uso de la tierra que impulsaba la reforma agraria en curso.
El código de 1981 demolió la institucionalidad vigente introduciendo un modelo único de gestión de aguas a nivel mundial, caracterizado por la nula regulación y una débil fiscalización institucional. El agua se separó de la propiedad de la tierra, lo que fomentó la creación de un mercado paralelo estimulado por la entrega de agua gratuita, a perpetuidad y sin restricción de volumen a particulares.
Uno de los errores más grandes fue haber entendido al agua como un bien económico, algo que no se ve en otra parte del mundo. Si aumenta la demanda, aumentas la oferta, eso uno lo puede entender si lo que se comercializa son calcetines ¡Pero estamos hablando de agua! -señala Campillo.
En 1992,  el ex presidente Patricio Aylwin ingresó al parlamento una moción para modificar aspectos claves del Código de Aguas. La acumulación de derechos de aguas en forma desmesurada sin que exista un uso actual o futuro previsible, sino únicamente la posibilidad de lucrar con ellos, no obstante su obtención original gratuita, constituye el germen de dificultades muy graves para el desarrollo futuro del país”, señalaba el mensaje del Ejecutivo. En lo sustancial, se buscó establecer límites a la concesión de derechos de aprovechamiento de aguas y que éstos, una vez entregados, volvieran a manos del Estado en caso que el titular no les diera uso. Tal como ocurría antes de 1981.
Pese a la urgencia de la moción, los parlamentarios se lo tomaron con calma. Tanta, que el proyecto de ley demoró trece años en el Congreso. Fue a mitad de este distendido trámite, cuando el ex presidente Eduardo Frei comenzó la enajenación y venta de la propiedad de las sanitarias -Essal, Esval y Emos- hasta entonces en manos del Estado, a grandes consorcios extranjeros y que concluyó bajo el gobierno actual tras la venta de las últimas acciones que conservaba el fisco en la propiedad del agua potable en Chile.
La Ley 20.017 que modifica el Código de Aguas recién vio la luz el 2005. Tras fuertes presiones del mundo privado –entre los que se encontraba ENDESA que por entonces ya poseía el 60% de las aguas para generación hidroeléctrica del país– y también de algunos legisladores que calificaron el proyecto como un retorno a las “recetas socialistas”, lo que de allí salió fue una reforma cosmética. La moción de restitución de derechos al Estado no fue atendida y fue reemplazada por el cobro anual de una “patente por no uso“, cuyo fin era desincentivar la acumulación ociosa de agua. También tuvo la intención de que los propietarios de los derechos efectivamente los usaran con fines productivos. Pero una vez más se creó una excepción a nivel mundial en la gestión de las aguas en Chile: la regla general en la mayoría de los países es que se cobre por usar el agua y no por no utilizarla.
–Es llamativo el camino de cobro por no uso del agua que se adoptó en Chile. Porque ese enfoque de abundancia de los recursos hídricos, se decidió en un contexto internacional donde predomina el enfoque de escasez a través del cobro por uso o tenencia del agua -señala a CIPER el ingeniero en recursos naturales e investigador del Heidelberg Center para América Latina, Christian Valenzuela.
A ocho años de la entrada en vigencia de la única reforma realizada al Código de Aguas de 1981, los hechos demuestran que no ha logrado corregir uno de los principales vicios del sistema: el acaparamiento especulativo del agua. Si bien lo castiga en algún grado, no lo elimina, porque por regla general el valor de la patente es muy inferior a la rentabilidad que alcanza el precio del agua en el mercado y que, producto de la escasez, ha ido en aumento año tras año.
Según una investigación del propio Christian Valenzuela, publicada este año en la Revista de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL), en regiones como Coquimbo, Valparaíso y la Metropolitana, el precio mercado del agua es entre 17 y 22 veces mayor que el valor de la multa por no uso. Antes que renunciar a sus derechos de agua, los titulares prefieren pagar la multa, mantener sus derechos y venderlos sin apuro al mejor postor conforme aumentan los precios año a año. En Antofagasta y Atacama, el precio mercado del agua puede llegar a ser 100 veces superior a la multa por no utilizar el recurso. Así, el mecanismo que supuestamente castiga a quienes acaparan agua de manera ociosa para especular y venderla ni siquiera rasguña a quienes lucran con el recurso.
Lo que en un principio fue planteado como una cirugía mayor terminó siendo, luego de más de una década de trámite en el Congreso, una reforma ambulatoria detrás de la cual aún persisten las insólitas falencias que arrastra el sistema desde su creación: distribución inequitativa del recurso; sobre otorgamiento de derechos; acumulación de agua en manos de privados con fines especulativos; consolidación de un mercado de compra–venta desregulado y poco transparente y debilidad institucional para ejercer una fiscalización efectiva, por nombrar sólo algunas.
–Hace un tiempo, en un congreso latinoamericano de hidrogeólogos, me encontré con unos uruguayos a quienes el Estado les pidió introducir modificaciones a su Código de Aguas. Les pusieron una sola condición: no hagan nada que se parezca al código chileno –indica Campillo.
CHILE VIOLA DERECHO HUMANO AL AGUA
El Estado chileno no cumple siquiera con los estándares mínimos a nivel internacional que protegen y aseguran el derecho humano al agua, es lo que se desprende del Informe de Derechos Humanos en Chile de la Universidad Diego Portales que este año incluyó a Petorca y la grave escasez de agua que vive la provincia, como uno de los casos emblemáticos de violación a los derechos humanos en Chile.
En la asignación del agua debe concederse prioridad al derecho de utilizarla para fines de consumo personal y doméstico. Asimismo, debe darse prioridad a los recursos hídricos necesarios para evitar el hambre y las enfermedades, es lo que establece el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas entre sus normativas a las que nuestro país adscribe.
En Petorca, actualmente son cerca de 3 mil las personas cuyo suministro depende de camiones aljibes con agua que no viene en condiciones óptimas para el consumo y son más de 4 mil las hectáreas de cultivo de propiedad de pequeños agricultores que han sido abandonadas por no tener cómo regarlas. Asimismo, se han reportado casos de familias que no cuentan siquiera con agua para satisfacer necesidades higiénicas básicas.
–Si es que se quisiera remediar la legislación chilena para cumplir con los estándares internacionales, tendríamos que volver al Código de Aguas de 1951. Allí existía un orden de prelación que debía seguir la DGA al momento en que se le solicitaran derechos de agua. Y en ese esquema la prioridad era entregar el agua para consumo humano. Ni la Constitución ni el Código de Aguas actual regulan los derechos de aprovechamiento de aguas de acuerdo a los estándares del derecho Internacional de los Derechos Humanos, señala el abogado Matías Guiloff, responsable del capítulo sobre Petorca en el informe de la Universidad Diego Portales.
En la práctica, las contradicciones que ha introducido el Código de Aguas chileno se ven reflejadas, por ejemplo, en el hecho de que, pese a la dramática situación que viven muchas familias en Petorca, a fines de 2012 existían 50 derechos de agua en esa misma zona, en manos de privados, por un caudal total de más de 600 litros por segundo sin ser utilizados al menos desde hace tres años. Así se desprende de las bases de datos de la DGA con las listas de personas y empresas afectas al pago de patente por no uso.
–Al evaluar una solicitud de derechos de aprovechamiento de aguas, la Dirección General de Aguas no está facultada para denegarla si es que quisiera resguardar las necesidades de consumo doméstico de la población. A los únicos factores que debe atender es que exista disponibilidad suficiente en el respectivo curso de agua y que su otorgamiento sea legalmente procedente -señala el abogado Guiloff.
Un segundo informe oficial, publicado recientemente por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), incluyó un preocupante capítulo sobre la crítica situación del agua en Chile, donde insiste en las inequidades existentes en la población respecto a la disponibilidad y su acceso. “Los resultados de estas políticas (de Estado) –en lo que refiere a sectores vulnerados: pequeños agricultores, campesinos e indígenas, y comunidades agrícolas– evidencian que, a pesar de estos programas y de la inversión pública, persiste la brecha de acceso para estos sectores, debido al rezago con que han accedido a la titularidad de derechos de agua y que está directamente asociado a la concentración de estos derechos”, señala el documento (ver informe).
En el mapa de conflictos socioambientales que presenta el INDH en su página web (ver mapa), de los casi 100 casos descritos a lo largo de todo Chile, más del 70% involucran directa o indirectamente tensiones relativas a acceso, disponibilidad y uso de agua.

martes, 22 de octubre de 2013

Cabildo y Encuentro Nacional por la Defensa del Agua y la Vida Congreso Nacional Santiago, 10 y 11 de Octubre 2013


Presentación
El Cabildo y Encuentro Nacional por la Defensa del Agua y la Vida, realizado durante los días Jueves 10 y Viernes 11 de Octubre en Santiago, contó con la participación de más de 100 dirigentes desde Arica a Punta Arenas, sindicatos y comités de agua potable rural, en torno a la discusión sobre perspectivas, estrategias y demandas para el reconocimiento y ejercicio del derecho humano, derecho colectivo y derecho territorial al agua y la vida.
Durante el primer día, compartimos posiciones y miradas en torno a 6 definiciones y prioridades formuladas por las organizaciones y movimientos que participaron de la primera Marcha Carnaval por la Recuperación y la Defensa del Agua (Abril de 2013). A estos 6 puntos, la secretaría ejecutiva de la Coordinadora Nacional por la Defensa del Agua y la Vida, convocante de este Cabildo, sugirió incorporar el rechazo a la criminalización de los dirigentes, organizaciones y movimientos sociales que ejercen el legítimo derecho a la defensa del agua y la vida en sus comunidades y territorios. ver más

El agua no es recurso hídrico

A un grupo de organizaciones ciudadanas chilenas por las aguas, nos llega un documento del Banco Mundial con el título “Estudio para elmejoramiento del marco institucional para la gestión del agua”.
Saltándonos los prejuicios (o fundados juicios) que se merece una sugerencia de política proveniente de tan mundial banco -sin entrar a los contenidos concretos del documento-, vale mucho la pena notar la lengua, o sea, las palabras con las cuales habla (y hablamos) del agua.
¿Por qué poner atención a las palabras y no (al menos todavía) a los “contenidos”? Porque la lengua predispone la actitud y limita lo que podemos decir y pensar acerca de lo real. Veamos si es cierto.
Al menos el título del documento dice “agua”. Ya dentro de sus páginas, el agua se transforma en “recurso hídrico”, y desaparece el agua.
Alguien me dirá: ¿y qué? ¿Y qué con la diferencia entre “agua” y “recurso hídrico”? Esto es, si ya de entrada sabríamos que hablamos, pensamos y sentimos de lo mismo. ¿Qué dice agua? Pues en el modo de una palabra del cotidiano, dice algo que está con nosotros de un modo parecido a como está el aire. Respiramos todo el tiempo, toda la vida -incluso pensamos la vida como algo respirando; la muerte como alguien que ya no está con el aire.
Agua es palabra de una lengua del trato humano de todos los días con aquello que nos hace vivos, y con un nombre y un rostro. Agua es mundo y aquello verde de una hoja, el color de una flor, la yerba fresca brotando en una pampa (que en las ciudades llamamos “maleza”, relativo a mal).
¿Qué dice hídrico? Nadie dice: “Tengo mucha sed. Me tomaría un vaso grande de hídrico”. ¿Qué le sucede aquí a la palabra?, porque si uno se pusiera muy estricto el agua y lo hídrico dicen lo mismo –su genealogía es bastante parecida-. Pero nadie dice que toma hídrico cuando tiene sed, y resultaría muy exótico (y algo siútico) si insistiera en decirlo.
¿Qué connota “hídrico”? Pues basta atender a cómo se usa la palabra. Se usa en contextos científicos. O sea racionalizadores. Refleja el paradigma de un tipo de ciencia, y con ello la hegemonía político-cultural de la objetividad. La de un lenguaje que quisiera aparentar ningún compromiso o disposición afectiva. Varias filosofías han mostrado hace rato que el distanciamiento o frialdad científica corresponde a una disposición por asegurar las condiciones de vida. Un sentimiento hacia la necesidad y una búsqueda de seguridad, acompañado por un goce en el control de las cosas (goce del mundo como un montón de cosas a controlar). Lo hídrico lo encontramos en contextos de control: agua (tantos litros por segundo), metida en cañerías de 2 a 4 a 10 pulgadas de diámetro, a 3 atmósferas de presión, con tal porcentaje de contenido de cloro, etcétera.
Hace ya cierto tiempo nos rodea un habitar la tierra donde queda poco de mundo y todo paisaje de lo real se va transformando en “recurso”. ¿No le pasa a usted a cada paso? El recurso loco –¡ah!, no son los loquitos del Psiquiátrico; son los locos en el océano, entre las rocas, exquisitos (y en veda tan legal como “formal”; objetos arrasados por un deseo social). El recurso forestal: no son bosques salvajes o silvestres o nativos, múltiples, enredados; donde uno se puede perder fácilmente si no conoce la huella del sendero. El recurso forestal son millones de hectáreas plantadas que se miden por el dinero de su precio como madera –ante todo, como celulosa. El recurso forestal es dinero, no bosque, no belleza.
¿Y el recurso humano? Usted y yo, aquí, leyendo. ¿Le hemos dado una vueltecita al economista exitista que nos señala con el dedo y sin que se le arrugue un pelo nos dice: “recurso humano” (o “capital humano”)? ¿En qué nos ha convertido esta civilización del humanismo?
Pues, en esa lengua, nos ha convertido en insumos del proceso de la producción industrial tecnificada. No personas, almas, singularidades; sí competencias para producir algo que al final vale, otra vez, cantidad y dinero. Somos allí un recurso medible apto o no para multiplicar en nosotros –pero sobre todo en esos otros-, el panorama del dinero sobre la faz de esta tierra. Lo demás humano se vuelve secundario. Viene o no por añadidura. Si acaso. Usted puede transformarse en recurso mío; usted me puede convertir en recurso suyo. Ni usted ni yo importamos. Es en el convertirnos en cosas (productivas) uno al otro donde reside este perverso y disminuido goce. Por eso, no acepte la próxima vez que lo traten de “recurso humano”; por eso rechace a quien trata a los demás con el título: “capital humano” (ese mismo que una vez lejos de su escritorio de economista o ingeniero, es una persona tan cotidiana como todos, y dice: agua).
El “recurso hídrico”, pues, no es agua. La expresión “recurso hídrico” ha operado en la realidad -en nosotros y en el agua- una transformación, haciendo desaparecer los vínculos de comunidad en la vida y el habitar este mundo. Esa operación nos instala en el lugar donde el agua queda convertida en cosa a disposición, apta a la administración, y presta al goce del control, según las razones (más bien sin razones) sociales humanas.
La tradición humanista del Occidente ha venido a quedar reducida a una imagen de lo humano como propietario de lo real y constructor del mundo como asignador de precios. La cultura occidental entró desde hace unos 3 siglos en esta operación de control generalizado de la naturaleza.
Por estos tiempos hay indicios fuertes que ella, natura, ha comenzado a rechazar esta bestia controladora: una catástrofe ecológica no acabara, sin duda, con la vida. Solo con nosotros, con las condiciones de vida que nosotros necesitamos, unas que no son exactamente las mismas que hemos creído debemos controlar. De pronto, por aquí, por allá, algo pasa aquí y allá con las aguas. ¿Qué pasa? Y no hay modalidad de “recurso hídrico” que pueda responder.
Habremos de salir a buscar dónde queda simplemente agua.

sábado, 6 de julio de 2013

Agua: El Gobierno creará subsecretaría para gestionar el recurso

Fuente: @el_dinamo http://www.eldinamo.cl/2013/07/05/agua-el-gobierno-creara-subsecretaria-para-gestionar-el-recurso/
Tras un estudio encargado por el MOP al del Banco Mundial, en el primer trimestre de 2014 se enviará al Congreso un proyecto de ley para conformar una nueva institucionalidad. El ministro de Agricultura dijo que es vital revertir el atraso que existe en infraestructura y considerar el cambio climático.
Tras un estudio elaborado realizado a lo largo de ocho meses por el Banco Mundial, a solicitud del Ministerio de Obras Públicas (MOP), el organismo dio a conocer un informe de casi 90 páginas que en el que detalla los principales problemas que el país enfrenta de cara al manejo de los recursos hídricos.
Y es que, la administración pública cumple 102 funciones, ejercidas por más de 40 organismos, como la Dirección General de Aguas, la Comisión Nacional de Riego y el Indap, entre otros, informa La Tercera.
En este contexto el BM apuntó como falencias el financiamiento, la generación de información, la definición de políticas y los objetivos sectoriales, además de la coordinación institucional y la baja jerarquía de la autoridad actual.
Nuevo nombre para el MOP
Y para subsanar esto, el organismo propuso crear una Subsecretaría de Recursos Hídricos, que permita centralizar todo lo relacionado al agua dulce; es decir, glaciares, mediciones de calidad y cantidad de agua, red hidrométrica, ríos, usuarios y derechos de agua, entre otros.
Según la ministra de Obras Públicas, Loreto Silva, “el objetivo de esta reforma legal es potenciar la institucionalidad, darle mayor relevancia dentro del Estado, dado que, en opinión del Banco Mundial, la que existe y su fortalecimiento no es suficiente”, al tiempo que detalló que la cartera pasaría a llamarse Ministerio de Obras Públicas y Recursos Hídricos.
En este contexto, se espera que en el primer semestre de 2014 se despache al Congreso un proyecto de Ley al respecto, debidamente consensuado con los diferentes actores del sector. Asimismo, la autoridad apuntó que una vez que esta nueva institución esté completamente operativa, si es necesario seguirán avanzando hacia una Agencia Pública, cuya característica es su autonomía.
A su turno, el titular de Agricultura, Luis Mayol, subrayó que es vital revertir el atraso que existe en infraestructura y considerar el cambio climático. Y añadió que “hoy día nuestra agricultura riega 1,2 millones de hectáreas. Si aprovecháramos el 50% del agua que perdemos en el mar, podríamos regar cinco millones de hectáreas más”. De ahí que subraye la importancia de que exista “un órgano que se especialice”.
El abogado Alberto Cardemil, quien participó en la elaboración del estudio, señaló que se debe considerar que las actividades productivas que requieren consumo de agua son la mayoría en el país, por lo que es “un tema central y esencial. Además, por la diversidad geográfica se hace difícil manejar un tema como éste sin la implementación de políticas integrales”.
Para el director general de Aguas, Francisco Echeverría, “lo que viene ahora es hacer un estudio de implementación, cuántos funcionarios se necesitan, cómo se tiene que crear el organismo, cuál es el presupuesto que se necesita, las reformas legales necesarias”.
Echeverría agregó que la propuesta, que será entregada al próximo Gobierno, se desarrolló en conjunto con actores técnicos y políticos de diferentes tendencias, ya que “nuestra intención es entregarle un proyecto al país”.

lunes, 15 de abril de 2013

DECLARACION OFICIAL MARCHA (POR EL AGUA) CARNAVAL 22 DE ABRIL

Somos organizaciones y comunidades que hace años venimos viendo disminuir nuestros ríos, morir nuestros cultivos, enfermar nuestros hijos, contaminar nuestras aguas; hace años venimos cambiando nuestras culturas para adaptarnos a la escasez de agua, pero nuestros esfuerzos no han mejorado la situación y todo es cada día más dramático.
Por eso hemos salido a buscar agua y nos hemos encontrado con otros y otras que, hace más o menos tiempo, vienen denunciando a autoridades sordas y medios de comunicación obsecuentes, la misma realidad. Entonces hemos descubierto que en Chile hay agua, pero que la muralla que la separa de nosotros se llama lucro y que se construye con el Código de Aguas, la Constitución, los acuerdos internacionales como el Tratado Binacional Minero, pero fundamentalmente con la imposición de una cultura que ve como normal que el agua que cae del cielo, tenga dueños.
Esta muralla está secando nuestras cuencas, está devastando los ciclos hídricos que han sostenido nuestros valles por siglos, está sembrando la muerte en nuestros territorios y debe ser derrumbada ahora.
El Código de Aguas de 1981 transformó el agua en propiedad privada, bajo las garantías constitucionales del artículo 24, esas que igualan el derecho a la propiedad con el derecho a la vida. Separó el agua de la tierra. Le confirió al Estado la facultad de conceder derechos de aprovechamiento de aguas de forma gratuita y a perpetuidad a los privados, permitiendo que esos
derechos se pudieran comprar, vender o arrendar, sin tomar en consideración prioridades de uso.
De manera que hoy la mayoría del agua de todos y todas, la utiliza, y peor aún, la posee, un grupo de empresarios que la vende a quien mejor paga, o sea, a grandes grupos económicos extractivistas que necesitan agua para llevarse nuestros bosques, nuestros suelos, nuestros minerales y nuestras aguas. Los niveles de concentración de propiedad son simplemente escandalosos. El Código creó dos categorías de derechos de aprovechamiento de aguas: consuntivas y no consuntivas. Los derechos consuntivos (no devuelven un caudal al río) se encuentran fundamentalmente en manos de empresas mineras y agroexportadoras, mientras que más de un 80% de los derechos de aprovechamiento de aguas no consuntivos (devuelven un caudal al río) se encuentra en manos de transnacionales como ENDESA.
El Tratado Binacional Minero, en tanto, suscrito en 1997 y ratificado en el 2001, entrega las nacientes de todas nuestras cuencas, donde se encuentran los ecosistemas glaciares, a las transnacionales mineras, dando muestras de que a quienes gobiernan no les importa el cuidado de los ecosistemas, la preservación de nuestra vida, ni la defensa de los bienes comunes.
En esta misma línea, de crear leyes para la muerte, se inscriben otras medidas que amenazan el acceso al agua en cantidad y calidad a todas las comunidades y ecosistemas. Siguiendo los Consejos del Banco Mundial, en el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, se inició la venta y entrega en concesión a privados de las empresas sanitarias, es decir, del agua potable. Actualmente, este proceso se encuentra prácticamente concluido, ya que el gobierno de la Alianza, en menos de dos años, ha terminado de vender la participación fiscal en las sanitarias, salvándose de manera estoica, SMAPA, de Maipú, que aún mantiene una gestión municipal por presión de las y los vecinos. La privatización de las empresas sanitarias fue un buen y suculento negocio, sólo el año 2011 Aguas Andinas obtuvo en utilidades el equivalente a 111 mil millones de pesos, que entre todos y todas pagamos para tener acceso a lo que la naturaleza nos regala.
En Chile la privatización de las aguas, la institucionalidad creada para maquillar el saqueo descarado del que somos víctimas, y la prevalencia del mercado como rector de las aguas, simplemente han hipotecado la vida de las mayorías, provocando además daños ecológicos irreparables. Hay que romper la muralla del lucro para que las aguas puedan otra vez correr libres por nuestros valles y alimentar la vida, no los bolsillos insaciables de esta cultura de muerte. Esa es la convicción que nos hace caminar desde el norte y sur hacia Santiago, para que junto a las comunidades de la Región Metropolitana, demos una señal de alerta a las autoridades y a los inversionistas, pero sobre todo, motivemos el despertar en otros y otras que aún no entienden que sin agua no hay vida y que el agua que queda debemos defenderla y recuperarla antes de que sea demasiado tarde.
Por eso este 22 de abril, día Mundial del Planeta Tierra, se inicia un proceso de recuperación de nuestras aguas que exige:
1. Fin al lucro: El agua es un bien común, y tal como Chile reconoció en Naciones Unidas, es un derecho humano básico, y debe ser consagrado como tal en nuestra Constitución, dejando de este modo de ser una mercancía regulada por el mercado.
2. Propiedad colectiva: El agua es de la vida y de todos los seres que de ella dependen, por lo tanto, el rol del Estado no es asignarla en propiedad, sino que garantizar, bajo una lógica territorial, una gestión democrática, racional, equitativa y eficiente del agua. Para ello, es vital incorporar prioridades de uso, de manera que el uso asociado a agua para bebida, servicios sanitarios e higiénicos, producción de alimentos y mantención de los ecosistemas, tenga preferencia por sobre otras actividades productivas. Del mismo modo, se debe recuperar el control público sobre el abastecimiento y saneamiento del agua de bebida para la población.
3. Gestión comunitaria: Los pueblos tenemos el derecho de determinar los modos de vivir que deseamos. Decidir colectivamente los usos y cuidados que queremos darle a nuestras aguas es vital para viabilizar los proyectos locales y definir la cultura que debemos generar para que sean posibles. Por lo tanto, se hace urgente establecer una moratoria al centralista modelo de desarrollo minero, forestal, energético y agroalimentario que se ha impuesto en nuestros territorios, de modo de evaluar entre todos y todas, seria y rigurosamente los costos y beneficios que este ha traído a las regiones, el país y el planeta.
4. Derogación de los instrumentos privatizadores: El agua y la tierra son indivisibles, tal como lo comprenden todas las cosmovisiones campesinas e indígenas, por lo tanto, se deben derogar todos los instrumentos que fracturan este principio elemental, como el Código de Aguas y el Tratado Binacional Minero, de modo que el agua deje de ser un derecho empresarial inalienable, contra la vida y la sustentabilidad de las comunidades y los ecosistemas.
5. Leyes para la vida: Debemos dictar con urgencia una ley que proteja los ambientes fragilizados, en especial los ecosistemas glaciares y periglaciares, para preservar las nacientes de nuestras cuencas y la continuidad y sustentabilidad de los flujos hídricos.
6. Restructuración institucional: Es imprescindible que la institucionalidad, especialmente la Dirección General de Aguas, detenga sus conductas criminales, entregando más derechos de agua de lo que las cuencas pueden recargar, y resolviendo cuestiones técnicas en virtud de criterios político económicos. La institucionalidad que regule las aguas, no puede ser una pantalla democrática del saqueo, debe desburocratizarse ahora, estar al servicio de las comunidades y tener facultades y competencias para garantizar el buen uso de las aguas.
El agua nos invita a despertar ¡32 años de gestión privada del agua están secando al país!
Movilizarse, informarse, tomar conciencia, exigir postura de todos los candidatos sobre este tema, hacerse oír, derrumbar el muro del lucro que ha represado aguas, culturas, identidades y miles de vidas en nuestro país; es un imperativo moral. Todas y todos quienes amamos la vida, debemos hacernos cargo.
Marcha Carnaval Nacional por la defensa y recuperación del agua, este 22 de abril en Santiago… no hay mejor manera de celebrar el día de la Tierra que permitiendo que se vuelva a unir con el agua.
Convocan:
1. Red Socioambiental de Valparaíso.
2. Red Ambiental Limarí.
3. Movimiento Ambientalista el Melón.
4. Corporación Ecológica EcoQuilpué .
5. Pastoral de la Salvaguarda de la Creación, Alto del Carmen.
6. Organización ambiental de Salamanca (Ocas).
7. Comunidad Indígena Diaguita Patay Co. Alto del Carmen.
8. Comunidad Indígena Diaguita Sierra de Huachacán. Alto del Carmen.
9. Asamblea por el Agua de Huasco Alto.
10. Movimiento Comunidades por el Derecho a la Vida, Ventanas.
11. Red Ambiental por la Defensa de la Araucanía (Rada). Temuco.
12. Guerreros de la Paz, Red socioambiental Mataquito.
13. Red Socioambiental Mataquito.
14. Movimiento Defensa Achibueno.
15. Movimiento por la Defensa del Mar, Mehuín.
16. Bienestar Integral por los Derechos Ambientales y Sostenibles. (Bidas). Antofagasta.
17. Asociación de Ciudadanos de la Salud y el Medio Ambiente. (Desama). Viña del mar.
18. Consejo de Defensa del Valle Huasco.
19. Consejo Ecológico de Molina.
20. Valles en Movimiento, Monte Patria.
21. Red Ambiental Norte
22. Centro Medioambiental Ceibo, Maipú.
23. Coordinadora por la Defensa del Agua del río Loa. Calama.
24. Fenxen Pu Choyûm, Temuco.
25. Jóvenes por un Desarrollo Limpio, San Joaquín.
26. Red por la Defensa de la Precordillera, Santiago.
27. Acutrade, Puerto Montt.
28. Junta de Vecinos Totoral.
29. Ecojóvenes, Monte Patria.
30. Freirina Conciente.
31. SOS Huasco.
32. Movimiento por la Defensa de la Patagonia.
33. Red Ambiental Copayapu. Copiapó.
34. Comunidades por el Derecho a la Vida, Valparaíso.
35. Movimiento Socioambiental Valle del Huasco.
36. Comité Defensa Medio Ambiente Pichidegua.
37. Agrupación Ecologista de Aconcagua. (AGE), Aconcagua.
38. Grupo Derechos Colectivos IX región, Melipeuco.
39. Red Mujeres El Loa, Calama.
40. Red de Organizaciones Ambientales de Panguipulli.
41. Sindicato de Agricultores de Totoral.
42. Comité Pequeños Agricultores Tranguil.
43. Coordinadora por la Defensa del Agua y Medio Ambiente, Tierra Amarilla.
44. Movimiento por la Defensa del Agua, Protección de la tierra y respeto al Medio Ambiente. (MODATIMA). La Ligua, Petorca.
45. Comité Ecológico y Cultural Esperanza de Vida.
46. Red Ambiental Serena/Coquimbo.
47. Comunidad Ancue.
48. Comité Defensa Medio Ambiente.
49. Gratiferia Arica.
50. Vega Acción.
51. Centro de Estudios Mapuches Weliwen Kimûn.
52. Frente Defensa de Coronel.
53. Comité de Defensa de Caimanes.
54. Mesa Social en Defensa de Atacama.
55. Coordinadora Tierra Amarilla.
56. Comité de Defensa de la Madre Tierra.(Codemat).Tarapacá.
57. Huasco Conciente.
58. Asociación Gremial de Servicios de Agua Potable rural. Agresap.
59. Movimiento Ecosocialista.
60. Coordinadora Ambiental de Melipilla
61. V región en Defensa del Valle del Huasco.
62. Agrupación Cultural y socioambiental Salvemos los Valles. Ovalle.
63. Radio Comunitaria FM del Choapa.
64. Comité de Defensa del Borde Costero, el agua y la vida de Ancud
65. Coordinadora de Comités de Defensa del borde Costero de Chiloé
66. Comité de Defensa Valle de Lluta.
67. Concilio Aymara.
68. Consejo Territorial de Chapiquiña.
69. Asambleas por el Agua Arica.
70. Frente Ecológico Defensa Austral.
71. Vigilante Costero Maule Itata
Adhieren:
1. Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales, OLCA.
2. Programa Radial Semillas de Agua.
3. Fech.
4. Quimantú.
5. Revolución de la Cuchara.
6. Caravana Ahimsa por la tierra.
7. Radio Placeres.
8. Ecoceanos.
9. RAP/Chile.
10. Radio del Mar.
11. Observatorio de Conflictos Mineros en América Latina, OCMAL.
12. Pacto Mundial Conciente.
13. Mapuexpress.
14. Cet V región.
15. Chile Sustentable.
16. Observatorio Ciudadano.
17. Coalición Ecuménica por el Cuidado de la Creación.
18. Observatorio de Aguas.
19. Greenpeace.
20. Defendamos la ciudad.
21. JPIC Columbanos.
22. Jupic Conferre.
23. Amerindia.
24. FENAPRU.
25. Coordinadora Ríos del Maipo.
26. Centro Ecuménico Diego de Medellin.
27. Porlapachamama.
28. Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (MOVILH)
29. Comunidad de izquierda de Macul
30. Corporación Privada para el Derecho de Aysén
31. Ecosistemas
32. Ciudadanos en Acción, Maipú.
33. Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas. ANAMURI.
34. Colectivo Agar, Santiago.
35. Ong Tremonhue, Santiago.
36. Con-spirando,Santiago.
37. Comité Oscar Romero, Santiago.
38. Círculo de Mujeres por la Paz, Santiago.
39. Centro Ecuménico Diego de Medellín.
40. Red de Organizaciones de San Pedro.
41. Consejo del Medio Ambiente Maipú. (CODEMA)
42. Coordinadora por la Defensa del Agua y la Vida.
43. Amapach
44. Comité de Medio Ambiente Chacabuco
45. Frente Amplio Maipú
46. Asamblea Provincia Cordillera
47. Vigilante Costero Maule Itata

sábado, 23 de marzo de 2013

Recuperar el agua y la gobernabilidad democrática sobre este bien común.

Cristian Villarroel (Foto desde Fuente)
Fuente: El Ciudadano
El 22 de marzo se conmemora en todo el mundo el Día Mundial del Agua. Este año, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el “Año Internacional de la Cooperación en la Esfera del Agua”, luego del triunfo ciudadano que significó en 2010 alcanzar el Derecho Humano al Agua y el Saneamiento.
Un tema que en el último tiempo en Chile, no deja a nadie indiferente.
Y es que las demandas sociales por el agua han irrumpido fuertemente en las agendas publicas, y debemos aspirar legítimamente a que se trasformen en prioridades políticas de nuestra sociedad, especialmente en una año electoral como este.
Los conflictos socio ambientales producidos por las dificultades de acceso al agua para consumo humano principalmente, van en un sostenido aumento en nuestro país, desnudando una realidad que por años distintas organizaciones ciudadanas hemos venido denunciando; como el modelo de asignación y gestión de las aguas -consagrado en Constitución de 1980 y el código de aguas del 81-, centrado en criterios de oferta y demanda, pone a este bien natural bajo una fuerte presión de mercado, negando el acceso al agua a miles de personas, y haciendo insostenible la vida humana en muchos territorios a lo largo de nuestro país, especialmente en las zonas donde el agua es más escasa.
Por solo mencionar algunos territorios donde las situaciones son muy críticas y se encuentran bien documentadas, podemos señalar: Caimanes, Petorca, Valle del Huasco, y en el último tiempo los proyectos mineros que destruirán glaciares en la cordillera central -reservas de agua de un valor incalculable-. No podemos dejar fuera tampoco los episodios de desabastecimiento que afectaron a cuatro millones de habitantes en la Región Metropolitana durante este verano, lo que permite vislumbrar una radiografía hídrica, que evidencia la fragilidad del sistema y la falta de gobernabilidad sobre un recurso estratégico, como lo es el agua.
Para intentar revertir esta situación, en el Congreso Nacional, entre los años 1992 y 2012, se han presentado nueve proyectos de reformas constitucionales en materia de aguas; ocho de ellas son mociones parlamentarias y un mensaje presidencial. Estas iniciativas de reforma, con excepción de una (en 1992, de los diputados Acuña y Gajardo, la que fue archivada) siguen vigentes: tres de ellas están actualmente en tramitación en el Senado y cinco en la Cámara de Diputados.
Básicamente, todas estas mociones apuntan a derogar el Artículo 19, numeral 24 de la Constitución de 1980, con el objeto de reformar el régimen jurídico de propiedad de las aguas y recuperar el dominio público sobre ellas.
Recordemos que el Código de Aguas de 1981 ya fue reformado el año 2005, en virtud de un proyecto de ley presentado durante gobierno de Aylwin (en 1992). Dicha reforma tardó 13 años en concretarse y básicamente solo logró tres cambios de fondo: instauró el requerimiento de fundamentar las solicitudes de derechos de aprovechamiento de aguas; estableció la obligación de determinar y mantener caudales hidrológicos mínimos en las cuencas para prevenir el desecamiento de los ríos; y estableció el pago de multas para aquellos poseedores de derechos de aprovechamiento de agua que los acaparan sin utilizarlos, una figura denominada pago por no uso -y que fue el único término aceptado por sectores de la oposición de la época, asesorados por Libertad & Desarrollo.
De prosperar alguna de las iniciativas que actualmente se encuentran en el Parlamento, se podría declarar el agua un bien nacional de uso público real, y no de manera tramposa como se indica actualmente en el papel, y que no tiene posibilidades de ser ejercido en la práctica.
Esta situación permitiría hacer viable la modernización de las políticas públicas en materia de agua y la gestión del territorio: estableciendo la prioridad del aprovechamiento para uso humano; establecer funciones y prioridades de uso de las aguas que el Estado debe garantizar; establecer caudales ecológicos (reales) y reservas de aguas con bases científicas; establecer la caducidad de los derechos de aprovechamiento; establecer la prohibición de conceder derechos dentro de áreas protegidas; establecer la obligación de las empresas mineras de declarar las aguas alumbradas y solicitar su aprovechamiento; establecer prioridades de acceso para las asociaciones de agua potable rural (APR) y eximir de pago de patentes a pequeños productores y comunidades agrícolas, así como a comunidades indígenas.
Sin duda que la falta de voluntad política, tanto de gobierno y oposición -con excepciones por supuesto-, ha mantenido esta situación en un statu quo que, sumado a la aprobación de proyectos hidroeléctricos en el centro sur del país, las expansiones mineras en el Norte, la usurpación de aguas en zonas, entre otros, constituyen la gota que rebalsa el vaso, permitiendo que la conflictividad social producida por la falta de agua en los territorios, se traduzca en el enfrentamientos de sectores productivos, y el despertar social y la legítima defensa de las comunidades que se sienten atropelladas en sus derechos fundamentales.
Como respuesta a la falta de acción política y cambios reales en materia de agua, las comunidades organizadas ya han anunciado un proceso mayor de organización dirigido a concretar la primera marcha nacional por el agua. Esta iniciativa esta convocada para el próximo 22 de abril (Día de la Tierra), donde dos columnas, desde el norte y el sur del país, arribarán a la capital para exigir a las autoridades y a la clase política cambios estructurales a las leyes de agua en Chile.
Como un aporte concreto en la búsqueda soluciones en esta materia, junto a un sector amplio de la sociedad civil, hemos intencionado desde hace dos años una agenda de trabajo técnico y político, convocando a un sector amplio de parlamentarios para tratar estos temas.
Como resultado de este proceso, en abril de 2012, se constituyó en el Congreso la Bancada Transversal del Agua, lo que en un primer momento buscaba informar “por un canal oficial” al parlamento sobre la gravedad de la situación hídrica del país, establecer un proceso de audiencias y denuncias públicas y fortalecer el seguimiento legislativo desde las organizaciones sociales en conjunto con algunos parlamentarios, a las reformas de agua existentes en el Congreso.
Como resultado de este proceso, el día 14 de agosto de 2012, la Sala de la Cámara de Diputados aprobó por 70 votos a favor, 9 en contra y 8 abstenciones, la creación de la Comisión de Recursos Hídricos, Desertificación y Sequía, como nueva comisión permanente de esta Cámara.
Este logro ciudadano y político, no ha estado exento de sacrificios por parte de las organizaciones sociales y gremiales que desde distintos puntos del país -con recursos propios y ad honorem- deben hacer grandes esfuerzos para trasladarse al Congreso.
En la práctica, reunir en una sola comisión los temas de agua, que comúnmente eran vistos en distintas comisiones -Obras Públicas; Constitución; Recurso Naturales; y Agricultura- contribuía a fragmentar y entorpece el análisis general sobre el tema. Además, esta nueva comisión contará con presupuesto propio para su trabajo técnico legislativo, pudiendo sesionar en regiones, abriendo procesos de investigación; citando a los afectados, especialistas y gremios entre otros.
Se hace necesario que la ciudadanía permanezca alerta y exija a esta comisión avances concretos y la materialización legítima de recuperar el agua, el acceso equitativo y la gobernabilidad democrática sobre este bien común que es propiedad de todas y todos.
Este esfuerzo, así como la Marcha Nacional por el Agua que se realizará el próximo 22 de abril, se alimenta de la convicción y comprensión colectiva, de saber que no se está luchando tan solo por un recurso natural que sustenta a uno u otro sector, si no por agua, base de la vida, el futuro y la subsistencia de las nuevas generaciones.
Por Cristian Villarroel Novoa
Coordinador Medio Ambiente, Agua y Ciudadanía



martes, 4 de diciembre de 2012

Recuperar el agua como bien público


Sara Larraín
Por Sara Larraín - Fuente: http://blogs.cooperativa.cl/opinion/medio-ambiente/20121123074544/recuperar-el-agua-como-bien-publico/
Chile enfrenta actualmente un tercer año de sequía y un grave proceso de desertificación que afecta a casi 70% del territorio nacional, y que impacta especialmente a las comunidades rurales y economías locales; además de la producción agrícola, la generación eléctrica y el abastecimiento de agua potable en la zona centro y norte del país.
Esta difícil coyuntura ha evidenciado los problemas del Código de Aguas, que por 30 años muestra falencias para regular el acceso, la conservación y gestión sustentable del agua, y la falta de capacidad y limitaciones legales del Estado para corregir situaciones de acaparamiento, usurpación, degradación ambiental y desabastecimiento que se han agravado estructuralmente.
En forma reiterada, las organizaciones ciudadanas hemos declarado que el marco regulatorio para el acceso y la gestión del agua en Chile, amparado por el Código de Aguas de 1981, diseñada y dictada por el régimen militar de la época, debe ser reformado. En virtud de este Código, una vez que el Estado entrega los derechos de agua a los privados que la solicitan, ya no vuelve a intervenir, y el propietario privado de derechos de agua, los puede arrendar, comprar y vender como cualquier bien inmueble.
Además, el fuerte sesgo pro mercado del cuerpo legal separó el agua del dominio de la tierra para posibilitar su libre compra y venta, en un contexto de transacciones sin regulación, denominado “mercado de aguas”, el que ha favorecido una extrema concentración de la propiedad sobre el agua en empresas eléctricas, mineras y agro exportadoras, consideradas ‘motores’ del desarrollo nacional y perjudicando el acceso al agua de la mayoría de la población, sus actividades de subsistencia y a la protección del medio ambiente.
Para revertir esta situación y favorecer las necesidades básicas de la población (bebida y producción de alimentos) por sobre los intereses y usos competitivos de las empresas, Chile requiere un enfoque de derechos, y recuperar el agua como bien nacional de uso público, como derecho humano, y como recurso básico para la vida, el que necesita ser gestionado pública y participativamente.
Ello implica una ampliación de lo público, desde la exclusividad del rol del Estado hacia la co-responsabilidad y control ciudadano en la administración sustentable de los recursos hídricos.
Aunque sectores minoritarios pero poderosos se oponen a cualquier reforma en la política sobre el agua y rechazan la idea de proteger los glaciares, es evidente la legitimidad política que tienen las reformas legales y constitucionales que se han propuesto durante las últimas dos décadas, tanto desde el Ejecutivo como del Congreso Nacional.
Desde el retorno a la democracia, el poder legislativo ha presentado numerosas propuestas de reformas constitucionales y del Código de Aguas, lo cual expresa la importancia y urgencia que ya se manifestaba hace 20 años de solucionar los problemas del Código. Una primera reforma al Código de Aguas se presentó en el gobierno de Patricio Aylwin, siendo aprobada luego de 13 años de tramitación en el año 2005, pero hoy muestra ser francamente insuficiente.
Entre 2008 y 2011, parlamentarios de todas las tendencias han presentado nueve proyectos de reforma a la Constitución en materia de aguas y once propuestas de reformas al Código de Aguas, junto a un proyecto de ley de protección de glaciares. Esto evidencia la objetividad y urgencia de los problemas existentes sobre el acceso y gestión de las aguas en Chile y las limitadas atribuciones del Estado y de la política pública para responder a los desafíos que presenta la gestión democrática y sustentable de este recurso.
En los últimos años, también la ciudadanía, representada por diversas organizaciones sociales, indígenas, sindicales, de iglesia, agricultores, consumidores, sindicatos y comunidades afectadas por sobreexplotación, escasez, o contaminación del agua, han creado una articulación nacional por la defensa del agua, denominada Coordinadora de Defensa del Agua y la Vida, lo que ha dado un nuevo impulso político a la Agenda de demandas por el agua en Chile.
Esta agenda busca restablecer constitucionalmente la soberanía nacional sobre este recurso estratégico, e implementar el derecho de los chilenos y particularmente de las comunidades locales sobre el agua, impidiendo su enajenación y mercantilización. También está entre sus demandas asegurar el acceso de la población al agua para responder a las necesidades básicas, a los requerimientos de la economía local y a la integridad del medio ambiente, por sobre su uso con fines comerciales.
La ciudadanía también aboga por la protección y preservación de los glaciares que alimentan las cuencas hidrográficas, y demandan restablecer en cada cuenca caudales ecológicos y estándares de calidad de las aguas. También han exigido información pública sobre el estado y disponibilidad de las aguas superficiales y subterráneas, y la creación de espacios formales de participación pública en las decisiones sobre el agua; implementar regulaciones para el manejo integrado de cuencas, y con participación vinculante de las organizaciones locales y usuarios tradicionales del agua.
Las demandas por el agua han irrumpido fuertemente como prioridades políticas de la sociedad chilena durante los últimos 4 años, intensificadas por la escasez hídrica por lo cual el Parlamento ha debido crear Comisiones Investigadoras sobre la Sequía, sobre la Usurpación de Aguas y sobre las Irregularidades en la Aprobación Ambiental de proyectos que utilizan el agua como insumo fundamental.
La naturaleza estructural del problema y la intensificación de los conflictos por el agua, motivó, en 2012, la articulación de diversos parlamentarios para la creación de una “Bancada Transversal del Agua”, la que realizó un diagnostico sobre la crisis hídrica y la acción del gobierno en esta área: También analizó las decenas de reformas legales sobre la gestión del agua, ingresadas al Congreso tanto por los gobiernos, como por los parlamentarios.
Como resultado de este trabajo, la Bancada Transversal del Agua concluyó que se requiere priorizar el cambio de las políticas públicas sobre este recurso, y solicitaron al seno del Parlamento, la constitución de una nueva comisión permanente en la Cámara de Diputados. La constitución de esta nueva comisión fue aprobada por casi unanimidad en septiembre del presente año y constituida oficialmente en el mes de octubre como Comisión del Agua, Sequía y Desertificación.
Este hecho constituye una importante oportunidad política para acelerar las reformas legales e institucionales que requiere la gestión justa y sustentable del Agua en Chile y para responder a las crecientes demandas ciudadanas sobre el derecho humano al agua, la protección de los recursos hídricos, la recuperación de este patrimonio natural estratégico para todos los chilenos y la adaptación del desarrollo nacional a los desafíos del cambio climático.
Estas demandas de reformas estructurales por parte de la sociedad chilena, coinciden con las propuestas de la comunidad internacional para la gestión sustentable y equitativa de los recursos hídricos a nivel mundial, lo cual requiere un Acuerdo Internacional en el marco de Naciones Unidas, que al igual que el recién establecido “Derecho Humano al Agua” (en 2010), ahora defina y establezca para el agua, un estatus jurídico como un bien común y patrimonio de la humanidad.