Por Juan Pablo Orrego - Fuente: http://blogs.cooperativa.cl/opinion/politica/20120224092609/aysen-da-el-ejemplo/
La región de Aysén es especial de muchas
maneras. Es Patagonia chilena, lo que ya le otorga un sello distintivo, en
términos ambientales y socioculturales. Debido a su aislamiento geográfico,
Aysén, en los albores del siglo XX, es literalmente la última región de nuestro
país en ser ‘poblada’. Las dificultades de su colonización son leyenda.
La topografía, el clima, las distancias, la precaria
conectividad, los suelos jóvenes, y finalmente la falta de apoyo sólido y con
conocimiento de causa desde el centro del país, en su conjunto generaron
condiciones que sólo una combinación de tesón, resiliencia mental y física, y
suerte, le permitieron adaptarse y hacer patria a sus primeros habitantes.
Desafortunadamente, la política pública, a control remoto, y
demostrando la ignorancia pasmosa de las autoridades y expertos de la época,
sólo proyectó en ella un teórico potencial ganadero, sin duda siguiendo la
impronta del implacable negocio lanífero de los ingleses en Magallanes.
Así, los magníficos, en gran medida únicos, bosques
patagónicos, pasaron a ser una molestia. Según las cifras oficiales ‘se quemaron’
1 millón de hectáreas de bosques en Magallanes y 3 millones en Aysén. Algo
absolutamente inconcebible hoy.
¡Cómo ha lamentado el país los incendios en Torres del Paine!
Pero, en esos momentos poco ilustrados, los incendios, azuzados por los poderosos
vientos patagónicos, fueron política pública y condición para el asentamiento.
Y después del fuego, el sobre pastoreo de los jóvenes suelos, con miles de
ovejas, en los amplios valles glaciales.
Mucho más recientemente, en forma pionera, para un país atascado
desde la llegada de los españoles en una fase ‘destructiva’ primaria, Aysén
descubre que su futuro yace en su aún extraordinario entorno, sus recursos
naturales y atributos ambientales.
Esto quedó plasmado en su Estrategia de Desarrollo Regional
2000-2006, producto de un proceso social colectivo y transversal, que ya
manifestaba que “… Aysén aspira a ser una región
descentralizada, y a obtener una alta calidad de vida sustentada en un
crecimiento económico alto y equitativo, que se fundamenta en la conservación
de la calidad medioambiental y en la integración del territorio”, señalando
además el imperativo de fomentar el turismo, la actividad pesquera y
silvoagropecuaria para el logro de un desarrollo social y ambientalmente
sustentable.
Desde antes, y en forma complementaria, los ambientalistas y
otros sectores que buscaban el buen florecer de la región acuñaban el
visionario concepto “Aysén Reserva de Vida”, que permitió confrontar con esta
propuesta diversos proyectos concebidos desde Santiago y el extranjero para
hacer negocios a costa de la región, tal como el proyecto Alumysa de la empresa
minera canadiense Noranda, con características ambientales delirantes, una
suerte de dumping de impactos negativos sociales, económicos y ecológicos…
Hoy la propuesta se ve amenazada por proyectos descabellados
como HidroAysén y Río Cuervo, dando origen a un movimiento social catalizador,
de envergadura nacional: “Patagonia Sin Represas”.
Queda claro que Aysén, debido a su aislamiento, a la mezcla
de abandono e incomprensión desde la capital, así como a su arraigado espíritu
pionero, descubrió que quiere un desarrollo autónomo, auto-gestionado, distinto
del que tiene al borde del colapso socio-ambiental a muchas otras regiones.
Amparándose en la legislación ultra-neoliberal promulgada
durante la dictadura, que les da rienda suelta a corporaciones nacionales y
trasnacionales para hacer y deshacer prácticamente a su antojo, una ‘élite’ le
ha impuesto desde Santiago a todo el país un modelo de desarrollo primario y neocolonial,
basado en la depredación y el abuso corporativo.
Conciliadoramente podríamos atribuirle las políticas públicas
erróneas del pasado a la ignorancia, pero a la luz de los conocimientos y la
conciencia actual esto ya no vale.
Así, muchos y
muchas, desde Aysén y Magallanes, Atacama, Santiago y Valparaíso, Maule y
Biobío, Ríos y Lagos decimos ¡ya basta!
Podemos discutir sobre el petitorio que ha presentado el
movimiento social en Aysén, pero no cabe duda que la región Patagónica da el
ejemplo de una búsqueda e inquietud totalmente legítima, con la cual se
identifican millones de chilenos y chilenas a lo largo y ancho de nuestro
territorio.